Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

El Mundial en mi diario (1)

Weiß/Colonia, 16.6.
Todo el día repartido entre contestar correspondencia, organizar tres números de The Twitter’s Digest y ver casi íntegros tres de los cuatro partidos del Mundial, sólo me perdí el de Francia–Australia, que de todos modos no pensaba ver. Lo que más me gustó fue el coraje con que peleó Perú, que mereció el empate, pero pienso que a Guerrero lo tenían que haber alineado desde el principio, y no eso de cambiarlo a mitad del segundo tiempo. Hay errores que se pagan caro. Pero si se me pidiera mi resumen del día en dos palabras, helas acá: ¡Viva Islandia! A media tarde, buscando material para TTD encontré un trino que me encantó, y lo copio también acá:
Perro‏ @DavidPerro Jun 15
La selección islandesa de fútbol está compuesta por cuatro agricultores, tres ganaderos, dos que tenían en casa unos guantes de portero, un dentista, Björk con bigote postizo y unas ovejas con camisetas de suplentes.
Y le sacaron un punto al choque con los multimillonarios de la albiceleste y se permitieron el lujo de atajarle un penalty a S.M. Leonel Messi. Lo dicho y que repito: ¡Viva Islandia!

Weiß/Colonia, 17.6.
México mereció ganar y ganó. Suiza mereció empatar y empató. Alemanes y brasileños quedan así avisados de que no hay enemigo pequeño. Tengo muy en claro que no veremos a Islandia y Suiza entre los cuatro semifinalistas, pero les deseo que lleguen a los cuartos de final y le bajen los humos a todos los onces de campanillas que se les atraviesen en el camino. Los alemanes han estado dando tanta matraca desde hace meses con lo que ellos llaman “Operación Quinta Estrella” (ser el tercer país que gana dos Mundiales consecutivos), que es buena una ducha de agua fría para devolverlos a la realidad. Este equipo no es el de Brasil 2014, falta el carisma de un Lahm, de un Schweinsteiger, de un Klose. En Rusia, para alzarse con el santo y la limosna, van a necesitar algo más que por ahora no tienen. O no lo muestran. Que viene a ser lo mismo.

Weiß/Colonia, 21.6.
Francia contra Perú. Partido sin pena ni gloria pero con un dato remarcable: Kylian Mbappé, con su gol, se ha convertido en el anotador más joven de la historia del fútbol francés, a sus 19 años y 183 días. El anterior era Trezeguet, que en 1998 anotó contra Arabia Saudita a los 20 años y 246 días. He retenido el detalle porque en el equipo egipcio milita un centrocampista llamado Trezeguet, en honor a su colega francés, campeón del mundo ese mismo año 98, en un equipo cuajado de estrellas: Zidane, Lizarazu, Tierry Henry, Karembeu, el propio Trezeguet… Lo que no sabía, o bien lo sabía y lo olvidé, es que David Trezeguet, que nació en Ruán, como Flaubert, era de ascendencia argentina y se le conocía como “el rey David” y “Trezegol”, y que en sus últimos años como futbolista ayudó a River Plate de una manera decisiva en su regreso a la primera división.

Weiß/Colonia, 22.6.
Lo venía constatando de manera subliminal, pero ahora ya lo sé de manera consciente, por qué me está resultando un pelín repugnante este Mundial de Rusia. Es por los tatuajes. Los del entrenador argentino, los visibles, le cubren los brazos hasta las muñecas y al reportero alemán del encuentro con Croacia le provocaron el comentario de que cómo era posible que este señor haya sido cajero de un Banco… a no ser camuflado tras de una camisa y un saco (que taparan semejante obscenidad; esto último lo añado yo). No tengo nada en contra de los tatuajes, lo que me repatea el hígado es la cantidad, la suplantación de la piel. ¿Para quién[es] se disfrazan, o qué es lo que pretenden ocultar con ellos?

Weiß/Colonia, 23.6.
El gol de Toni Kroos a Suecia, en el minuto 95, ha sido una obra de artesanía, de una perfección tal que casi parece una declaración de amor a la Geometría. Si lo hubiese anotado en el minuto 70 no hubiera sido tan bello. Para serlo necesitaba la angustia de la última esperanza, del minuto final.

Weiß/Colonia, 24.6.
Veo los partidos de antier Brasil vs. Costa Rica y este mediodía Inglaterra vs. Panamá como si fuesen pelis de Tom & Jerry, sólo que lo común en estos casos es que sea Tom quien gana. Pero qué alegría ver cómo celebraron los panameños su primer gol en un Mundial. Parecía como si estuvieran festejando la apertura de un nuevo Canal.

Weiß/Colonia, 25.6.
España vs. Marruecos. En los primeros diez minutos temí que la cancha se convirtiese en una remake de las guerras del primer tercio del siglo XX. Hasta temí ver aparecer a la Legión. Pero los ánimos se fueron calmando, y lo mejor del partido fue ver al final cómo los jugadores de ambos onces se abrazaban, no en vano varios de ellos son compañeros de equipo en España.

Weiß/Colonia, 27.6.
Esta mañana, en la primera plana del diario, un cuadro sinóptico harto concienzudo de cómo Alemania podría llegar a los octavos de final esta tarde. Se analizaban 22 posibles resultados de ambos encuentros, Alemania vs. Corea del Sur y México vs. Suecia, desde ganar por 1:0 a perder por 2:3, lo que significaba 484 posibilidades, de las que sólo 240 (evtl. 243, si hubiese que aplicar la norma del fair play), le daban la chance al que ya es, ahora, ex campeón mundial. Pero, eso sí, la constelación según la cual Suecia vencería por 3:0 a México, y Corea por 2:0 a Alemania, y Alemania quedaría eliminada en la fase clasificatoria, como Francia en el 2002, Italia en el 2010 y España en el 2014, creo que ningún alemán, empezando por los 23 jugadores de la selección y el equipo técnico, se la pudo imaginar ni en sus peores pesadillas. Han perdido y eso no es lo peor, sino que han merecido perder. Este partido clave lo han jugado con miedo de perder, y es sabido lo que dijo don Antonio en sus “Proverbios y cantares” : «Cuatr4o cosas tiene el hombre / que no sirven en la mar: / ancla, gobernalle y remos, / y miedo de naufragar».

He estado repasando mi diario del año 2014, cuando el Mundial en Brasil, y así rescaté el paso de Laetitia por esta casa, donde ella y yo vimos el partido Alemania vs. Ghana, que terminó en un empate, tal vez porque la Leti torçía por Ghana y yo por Alemania y los dos equipos no nos quisieron hacer un feo a ninguno de los dos. Luego de irse la Leti, “mi sub” (como la llamo), llegó Rolando y con él vi el resto del Mundial, hasta la final y el 1:0 de Götze a la Argentina, en el alargue. Esta vuelta, en vez de un alargue, lo que le ha tocado a Alemania es un acorte.

Weiß/Colonia, 29.6.
Hoy, en el diario, bajo el titular “Cambio de camiseta”, 23 personalidades de la vida pública en Colonia dan a conocer su equipo favorito para ganar el Mundial de Rusia. Los países que más votos alcanzan son Brasil e Inglaterra. Pero ayer, la redactora Christiane Mitatselis publicó una columna donde se destapaba como fan del Uruguay, y aducía cuatro razones para ello: a) ya no son más los leñadores de épocas pasadas, al menos desde el 2010 se sabe que son un equipo que sabe jugar, dueño de una técnica superior; b) Luis Suárez renunció a la antropofagia y Cavani es el jugador más guapo de los 368 presentes en el Mundial; c) no sólo el equipo es simpático, lo es también el país, cuyos habitantes son tan relajados al contrario que sus exaltados vecinos del Río de la Plata; y d) tienen un entrenador que es un gentleman y aconseja a sus jugadores que lean libros en vez de perder el tiempo con videojuegos. A buen seguro piensa lo mismo que deseaba Artigas, el héroe nacional: «Sean los orientales tan ilustrados como valientes».

Weiß/Colonia, 30.6.
El día entero ocupado en tareas de mantenimiento y en ensayos para insertar dos ilustraciones en mi diario, cuando lo suba a Fronterad. Quedo contento con el resultado. También con el del partido Francia vs. Argentina donde ganó el que metió más goles, y bien que lo siento por mis amigos porteños (a excepción de cinco –nacidos en Ataliva, La Plata, Mendoza, Río Ceballos y Santa Fe– todos mis amigos argentinos son de mi Güeno Saire querido que yyya no volveré a ver), bien que lo siento por ellos, pero a partir de octavos de final o se gana o se pierde, y esta vez tocó perder. Ni modo. Pero el Uruguay salvó el honor del Río de la Plata.

Weiß/Colonia, 1.7.
Estuve viendo el España vs. Rusia y me emputé tanto con el peloteo insulso de los españoles, con su exhibición (más bien inhibición) de juego sin chicha ni limoná, que renuncié a ver la prórroga y, si fuera el caso, las tandas de penalties. Creo que ha sido el partido más aburrido que he visto en mi vida, y no han sido pocos. Me alegro de que no hayan pasado a cuartos de final, porque otro partido como este es la mejor propaganda que se puede hacer en contra del fútbol. Y le agradezco una vez más al general inferiocre que extirpase de mi alma cualquier vestigio de patriotismo o nacionalismo. Así no tengo que sufrir hoy lo que deberán estar sufriendo los hinchas de La Roja, entre ellos, por cierto, mi querido Vincent: mis otros tres nietos lo son de Die Mannschaft, así es que también sufren, pero sobre todo se avergüenzan. El espectáculo del partido contra Corea del Sur fue de a deveras algo bochornoso, indigno de todo un señor campeón del mundo.

Weiß/Colonia, 2.7.
Como la revista quincenal con la programación de TV se imprime ± un mes antes para poderla distribuir una semana antes del primer día agendado en ella, resulta patético ver los avisos de la transmisión de los octavos de final entre los dos primeros clasificados de los grupos E y F. Desde luego son cautos, de modo que se habla en ellos haciendo mucho gasto del subjuntivo y el condicional, pero es evidente que contaban con que Die Mannschaft salvaría indemne la fase previa. Así, en el anuncio de la transmisión de hoy se lee: «Brasil es el favorito en el grupo E. ¿Pero a quién se enfrentará el pentacampeón? ¿a México, Suecia o Corea del Sur? ¿O será al once alemán? Un octavo de final Brasil vs. Alemania no tiene que ser, lo que Neymar & Co. desean es enfrentar a Die Mannschaft en la final». Y el anuncio para el partido de mañana es aún más explícito: «Los expertos dicen que el once actual es mejor que el que hace cuatro años se proclamó campeón del mundo. Así es que para el once de Löw clasificarse el primero de su grupo es casi un deber. Si lo consigue, le tocará con el segundo del grupo brasileño: Costa Rica, Serbia y Suiza son los candidatos». Y no digamos ya el anuncio de cuartos de final para este viernes, ilustrado para más inri con una foto del centrocampista alemán Gündogan a cuyo pie puede leerse: «¿Se enfrentará hoy Ilkay Gündogan a John Stones, su compañero del Manchester City?» Cuando busco los anuncios de las semifinales y veo que en una de ellas aparece Sami Khedira recibiendo instrucciones de Löw, la verdad es que me arrasa un tsunami de vergüenza ajena. Ayayay, se quejaba la granjerita por leche derramada…

El tal Neymar es un histrión que deja tamañito a Cristiano Ronaldo. A Neymar lo creo capaz de ir rodando por el césped desde el círculo central al área contraria con tal de cobrar un penalty. Ojalá Bélgica le baje los humos a estos brasileños suertudos hasta ahora. Y si no, el Uruguay en las semifinales. Francia creo que no podría.

Weiß/Colonia, 3.7.
Inglaterra rompió al fin su maleficio, el de perder por tandas de penaltis en octavos de final. Me alegro por la vieja Albión, la pena es que quien ha pagado el pato ha sido Colombia. Pero nunca llueve a gusto de todos, vieja sabiduría campesina que cada vez es más actual, sólo que el siniestro clown de la Casa Blanca le presta oídos sordos a los ecologistas.

Weiß/Colonia, 4.7.
La edición de hoy del diario es una hornada de hallazgos. […] En las páginas deportivas, durante el Mundial, le han dado una columna a uno de los actores más populares de Alemania, Axel Prahl, el Franz de La madriguera, la peli basada en el relato homónimo de Kafka, el último que escribió; y Prahl arremete hoy en su columna contra el histrionismo del tal Neymar: «Ahora entiendo por qué le llaman “el Mesías”. No es por su prestación deportiva sino porque nadie ha resucitado tantas veces de entre los muertos». Por cierto que me encanta una aguda interpretación del tema por parte de mi buen José María en su beatus ille caribe: «Lo de Neymar ha sido más publicitado que todo lo demás en el Mundial. A fin de cuentas esa es la idea: entretener al niño con payasadas mientras le ponen la inyección de anti–todo, para que no chiste». (Hace años que no leía ni oía el verbo “chistar”). Y se me ocurre una reflexión más: Neymar es tan imbécil que no se da cuenta de que juega con fuego. Ojalá no suceda, pero de repente un día le dan un patadón que le hace revolcarse de dolor en el césped, doliéndole de verdad, y nadie se lo va a creer. Hasta no ver la radiografía del hueso roto.

Weiß/Colonia, 6.7.
Lo siento por mis amigos brasileños, pero asimismo me siento feliz de no tener que aguantar más el bululú Neymar. ¡Bululú! ¡Qué linda palabra, y qué fácilmente acude a mis dedos y a las teclas para nombrar al comediante que representaba sus obras él solito, juanpalomo, yo me lo guiso y yo me lo como! ¡Y pensar que aprendì esa palabra en la clase de Literatura Española en mi bachillerato, allá por 1953, y se me quedó tan pirograbada en el disco duro que me acude de un modo natural a las yemas de los dedos para teclear su arcaica maravilla! Sea como fuere, Diny y yo estamos por Bélgica desde el primer momento, y no sólo porque es un equipazo el que tienen, sino porque este equipo ha llevado a cabo la hazaña de borrar las fronteras entre Valonia y Flandes, ante el equipo se acabaron valones y flamencos, todos son belgas. Mi final ideal sería Bélgica contra Inglaterra. Y que la ganase Bélgica.

Weiß/Colonia, 7.7.
Schopenhauer decía que la envidia es humana, pero que la alegría por el mal ajeno (la famosa e intraducible “Schadenfreude” de los alemanes) es diabólica. Y a decir verdad no me alegro por la derrota de Rusia en las tandas de penales, pero sí me alegro de que el abominable Putin no se ponga una nueva pluma en su sombrero. Con lo cual cada vez me acerco más a mi final ideal el domingo próximo. Sería bueno que el nuevo campeón del mundo no vuelva a ser ni Brasil ni Alemania ni Ita… Bueno, Italia de todos modos no lo hubiese sido este año, gracias sean dadas a los dioses del fútbol. Y hasta que no renuncie al título ganado con malas artes en 1934, Italia es para mí, en lo que se refiere al fútbol y a sus mundiales, un intocable en el sentido hindú.

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