En algunos círculos intelectuales, la expresión «Realismo Mágico» tiene un valor esencial pues es una de las pocas reacciones, posteriores al Modernismo, de Latinoamérica para Europa. Sin embargo, entendiendo un poco más su significado, antes de alabarlo, deberíamos denostarlo.
Porque el realismo no se trata, como creen algunos, de entender que algo mágico puede ocurrir en la realidad, de hecho, se trata de todo lo contrario, es que la realidad misma es tan increíble que parece maravillosa. Desde la literatura, es posible que eso maravilloso se convierta en algo fantástico, en virtud de un proceso creador; por ejemplo, las mariposas amarillas de Cien años de Soledad están relacionadas con un sólo personaje de la novela, mucho más que con su sentido completo, pero resueltamente, las tan maltratadas mariposas no son el realismo mágico de la novela, como lo quieren hacer entender falsas publicidades de rancios valores patrios.
De hecho, en el discurso “La soledad de américa latina”, cuando recibió el Premio Nobel, Gabriel García Márquez la definió como «…una terquedad que se confunde con la leyenda…», refiriéndose a que la realidad que vivimos en Latinoamérica es tan «descomunal» y «desaforada» que «hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación».
Y ello prueba que el Realismo Mágico debería ser injuriado, por lo menos en su sentido de hiper realidad real -permítaseme esta triple redundancia-.
Los ejemplos de Márquez hacen hoy concierto con las últimas noticias sobre la toma del Palacio de Justicia, las cuales tienen temblando a la mitad de la opinión pública.
Después de treinta años, se encuentran la cuerpos de tres desaparecidos, gracias al hallazgo de saber que partes del cuerpo de un cadáver estaban enterrados con el cuerpo de otra víctima… exhumación que calma la espera de los familiares de los desaparecidos, pero que le entrega 30 años de mentira a los que ya habían elaborado su duelo. Este es el tremendo caso de Cristina del Pilar Guarín, una de las once desaparecidas del Palacio, quien sufrió una muerte en descuartizamiento y a quien partes de su cuerpo fueron enterradas en la tumba de María Isabel Ferrer, otra víctima, ya llorada y enterrada. El intercambio de cuerpos y fosas es una realidad tan cruel que roza lo increíble, lo fuera de este mundo… perverso Realismo Mágico.
Derivado de lo anterior, ahora desde la perspectiva sensitiva de quien ha cultivado la mentira desde hace más de 30 años, asombran las recientes declaraciones del hijo de María Isabel Ferrer, quien afirma haber callado por amenazas el saber que, en el lugar donde estaban todos los cadáveres del cuarto piso, en Medicina legal, los guerrilleros aparecían con un tiro de gracia, pero con sus cuerpos completos, y en cambio, los civiles, en partes, no completos, como si hubieran sido desmembrados. El que en una toma guerrillera las víctimas inocentes salgan descuartizadas, solo pertenece al terreno de lo impensable… perverso Realismo Mágico.
Escribir estas palabras me hace recordar el trabajo del periodista Jorge Eliecer Pardo, quien, en el 2011, escribió una suma de relatos sobre la violencia; entre ellos, uno desgarrador, denominado «Sin nombres, sin rostros, ni rastros», donde las mujeres de un pueblo esperan que el río les devuelva partes del cuerpo de otros muertos para enterrarlos como el cuerpo de sus seres queridos desaparecidos. Una realidad así sólo podría existir desde la mención de una imaginación macabra… pero no fue imaginación… el caso fue real, el periodista escribió el cuento después de haber hecho un riguroso trabajo de campo, la masacre ocurrió, las mujeres de sus víctimas enterraron a sus muertos de esa manera… perverso Realismo Mágico.
Buena parte de este país aún es víctima de esa clase de mentes enjutas, de cerebro seco, de arbitrariedad torpe, a quien la violencia le dejó muy poco por imaginar.
@exaudiocerros