Dos o tres cosas que sé de cine

Publicado el fgonzalezse

La mujer del animal: horror real

Fuente: Arcadia
Fuente: Arcadia

No hay modo fácil de contar la violencia. Aturde y conmociona. Y esas son las impresiones que predominan durante la proyección de La mujer del animal. El más reciente largometraje de Víctor Gaviria es un inflexible y aterrador relato del maltrato y la violencia que pasan como si fueran parte corriente de la vida cotidiana. Acaso se atenga a un realismo en que la reiteración le dé un aire monótono, acaso termine por usar elementos de una alegoría discutible. No obstante, se trata de un filme contundente que consigue con inusitada precisión crear una imagen palpable del calvario que sufre la protagonista. La mujer del animal consigue en buena medida ser una especie de relato fundacional que busca las raíces de una violencia que está arraigada en nuestra sociedad. En tanto esa misma violencia queda en primer plano, quizás haga falta subrayar que la película narra la historia de una inquebrantable y callada resistencia. No se trata de burdo activismo o de mera beatificación. Gaviria consigue darle cuerpo a un panorama que tiene ese ambiguo aire de realidad donde no se puede simplificar una fábula a juicios moralistas. Si bien es cierto que las alusiones alegóricas y la repetición disminuyen al filme, La mujer del animal no deja de presentarse como un poderoso y certero retrato de nuestros horrores.

Fuente: Radionica
Fuente: Radionica

Después de un breve prólogo, se entra en materia. Amparo (Natalia Polo) se va a vivir con una hermana luego de ser expulsada de un internado. No pasan muchos días cuando llama la atención de Libardo (Tito Alexander Gómez), un salvaje delincuente al que llaman «El Animal». Libardo rapta a Amparo, la viola y la presenta como si fuera su esposa. La mujer del animal va a dar cuenta de los múltiples suplicios y vejaciones que sufre tanto Amparo como otras víctimas del Animal. Sin complacencia alguna, la trama se desenvuelve como una repetida sucesión de maltratos y acosos. La película muestra la tortuosa supervivencia de la protagonista con una narración que avanza con un carácter episódico. El tiempo va pasando como si se estuviera en otra dimensión, como si ese orden fuese inmutable. Esto se refuerza por el uso de personajes arquetípicos, cuyos cambios son mínimos. El largometraje es la representación del relato de una víctima que logra fundir el aire de autenticidad de una historia real con un dejo de mito. Esa fidelidad lleva a que la narración suene monocorde. Aun así, el largometraje nos confronta con la evidencia de una larga atrocidad cierta.

Fuente: CineVistaBlog
Fuente: CineVistaBlog

Precisamente el uso de arquetipos da pie a una especie de alegoría que se inserta dentro del relato. Libardo, el Animal, va adquiriendo un cariz de personaje que simbólicamente engloba al Mal. De hecho, desde el crédito del título se remarca esta asociación al pintar de rojo las letras «mal» en la palabra animal. Casi que se podría intentar una lectura de índole religiosa y ver entonces a la narración literal como sustituto de otra de sentido trascendental. No obstante, los realizadores no terminan de construir una alegoría en pleno sentido, sino que la sugieren esporádicamente, ya que La mujer del animal solo es alegoría en un sentido moderno. En el mundo de la película ya no existe una verdad con la que se pueda ordenar la experiencia, sino verdades múltiples interpretadas por cada individuo. La mujer del animal es el relato de Amparo según Amparo. Con todas sus contradicciones e hilos sueltos, Víctor Gaviria lo ha llevado a la pantalla, asumiendo el riesgo de sumar simbolismos rotos que den lugar a más confusiones. Por ello, interpretaciones como las de Manuel Kalmanovitz[i] y Juan José Ferro[ii] terminan por achacarle una «idealización» de la mujer con el que se «justifica» la violencia. Erróneamente ambos autores implican que la reiteración de la violencia tiene un desarrollo paralelo al de ideas con que se ha justificado burdamente la violencia de género (lo que implica poner en el mismo plano a la película y a esa idea de concebir a la virginidad de las mujeres como botín).  Mientras es cierto que estas tradiciones han llevado a crímenes espantosos como los que se muestra en el filme, la película, en contraste, busca presentar una realidad cruda desde la mirada de una víctima. Incluso el contenido alegórico riñe con la conclusión de Kalmanovitz al concentrarse en un personaje que soporta la violencia sin recurrir a ella. Aun cuando considero que sumarle un contenido simbólico al largometraje lo hace problemático, guarda relación y coherencia con la postura de un realizador que siempre ha buscado ser fiel a la visión de los protagonistas de sus historias.

Fuente: Biff
Fuente: Biff

En uno de los episodios más atroces del maltrato que muestra la película, el Animal deja encerrada a Amparo en una casucha donde no tiene siquiera una cama. Amparo delira despojada de todo, pero no se deja morir. Rebusca el modo de hacer su propia comida y, entre el lodo, encuentra un cuaderno y un lápiz. Sumida en la desesperación, se pregunta por la causa de su castigo, pregunta a un dios que no responde. A un tiempo esta escena muestra las cualidades y defectos de La mujer del animal. Un filme capaz de entregar una imagen convincente de un relato terrible que recurre a estrategias narrativas como las de un personaje que en voz alta dice lo que escribe. Por fortuna, los recursos tópicos que aparecen en la película son pocos y se circunscriben a la lógica narrativa y a una ética de la cinematografía: ver la realidad tal como ocurre, sin concesiones. El seguir una serie de estrategias narrativas la encasilla dentro de una versión tradicional del realismo. Sin embargo, la película tiene toda una potencia para impactar. Más que la violencia, nos impacta su apariencia de realidad, nos impacta reconocer un mundo cierto y un mal real. Acá debo volver: La mujer del animal es un relato de resistencia. El cine de Víctor Gaviria es una forma de oponerse a la violencia por medio de la recuperación de los relatos individuales. Eso también conlleva riesgos. El filme dista de la perfección. Pero se trata de uno que convincentemente nos cuenta una fábula de horror. La mujer del animal es un nuevo episodio de un cine de continua observación que requerimos para romper hábitos, revelar la barbarie y renovar nuestra mirada.

Fuente: Proimágenes Colombia
Fuente: Proimágenes Colombia

Trailer

Fuente: El País
Fuente: El País
Fuente: Empeliculados
Fuente: Empeliculados

[i] “La mujer del animal” por Manuel Kalmanovitz: http://www.semana.com/cultura/articulo/la-mujer-del-animal-por-manuel-kalmanovitz/518140

[ii] “Salvajes” por Juan José Ferro: https://blogs.elespectador.com/cultura/en-segunda-fila/salvajes

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