Nunca me hubiera imaginado que uno de nuestros proyectos podría combatir a los vampiros.
Sí. Oyeron bien. Vampiros.
Y no hablo de las figuras míticas venidas de transilvania. Hablo de los murciélagos hematófagos conocidos como vampiros, que habitan en la selva ecuatoriana.
Estos animales atacan solamente en las noches y muerden a sus víctimas, que por lo general son niños. Por eso en Ecuador una de las causas de defunción infantil es la rabia.
El tratamiento para esta enfermedad debe darse de inmediato. La mordida de estos animales ataca el sistema nervioso central y para contrarrestar sus efectos se hacen necesarias vacunas que solo se consiguen en centros de salud de difícil acceso para estas comunidades.
Estamos hablando de comunidades aisladas de la Amazonía, en donde no hay comunicación y en donde no se maneja dinero formalmente. Para trasladarse es necesario pagar el pasaje en avioneta, algo que resulta imposible. La única alternativa es caminar por cerca de tres días seguidos, pero siendo niños las víctimas de los ataques esto resulta impensable.
De esto me enteré cuando realizamos una visita a la comunidad Shuar de Tupaim en Morona Santiago para conocer las necesidades energéticas de los habitantes de la selva del Ecuador.
Queríamos entender la realidad de esta región para determinar la importancia de nuestro proyecto, que consistía en la provisión de energías renovables a estas comunidades.
Y aunque la conexión a la energía podía tener importantes efectos en el rendimiento de los niños en el estudio, en el desarrollo de nuevas actividades productivas, e incluso en la generación de nuevos hábitos en sus horarios, no teníamos previsto que el mayor beneficio era precisamente tratar a los niños con mordida de “Vampiro”.
El hecho de poder contar con un pequeño refrigerador comunitario que permitiera conservar a la temperatura ideal las vacunas y antídotos para aquellos contagiados de rabia se convertiría en el efecto positivo más importante del proyecto.
Los paneles solares generarían suficiente energía para alcanzar este objetivo, que a pesar de estudios y conocimientos, no estaba contemplado por ninguno de nosotros.
Así, un proyecto de energía tomó un nuevo significado: Salvaría vidas y no o solamente traería luz, comunicaciones, educación, y producción.