Volvamos a la fuente

Publicado el Banco Interamericano de Desarrollo

Todo el mundo, alguien, nadie y cualquiera

Esta entrada fue publicada por el Banco Interamericano de Desarrollo en Volvamos a la Fuente

“Había una vez cuatro individuos llamados Todo el MundoAlguienNadie y  Cualquiera. Siempre que había un trabajo que hacer, Todo el Mundo estaba seguro de que Alguien lo haría. Cualquiera podría haberlo hecho pero Nadie lo hizo.Alguien se puso nervioso porque Todo el Mundo tenía el deber de hacerlo. Al final,Todo el Mundo culpó a Alguien cuando Nadie hizo lo que Cualquiera podría haber hecho”.

Este popular relato, cuya referencia se me escapa, es muy aplicable a como estamos preparados para enfrentar eventos climáticos y meteorológicos extremos (Todo el Mundo), como podemos evitar que los mismos resulten en desastres naturales (Alguien), como podemos tomar acciones para reducir nuestros riesgos ante tales eventos (Nadie) y como podemos aprovechar la gran cantidad de información que día a día se hace disponible para aumentar nuestra resiliencia (Cualquiera).

Hace tan solo unos días, el norte de Chile experimentó un evento de lluvia extremo. Ver las imágenes del desierto de Atacama, el más árido del mundo, cubierto por agua, es algo que parecería difícil del olvidar. El efecto inmediato de la lluvias fue el escurrimiento natural hacia el lecho del río Copiapó. Este se vio rápidamente desbordado debido a que los suelos en los alrededores no permiten la infiltración de agua, favoreciendo el escurrimiento superficial. Mientras esto sucedía, aguas arriba la lluvia que caía en laderas de cerros comenzó a arrastrar sedimentos y a seguir aumentando el caudal del río. Y por último, en las altas cumbres la lluvia provocó el derretimiento de la nieve presente, estos factores provocaron un aumento sin precedentes del caudal del río Copiapó, evento que destruyó gran parte de la ciudad y las cosechas establecidas en la ribera.

En este caso, el total de aproximadamente 12 mm de lluvia representa casi 4 veces toda la lluvia que cae durante un año normal para zonas como Copiapó, y en solo 24 horas; un evento extremo, sin duda alguna.

Sin embargo, no es la primera vez que sucede ni será la última. ¿Era evitable el desastre? Probablemente no. Pero si sabemos que estos fenómenos de lluvias extremas en zonas áridas ocurren con cierta frecuencia. Si sabemos que tenemos esta amenaza, ¿no deberíamos estar mejor preparados?

La historia de nuestros países está llena de situaciones de emergencia como esta que se presentó en Chile, y que aún ocupa la atención del país. Pero después pasan los días, y volvemos a nuestra rutina, una rutina en la que parece que olvidáramos que vivimos bajo riesgo permanente. Y reaccionamos con sorpresa cuando llega un evento extremo, como si no supiéramos que el riesgo está ahí. Me sorprende que ninguna reseña de la prensa que he visto (excepto este análisis) ha mencionado que hubo un evento similar en la misma área de Chile hace escasos 20 años. ¿Será que nos ha dado amnesia?

Para nadie debe ser secreto que es necesario cambiar la mentalidad reactiva con que normalmente actuamos antes estos fenómenos que no tienen por qué convertirse en tragedias. En el caso de Chile, los esfuerzos por reconstruir las poblaciones afectadas por estos eventos y para recuperar los cultivos serán vanos si nuevamente en 20 o 30 años estaremos nuevamente lamentándonos por una nueva lluvia extrema.

Ya he escrito antes sobre la importancia de ser pro-activos y estar preparados no solo para responder a estos eventos extremos, sino para que los mismos no resulten en desastres como este en Chile. Las sequías por las que está pasando Brasil hoy, las que ocurrieron en Argentina y México en años recientes, y las inundaciones recurrentes en muchas ciudades en nuestra región de América Latina y el Caribe, ya deben dejar de tomarnos por desprevenidos. Más aún, un evento extremo no tiene por que resultar en un desastre natural. Cada día, hay más y mejor información disponible, lo cual nos da pie para tomar medidas preventivas y planificar a más largo plazo.

Hoy en día, con las tecnologías de observación y monitoreo disponibles (¡en Chile las tienen!), estos eventos extremos ya no son sorpresa, y no podemos simplemente decir que si lo son, cruzarnos de brazos y lamentarnos a posteriori. Hoy en día, esta es una conducta y una actitud inexcusable. Más aún, cuando tenemos los conocimientos y los medios para evitar que este sea el caso.

Volviendo a nuestros cuatro amigos, les comento que Todo el MundoAlguien,Nadie y Cualquiera no trabajan en el BID 🙂 Desde aquí, estamos trabajando en mejorar la forma en que se planifican las ciudades, tratando de conocer mejor los sistemas naturales que nos rodean, comprendiendo que los ciclos naturales funcionan de forma distinta a las actividades del ser humano. Estamos invirtiendo en investigación y desarrollo, por ejemplo a través del sistema Hydro-BID, para poner a disposición de nuestros países datos, modelos de simulación y otras herramientas que faciliten la toma de medidas de prevención y preparación para disminuir los efectos negativos que puedan tener los fenómenos naturales extremos. También, mantenemos nuestros ojos alertas a lo largo de la región en localidades que también puedan estar expuestas a fenómenos naturales extremos y preguntarnos qué es posible hacer ahora y no tener que esperar a que el desastre se manifieste para recién tomar cartas en el asunto.

 

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