Continúo con mi antología de páginas inolvidables como las que ya les ofrecí de Liv Ullmann, Jorge Amado, Marcos Ana, José López Rubio, Juan Ramón Jiménez, Gottfried Benn, Luigi Pirandello, Rainer Maria Rilke, Álvaro Mutis, Arthur Miller y el poeta neerlandés J. B. Charles (seudónimo de Willem Hendrik Nagel), así como William Somerset Maugham, Tomás Segovia,  Franz Kafka, Oscar Wilde, la gran poeta costarricense Eunice Odio, la mayor poeta en lengua alemana de todos los tiempos, Else Lasker–Schüler.y asimismo Sor Juana Inés de la Cruz, la monja mexicana cuya obra es una de las cimas de la poesía en lengua castellana, y el Premio Nobel alemán Heinrich Böll. Completó la veintena Gabriela Mistral y vinieron luego la impar Jane Austen, y como resultado de un lapsus mío (auspiciado por la pésima programación de una página web que consulté) la estupenda poeta madrileña Belén Reyes, con su sentido homenaje a la inolvidable Gloria Fuertes. Y una semana después, la costarricense Ana Istarú, a quien se considera una de las voces mejor dotadas para la poesía amatoria y erótica en castellano. Por último, un breve relato de una cuentista de cuerpo entero, la neocelandesa Katharina Mansfield, la mejor del siglo XX, al lado de Chejov y Pirandello, y la traducción de un fragmento de la Comedia de Dante, por Esperanza Ortega.

Hoy les ofrezco una primicia en nuestra lengua. Ignácio de Loyola Brandão, uno de los más grandes escritores brasileños a caballo de dos milenios, escribió hace pocos días una página preciosa sobre el nacimiento de su nieta Antonia. Como somos amigos y nos intercambiamos algo de lo que escribimos, recibí una copia de esa página, y apenas la leí le envié un email pidiéndole permiso para aproximar su texto a nuestro idioma. No sólo me dio el permiso sino que además autorizó mi aproximación, y es por ello que aquí la pueden leer ustedes.

ANTONIA, VALOR INESTIMABLE

por Ignácio de Loyola Brandão

Aproximación al español por Ricardo Bada

 

Por aquella planta del Pró Matre pasaban camillas, mirábamos y no era la que esperábamos, la de Rita y Antonia. Algunos estaban sentados, otros de pie, de vez en cuando nos intercambiábamos, uno se levantaba, otro se sentaba. La maternidad estaba abarrotada, dejamos el coche en un aparcamiento de la calle, nos preocupaba la hora de cierre. En realidad no importaba si teníamos que recogerlo al día siguiente, o una semana después. Ansiábamos ver a Antonia en el “escaparate de los recién nacidos”. Sin embargo, el lugar donde nació estaba fuera de cobertura. Por suerte, existe el teléfono móvil. ¿Qué les digo? Lo considero una de las locuras del hombre.  Una sobrina, Clara, médica, fue autorizada a acompañar la cesárea dentro del centro quirúrgico. Grabó cada momento y lo publicó. Así vimos flashes del parto. Pronto, el doctor Luis Fernando sacó a la niña, a la que había acompañado durante 40 semanas y cinco días. Y con humor, la levantó con el gesto histórico hecho célebre por Bellini al final del Mundial de 1958.  Un gesto que se volvió eterno. Esta foto de Antonia siendo levantada pasará a la historia. De la familia, por supuesto. Brave new world. La primera foto que me hicieron tenía un año, la segunda, tres. A Antonia la grabaron antes con la ecografía; la vieron con un segundo, con minutos, horas de vida. La tecnología tiene su extrañeza, pero emociona. Oír el primer sonido, el primer grito que emite un ser humano para demostrar que ha entrado en la vida. La vida, en un mundo que le ha dado poca importancia. Pero esta es otra cuestión. En ese momento, lo único que importaba era esa niña que pasó semanas refugiada dentro de su madre y tardó en dar señales de que quería salir. Quizá intuía lo que le esperaba. Pero le gustó salir. Para desmentir a un abuelo escéptico. Pero reconozco que merece la pena vivir. Quién sabe, tal vez Antonia se convierta en actriz, historiadora o cantante como Rita. O una artista como Diogo. Miré esos instagrams –hace décadas decíamos instantáneas– y me pregunté: ¿hasta cuándo seguiré la evolución de Antonia? Cada uno de los nietos me preguntó un día: “Abuelo, explícame el mundo”. ¿Será que estaré lo suficientemente lúcido como para ayudar a Antonia a desentrañar lo inexplicable? Espero que ella sea una más en esta lucha por la supervivencia, la igualdad, la diversidad, la libertad. Será diferente a su madre. Nació leguas por delante de sus abuelas. A años luz de sus bisabuelas. Nacer es sumergirse en un enigma, un laberinto, una batalla, un placer. Es nadar en lo imponderable. Sea lo que sea, una vida extra es esencial para cambiar las cosas. Antonia. ¿Sabías que tu nombre significa floreciente, inestimable, valioso, quien está a la vanguardia, alimentada con flores? Sea lo que fuere, lucha por ese nombre, alimentándote con flores, dolores y colores, porque es la vida, sí, que tiene un valor inestimable.

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