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“Un cuento dentro de un cuento. ¡El grabado no es un cuento!

Cuando un ARTISTA de primo cartello como FRANCISCO RODRÍGUEZ PRADA nos promete contar de una forma especial la historia de sus GRABADOS…solo hay que dejarse volar por su pluma y confiar que …


“Un cuento dentro de un cuento. ¡El grabado no es un cuento!

¿Se imagina usted las cosas que pasan por la mente de un artista, mientras trabaja en soledad hora tras hora en un taller de grabado?

Transcurría el año del 2014, entre mayo y junio, Rodríguez Prada aprovechaba el periodo intersemestral de vacaciones de la universidad para trabajar él solo en el taller de grabado. De esa manera, no tendría que compartir la prensa para imprimir con gente impertinente y sus papeles Fabriano Rosaspina no correrían el riesgo de ser manchados por intrusos. Llegaba temprano en la mañana, algo apesadumbrado, repitiendo en voz baja varias veces Stabat Mater dolorosa, iuxa crucem lacrimosa”. Se complacía en escuchar el sonido de la rima, recitada con su voz gangosa, mientras recordaba el accidente casero que había tenido. Imaginaba el accidente una y otra vez,dramatizado con la música de Pergolesi. ¡Qué ridículo! Había estado trabajando la técnica de aguafuerte, usando cloruro férrico sobre sus planchas de cobre y sin darse cuenta hubo una filtración del ácido por el sifón. ¡Menudo daño el que hizo en la tubería de su casa! Fue merecedor de profecías de muerte por parte de sus hermanas al mejor estilo del anciano Simeón en el templo de Jerusalén. Aún así, su grabado había sido todo un éxito. Había grabado precisamente una escena de la Pietá, en donde la Madre Dolorosa se encontraba rodeada por personajes grotescos inspirados en sus autorretratos. Rodríguez Prada estaba preparado para imprimir su obra maestra.

Todas las mañanas era la misma rutina. Pedir prestadas las llaves del taller y el fieltro de la prensa. Ingresar y poner a remojar el papel Fabriano para imprimir algunas horas después. Siempre lo acompañaba un simpático gato feral llamado Kiwi quien tenía su nido, quién sabe en qué escondrijo de los tejados. Lo cierto es que aparecía súbitamente, saludaba restregándose, esperaba a que le acariciaran la cabeza y ¡zas!, zarpazo a la mano con sus uñas infestas. ¿Sabe usted lo incómodo que es entintar una plancha de cobre, limpiar el exceso de tinta aceitosa y untarse de varsol, todo con la misma mano herida por un animal silvestre? ¡Imagínese ese ardor en la piel, sobre rojos arañazos inflamados como fideos! Bueno, eso hacía parte de la rutina diaria del artista.

Una tarde, trabajando bajo la mirada inquisidora de Kiwi, la concentración zen del artista fue interrumpida por vulgares gritos de júbilo. El artista, impasible como buda, repetía el estribillo “iuxa crucem lacrimosa, mientras seguía trabajando con disciplina estoica. Los gritos aumentaron en crescendo a lo largo de las siguientes horas. El artista, iba levantando la ceja cada vez más alto,mientras el cortisol inundaba sus nervios. La algazara se volvió insoportable y Rodríguez Prada, después de cometer errores imprimiendo, se asomó por la ventana del taller colérico en busca de la hiriente turba. Kiwi, erizado, se escabulló de un salto por la ventana, dejando tras de sí un largo maullido y una nube de pelos flotantes que contaminaron la tinta de grabado. Los gritos de júbilo provenían de las tabernas de la carrera séptima con cuarenta y cinco, las cuales desbordaban de gente de vida prosaica. Resulta, que, en ese mismo momento, jugaba la Selección Colombia y como cosa rara, ganaba imbatible los partidos de la eliminatoria para el mundial de la FifaBrasil 2014.

Se hacía de noche y el artista sabía que debía terminar de imprimir varias copias ya que era su última oportunidad de trabajar en el taller. Los gritos de ¡Gol! seguían retumbando en las paredes del taller, a pesar de que las ventanas las había cerrado con triple cerrojo, como si eso ayudase a salvaguardar su concentración. El artista comenzó a imaginar cómo era que los grandes artistas del pasado, a los que tanto admiraba, habían logrado culminar sus obras maestras a pesar de las insidiosas interrupciones de la plebe. De repente, después de rezar algunas letanías a La Dolorosa, se le ocurrió una estrategia para concentrarse y pasar de largo la noche trabajando. Rodríguez Prada dijo en voz alta “Kiwi, yo sé que estás por ahí escondido mirándome, dime cual es tu artista preferido y yo te diré cómo conocí al mío. Te lo revelaré contándote un cuento”.

Analícelo, recapacite y si le parecemos INTERESANTES siga semana Santa vea el FINAL de la NOTA …

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