Cuando hace TIEMPO el ARQ ALBERTO ESCOVAR WILSON-WHITE;un acerrímo PALADÍN del patrimonio nacional,nos traía un ARTÍCULO sobre EL medio de locomoción que pudiera adaptarse a las NECESIDADES del momento,quizás no sabía que PASARÍAN años y aún sería de tanta actualidad…
Entre IMAGINES en BLANCO & NEGRO de un TIEMPO que ya pasó y el COLOR de aquel debe VENIR…así nos dice :
¨El TRANVÍA en la BOGOTA D.C
El tranvía empezó a circular por las calle bogotanas en 1884 y permitió la eficiente comunicación entre la ciudad y el incipiente caserío de Chapinero. Inicialmente la compañía estuvo administrada por la firma norteamericana The Bogota City Railway Company hasta 1910 cuando el municipio adquirió esta empresa. Las razones que llevaron a su compra en ese año estuvieron vinculadas con el mal trato que recibió un muchacho que intentó subirse a uno de los tranvías sin pagar y fue literalmente lanzado a la calle. Este evento desencadenó lo que luego sería conocido como el Boicot del tranvía, en el cual la ciudadanía participó de manera activa empapelando los muros con letreros que entre otras cosas decían “Tranvía. Todo colombiano que use este vehículo será considerado como yanqui (…)”.
Frente a la crisis económica que afrontó la empresa del tranvía, ésta fue ofrecida en venta y adquirida por el municipio de Bogotá al entonces costo astronómico de un millón de dólares, cuya deuda tuvo que asumir enteramente la ciudad. En ese mismo año se inició el proceso de electrificación de la línea que permitió sacar de circulación a las mulas que hasta entonces habían servido de fuerza de locomoción. De acuerdo con el libro “Empresas Públicas de Transporte en Bogotá, siglo XX” escrito por Saidy Nuñez y Luis Enrique Rodríguez, entre 1910 y 1951 el tranvía transportó 980 millones de pasajeros en una ciudad que pasó en ese lapso de 100.000 a 600.000 habitantes. Adicionalmente se mantuvo como una empresa rentable cobrando únicamente 5 centavos, costo que mantuvo por treinta años, y que le permitió, de acuerdo con la misma fuente, obtener “entradas brutas cercanas a los 54 millones de pesos de la época, monto que fue suficiente para cubrir sus gastos operacionales cercanos a los 40 millones de pesos”. Le sirvió también para pagar la deuda inicial que implicó su compra.
Los problemas del tranvía se iniciaron con la aparición de los primeros buses en la segunda década del siglo XX y fue una lucha desigual que no sólo lo afectó a él, sino también a los ferrocarriles. Es claro que los intereses económicos que empezaron a girar entorno a la construcción de carreteras y en particular a los productos derivados del petróleo que demandan los automotores que circulan por ellas los que se sellaron su destino. Por esa razón, no es cierto que el tranvía haya desaparecido luego del 9 de abril de 1948, cuando, como lo comprobaron los autores del mencionado libro, varios de los 36 carros de tranvía que desaparecieron ese día, fueron incendiados por personas pagadas por los transportadores privados. Los carros de tranvía que dejaron de circular fueron reemplazados inmediatamente por buses, que empezaron a cobrar el pasaje a 10 centavos, y a pesar de esto sus costos de operación siempre fueron superiores a los del tranvía.
El tranvía siguió circulando hasta 1951 cuando el alcalde de la ciudad Fernando Mazuera, como él mismo lo recordara en su libro “Cuento mi vida”, estaba convencido de “que ese servicio había que acabarlo y de que era un peligro en las calles de Bogotá. Ese mismo día lunes me fui para la oficina, reuní a todos los contratistas de pavimento que había en la ciudad, les dije que a partir del martes siguiente se dedicaran a ponerle una pavimentación de 10 centímetros de espesor a toda la Avenida de la República y que para el sábado siguiente todo debía estar terminado hasta el parque de San Diego”.
De esa manera terminó la historia del tranvía en Bogotá en el siglo XX. Los rieles están aún enterrados allí en la carrera séptima bajo la espesa capa de pavimento que ordenó poner Mazuera, porque como el mismo se preguntara: “¿Qué tal hoy la ciudad de Bogotá con las calles llenas de tranvías incómodos, bulliciosos y ya fuera de uso en el resto del mundo?”. Sin embargo, el tranvía nunca dejó de circular en muchas ciudades europeas como Lisboa y ha vuelto a pasar por Barcelona y Sevilla, silencioso y sin contaminar. Confiemos que vuelva a suceder lo mismo en Bogotá, ahora que se discute la posibilidad de implementar un servicio de metro ligero por la carrera 7ª.
Por: Alberto Escovar Wilson-White¨
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