El hilo fantasma empieza con una declaración. Junto al fuego de la chimenea, Alma (Vicky Krieps) afirma que Reynolds (Daniel Day-Lewis), su esposo, ha hecho sus sueños realidad. Con lo convencional que pueda sonar, el largometraje la vuelve una declaración casi perversa. El intercambio del que nos habla orgullosamente la protagonista se encuentra lejos de…
El hilo fantasma empieza con una declaración. Junto al fuego de la chimenea, Alma (Vicky Krieps) afirma que Reynolds (Daniel Day-Lewis), su esposo, ha hecho sus sueños realidad. Con lo convencional que pueda sonar, el largometraje la vuelve una declaración casi perversa. El intercambio del que nos habla orgullosamente la protagonista se encuentra lejos de los sentidos que les damos a dichas palabras. El más reciente largometraje de Paul Thomas Anderson retrata un romance inusual con engañosa convencionalidad. Se trata de un filme que rompe con parte de los rasgos que convirtieron al director californiano en una figura reconocida. El drama íntimo de una pareja tenía como precedente la subestimada y perspicaz Punch-Drunk Love. No obstante, El hilo fantasma ya no juega con los tropos de las comedias románticas, sino presenta más bien un romance gótico que tiene un espíritu buñueliano; o en otras palabras, un romance buñueliano narrado por Hitchcock. La película cuenta la historia de una pareja en la que el amor es a un tiempo bálsamo y veneno.
Misterioso e hipnótico, el largometraje juega con las expectativas del espectador, pues por momentos adopta la apariencia de un relato detectivesco y por otros de relato gótico. Su simplicidad es ilusoria. El filme se apega a esquemas y convenciones; por ejemplo, comienza con un personaje (Alma) que enmarca el relato como si fuera su recuento, tal como ocurre en muchos relatos de fantasmas. Las convenciones se alteran dramáticamente en el curso del metraje, sin embargo. Los sueños a que se refiere Alma se traducen en un sorpresivo relato de obsesiones y luchas de poder. Las imágenes nos sugieren un apacible retrato, similar a la imagen que vemos cuando observamos nuestro reflejo en las aguas de un estanque. Pero como ocurre con los estanques, las aguas ocultan una oscura profundidad llena de cenagosos secretos. Revelar el fondo turbio de las personalidades de sus protagonistas ateniéndose a una torcida idea de idilio es un equilibrio con el que los realizadores logran mantener a flote este magnífico filme.
Reynolds Woodcock es un reconocido diseñador de hábitos inquebrantables. Soltero empedernido, sus rutinas dependen del orden que impone su hermana Cyril (Lesley Manville). La irrupción de Alma altera estas costumbres de modo definitivo. Así esta historia suene manida y encantadora, El hilo fantasma quiebra los moldes al ceñirse al modelo. El amor y la enfermedad se entrelazan como si fueran partes de un mismo elemento. El amor transforma, lleva a lugares inesperados. La unión amorosa desafía la normalidad e introduce un nuevo orden de monstruosa armonía. Lo que parece un plácido romance se trata de un apasionado y encarnizado encuentro. Alma y Reynolds, al conocerse, cambian de manera irreparable. Su unión provoca malestar y contento, pues su relación es tanto oasis como campo de batalla. El hilo fantasma conecta facetas ocultas con narraciones archiconocidas. Hasta el objeto más reconocible devela dimensiones nuevas cuando alteramos nuestras estatizadas perspectivas. La película subvierte la declaración inicial de Alma siendo fiel a la monstruosidad de los personajes. Distorsiona las convenciones al usarlas para cargar con sentidos distintos a los que se han repetido en decenas de otras películas.
Ahora, conviene mencionar el significado del término “hilo fantasma”: uno que se refería a la enfermedad que sufrían las tejedoras inglesas que, tras coser todo el día, continuaban tejiendo un hilo invisible en la noche. Su labor les dejaba una secuela que se traducía en un movimiento obsesivo. Y en el filme de Anderson esa secuela es el amor. En el clímax, Reynolds enferma. Su lazo con Alma se hace más poderoso, ya que el enfebrecido Reynolds ve al espectro de su madre, con quien ha estado obsesionado toda su vida. El amor es un espectro que va a rondar a los protagonistas para que puedan satisfacer sus deseos e hundirse en su dolor. Su relación consiste en unirse para curarse y luego, con el tiempo, torturarse, una y otra vez. Un ciclo que enmarcan las palabras de éxtasis de Alma del comienzo.
Resulta iluminador ver que si bien Alma parece dialogar con otro personaje al que cuenta su historia (lo que haría de la narración de El hilo fantasma, su relato), esto se trata más de una organización del filme con que los realizadores imitan al clasicismo. Ni las escenas que preceden ni las que se suceden a las intervenciones de esta conversación tienen relación directa con el discurso de Alma. La imitación de las convenciones implica una serie de consecuencias para el espectador, quien va ver subvertidas sus expectativas. Más cuando la película no termina de hilar todas las causas y consecuencias de su relato, sino que las deja intencionalmente abiertas. La ambigüedad reina en el filme al punto de no poder afirmar si estamos ante el sesgado relato de un personaje, o ante una realidad objetiva. Antes que ello, hay un aire fantástico que atraviesa el filme (de ahí que algunos críticos lo denominen como cuento de hadas). El largometraje tiene una cualidad de suma modernidad, al reutilizar las formas del pasado de modo distinto a la convención.
El hilo fantasma bien puede ser un punto de inflexión en la filmografía de Anderson, en la que la referencia a otras películas se vuelve la base para crear un cine híbrido: uno en que la modernidad se disfraza de clasicismo. De hecho, esta película puede ser descrita como una versión de Diario de una camarera (o, por qué no, Belle de Jour) vestida como si fuera Rebeca. Un relato gótico, psicológico, surrealista. No lo olvidemos, antes de terminar, los sueños de Alma se han hecho realidad. Unos sueños sorpresivos e inesperados. Unos sueños que revelan el fondo de unas turbias personalidades que están envueltas por un sosegado reflejo.
Licenciado en filología con énfasis en inglés de la Universidad Nacional. Agudamente enfermo de literatura y cinefilia, sufre terriblemente cuando no puede dedicar tiempo completo a estas adicciones por ceder a obligaciones laborales. Mis reseñas también son publicadas en la revista electrónica El Otro Cine (http://www.elotrocine.cl).
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