Corazón de Pantaleón

Publicado el ricardobada

Hace algunos años, muchos años…

In illo tempore, tan lejos como el 26 de julio de 1970, el magazine dominical de El Espectador inició una nueva sección que se llamaba El Cuento Bien Contado, y la inició con uno mío, Una historia del 3.492. O sea, que mi relación con EE es de vieja data: casi 40 años, se fraguó nada menos que en el milenio pasado.

El cuento en sí era de ciencia ficción, una ucronía que sucede en ese lejano año del título, y cuyo tema es un vivo deseo que tienen los habitantes de cierto rincón (Huelva) de la provincia cisatlántica (Europa): celebrar el segundo milenario del descubrimiento de América. Para lo cual solicitan el permiso de la más alta autoridad metropolitana, es decir, del Publicity General Manager, que reside en la Máquina-De-Gobernar Blanca, en Washington. Y quien le comunica la solicitud es un general de cinco galaxias, que acude expresamente a decírselo, desde el vecino Decágono. Convengamos en que los guiños irónicos se explican por sí solos.

Hay en ese cuento, escrito en 1967, y por un 100% lego en materia científica, bastante material “técnico” ya superado en este año de gracia del 2010: por ejemplo, las fichas perforadas. Así como también ha habido una superación de la constelación política, pues en medio del cuento se hace presente el Cerebro Elektrónico Supremo de la Unión Soviétika, a través de la línea roja que conecta los teletransmisores de pensamientos: aunque yo diría que dicho anacronismo es sólo aparente, sólo de nomenclatura; y desde luego andamos aún muy lejos de los tales transmisores (¡los dioses todos nos libren de ellos!)

Pero es en ese cuento también donde por primera vez, que yo sepa, se menciona el secretísimo Plan de Infantilización Masiva (PIM) entonces VERY CONFIDENTIAL y aún hoy bastante desconocido por la población mundial. Al general del Decágono le produce quebraderos de cabeza pensar que  una de dos: o ese PIM ha llegado demasiado lejos, o el sometimiento de los cisatlánticos a los designios del Imperio es una pura comedia.

El cuento termina con una frase que las últimas elecciones presidenciales en Estados Unidos se encargaron de hacer anacrónica. Porque cuando el inquilino en funciones de la Máquina-De-Gobernar Blanca da con la solución al problema planteado por la “descabellada” petición cisatlántica, «el general regresó al Decágono y se dijo que el actual Publicity General Manager era tan inteligente que merecería ser blanco».

Y hoy he querido recordar ese cuento al iniciar mi blog en estas páginas de El Espectador, en las que hace tiempo que ya me siento como en mi propia casa. Porque desde que tengo uso de razón (si alardear de semejante disparate no resulta demasiado argentino), la actividad que más he desarrollado es justo la de ser un espectador.

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