Hace unos 14 ó 15 años, en ocasión de mi 70.º aniversario, mi colega Óscar Domínguez, quien fue durante cinco años (1995-1999) el corresponsal de los informativos de la Radio Deutsche Welle para América Latina, en los que yo me desempeñaba como anchorman principal, sometió mis pequeñas células grises a un interrogatorio digno de la CIA en Guantánamo. Hace poco lo rescató, creo recordar que con motivo del Día Mundial de la Radio, y me despertó un par de cansadas sonrisas ver lo imbécil que uno sigue siendo, sobre todo cuando posa de inteligente.
De todos modos, como a pesar de las cortinas de humo, este texto sigue diciendo mucho acerca del autor de este blog, aquí lo copio para ustedes:
Septuagenarios no aparecen todos los días. Uno de ellos es el escritor y periodista español, Ricardo Bada, columnista de El Espectador, quien despachó algunos interrogantes, al llegar al Everst de sus primeros 70 años:
Como en el tango de Gardel ¿70 años no son nada?
No joda, Gardel sólo habló de 60 años. (¿O nada más fueron veinte?)
¿Sientes nostalgia de haber abandonado el 69? (Me refiero a ese año, claro)
Digamos que nunca abandonaré el 69. (Mientras pueda, claro está).
¿Qué hacías entre el 9 -10 de junio de 1939 cuando naciste?
La CIA no ha querido revelármelo, por respeto a la moral y buenas costumbres.
¿Cuál es el primer recuerdo que tienes de niño en tu Huelva natal?
La contera del bastón de mi tío Antonio, de quien yo era ahijado y criatura predilecta, y él me apoyaba el bastón en el pecho para que no me acercara a su cama, porque se estaba muriendo de tuberculosis y no quería contagiarme. Yo tenía dos años, pero nadie me lo ha contado, y mi abuela lo corroboró años después, lo de la contera del bastón; aún la siento a veces.
¿Con qué amigo o amiga de infancia te gustaría reencontrarte?
De la infancia infancia infancia no recuerdo amistades, la amistad es algo muy serio y que no está al alcance de los niños, la amistad requiere consciencia.
¿Estás de acuerdo con lo que dice uno de tus maestros, Julio Camba: “septuagenario, palabra terrible tanto por su forma como por su contenido”?
Hay palabras peores en forma y contenido: blenorragia, por ejemplo.
¿Estás preparado para envejecer?
Si no lo estaba, me jodí, porque ya estoy viejo.
Si envejecer es cambiar de médicos y de verbos, ¿qué médicos te miman ahora?,
Me miman un internista, un cardiólogo y una neumóloga.
¿Cómo te sientes ennieteciendo?
Me siento feliz ennieteciendo porque llevo años diciendo que si envejecer es volver a la infancia, cuando sea mayor quiero ser como mi nieto Oskar.
A propósito de Diny, tu admirada y admirable mujer neerlandesa: ¿será verdad que uno se casa para tener con quién hablar?
En mi caso, y creo que en el de ella también, seguro nos casamos para tener con quién callar, que es mucho más importante y necesario. Hablar se puede con cualquiera. Decir que uno se casa para tener con quién hablar, es algo inexpresablemente obsceno; te desafío a que le digas a la mujer que amas: “Me casé contigo para tener con quién hablar”.
Si cambiaras de profesión ¿cuál te gustaría asumir?
No hubiese cambiado mi profesión por ninguna otra, suponiendo que eso responda la pregunta.
¿Quién eres tú?
Alguien que a los 70 años aún sabe indignarse.
¿Más traidor o más traductor?
Nunca traduje excepto en el terreno profesional; cuando me acerqué a textos literarios todo lo que he intentado lo bauticé como “aproximaciones”.
¿Eres muy distinto a aquel que te habría gustado ser?
No sé muy bien qué me hubiera gustado ser además de lo que fui, y no estoy descontento (excesivamente descontento) con el resultado que estoy siendo.
¿El periodismo y la literatura para qué?
Joder, el periodismo para ganarme la vida, y la literatura para escribir mejor periodismo.
¿Te quedó alguna cuenta por saldar con el periodismo cultural que has hecho?
Nunca entrevisté a Juan Rulfo, pero tengo la excusa de que él me pidió que no lo hiciera, y siempre he sido bastante respetuoso con gente como él.
¿De tus días de radio en la Deutsche Welle, qué?
El recuerdo de muchas horas gloriosas en la mesa de montaje.
¿Mientras más conoces a los hombres (o a las mujeres), más quieres a tu mascota?
No tengo mascota.
¿Objetos que siempre llevas contigo?
Pasaporte, gafas, billetera, monedero, llavero, pastillas anti-infarto, dos pañuelos, la foto de mi tumba.
¿Te ha pasado algo que te cambió la vida?
La pregunta me parece de radionovela, pero la respuesta es: Sí.
¿La virtud y el defecto que te gustaría tener?
Virtud virtud, pues tal vez la tolerancia con los imbéciles (después de todo, pobrecitos…), y defectos tengo ya tantos que no se me ocurre cuál otro añadir.
¿El fracaso más creativo que has tenido?
Es demasiado íntimo, y su secreto no me pertenece a mí solo. Sorry.
¿Lo que más te gusta regalar?
Libros.
¿Lo que detestas que te regalen en tu cumpleaños?
Piyamas. He perdido la cuenta de cuántos tengo.
¿Lo que nunca te han regalado?
¿De cuántos gigabytes dispongo para la respuesta?
¿Qué día de la semana te gusta más?
Una vez jubilado, prácticamente son todos iguales, pero el que más me alegra es el martes, mi jour fixe para almorzar con mi mejor amigo.
¿Libro que desearías haber escrito?
Joder, libro, libro, libro… Bueno, si tiene que ser uno solo, Orgullo y prejuicio. (Pero no, para escribirlo se necesitaría ser mujer, y aunque adoro a las mujeres no me gustaría haber nacido fémina, se sufre de más, y la vida es ya bastante jodida sin necesidad de eso. Digamos pues, entonces, que La isla del tesoro).
¿Disfrutas a cabalidad de lo que tienes?
Creo que sí, o por lo menos me esfuerzo.
¿Sigues a pie juntillas las sugerencias de tu horóscopo?
Mí ser mucho bruto, mí no saber griego, ¿cosa ser “horóscopo”?
¿Es más lo que sabes o lo que desconoces de ti?
Como no sé conscientemente todo lo que sé acerca de mí, ignoro el tamaño de aquello que desconozco.
¿La habilidad manual que te gustaría tener?
Masturbarme con la mano zurda.
¿Persona que más admiras?
¿Una sola? Gandhi.
¿En quién te gustaría reencarnar?
En mi padre o en mi nieto Oskar.
¿Te someterías al detector de mentiras?
¡Pobre detector! Déjalo que se gane la vida de manera más descansada…
¿De los años que tienes cuál te ha gustado más?
No quiero ningunear al resto.
¿Tu plato favorito?
Huevos a la flamenca, si están bien hechos, con tutti. Hhhhhhhhmmmmmmmmmmm… (También hay una sopa de cebolla que Diny sólo hace cada muerte de obispo, y esos cabrones se mueren a intervalos demasiado largos).
¿Te sales fácilmente de tus casillas?
Tengo poca paciencia con los imbéciles y con las computadoras que deciden hacer huelgas de celo (hijas de puta).
¿De qué te arrepientes?
Repito la respuesta anterior sobre los gigabytes de que eventualmente dispondría para la respuesta.
¿De qué te gustaría morir?
De qué no sé, pero sí que me gustaría morir durmiendo.
¿Qué piensas del más allá?
Paso. No poseo muchos conocimientos en materia de ciencia ficción.
¿Qué piensas del más acá?
Macanudo, che, y estúpido sería si contesto otra cosa, ¿no?, porque es lo único que hay.
¿Mejor consejo que has oído?
Hay que inmiscuirse (lo aprendí de Böll, en su “Bienvenida, intromisión”).
¿Mejor consejo que has dado?
A una persona, de que no se casara con otra: lo malo es que no me hizo caso… pero lo pagó bastante caro. Ello corrobora la bondad de mi consejo, aunque me duela, por esa persona.
¿Propósito que siempre te has hecho y que no has cumplido?
No contestar en serio cuestionarios como este.
¿Cosas que se te han quedado entre el tintero?
¿Entre o en?
¿Tienes listo tu epitafio?
Sí, joder, pero ten paciencia para esperar a leerlo. Te prometo no hacerte esperar demasiado, si bien ya sabes que no todo depende de mí. Y sea como fuere te he proporcionado un material boccato di cardinali para la necrológica que me vas a dedicar. Vale».
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ricardobada
Ricardo Bada (*Huelva/España, 1939), escritor y periodista residente en Alemania desde 1963. Autor de La generación del 39 (cuentos, Nueva York 1972), Basura cuidadosamente seleccionada (poesía, Huelva 1994), Amos y perros (cuento, Huelva 1997), Me queda la palabra (ensayos, Huelva 1998), Los mejores fandangos de la lengua castellana (parodias, Madrid 2000), Límeri de Bueno Saire (versos nonsense, Río de Janeiro 2011), La bufanda de Cambridge (cuentos, Bogotá 2018) y El Canto XXV (novela breve, Copenhague 2018). Editor en Alemania, 1981, junto con Felipe Boso, de una antología de literatura española contemporánea (Ein Schiff aus Wasser [Un barco de agua]); junto con José A. Moral, de la obra periodística de Gabriel García Márquez; y en solitario, de los libros de viaje de Camilo José Cela. Editor en España de la obra poética de la costarricense Ana Istarú (La estación de fiebre y otros amaneceres, Madrid 1991), y en Bolivia de la única antología integral que se ha hecho en castellano del ingente legado de Heinrich Böll (Don Enrique, La Paz 1995).
Columnista de El Espectador y de 1983 a 2003 corresponsal en Colonia/Alemania de HJCK/El Mundo en Bogotá. Ha sido (y en media docena de los casos sigue siéndolo) colaborador regular en Revista de Libros, Revista de Occidente, ABC, Cuadernos Hispanoamericanos y Vasos Comunicantes (España), Nexos, La Tempestad y La Jornada (México), La Nación (Costa Rica), El Malpensante (Colombia), El País y Brecha (Uruguay), La Opinión (Los Ángeles/California), Amsterdam Sur (Países Bajos) y Aurora Boreal (Dinamarca), además de la revista Etiqueta Negra (Perú) y las cuatro ediciones de SoHo (Colombia, Costa Rica, México y Ecuador).
Republicano y agnóstico, convicto y confeso, paradójicamente fue nombrado caballero de la Orden de Isabel la Católica, y padece –no menos paradójicamente– una curiosa dolencia llamada sacralización. Tan luego él…