Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

El funambulismo tránsfuga del Profesor Noreña

El profesor Noreña tiene frío, llueve ostentosamente en su ciudad, el sistema de ordenamiento territorial le ha impuesto el rigor de tener que levantarse a las 4:30 de la mañana para poder alcanzar la ruta que atraviesa la ciudad… “porque los buenos colegios quedan en el norte”.

Esa doble verdad le molesta: el mundo continúa dividiendo la vida entre buenos y malos, ricos y pobres, y su inestable economía le obliga a perpetuar ese orden, a obedecer ese tácito mandato del poder.

Se pregunta, entonces, ¿dónde está su coherencia? ¿dónde reside su nivel de adherencia a ese estandarte ideal, honesto e imaginado como camino de vida? ¿Por qué siempre regresar al funambulismo de los tránsfugas?

El desespero de los carros por no llegar tarde hace que los charcos constantemente mojen la acera y en la acera se encuentra el profesor Noreña mojado por un charco, por un carro, por el conductor de un carro que va tarde a su trabajo, a quien el profesor Noreña desearía echarle la ndjfjfudj€£¥§&#@?!

Pero no lo hace, porque la pregunta hecha hace unos instantes imprime un rigor silencioso que debe ir acorde con su comportamiento: un profesor no utiliza lenguaje soez, un ciudadano preserva el orden de las normas de convivencia e incrementa los valores de la vida en comunidad, un ser humano respeta la integridad de sus congéneres sin justificar las agresiones motivadas por sus errores, en fin, el Profesor Noreña es un dechado de virtudes que tiene olor de ruta mojada, vidrios empañados, compañeros de trabajo ocupando dos sillas y un exbusetero como conductor.

El profesor Noreña detiene su reflexión en este último personaje… pie que impulsa el acelerador como un exconvicto rehabilitado por una Iglesia de trámite barrial, corbata mal ajustada en el cuello y sucia por la costumbre de “cumplir las normas de la empresa”, voz impostada para disimular su abolengo fratricida… paupérrimo… propio de una lechigada morbosa con dedos que escudriñan en la basura.

El conductor, piensa el profesor Noreña, es el ejemplo vivo de la imposibilidad social, de la fragilidad del proyecto del bien, del deseo por adecuar una personalidad montaraz a unos ideales importados, sin aduanas ni impuestos nacionales…  “eso no parece muy coherente Profesor Noreña”… se dice a sí mismo, complacido por la profundidad de su elucubración.

Pero el tedio de los estancamientos de la hora pico invita a nuestro tripulante del pensamiento a encender la pantalla de su dispositivo electrónico favorito para buscar noticias de su interés: el profesor Noreña siempre ha sido víctima de las falacias circundantes de la opinión pública.

Allí encuentra una imagen interesante, una imagen provocativa para la neurona y la dilatación de la pupila: un criticado grupo político diseña una campaña contra sus detractores en la cual aparecen fotografías de cada uno con una cinta negra en sus bocas, y para rematar semejante lucidez creacionista, una frase lapidaria que dice “en las urnas, callaremos la boca de los bravucones inconsistentes”.

El profesor Noreña se siente atacado, no solo porque en alguna de sus fabulosas especulaciones de clase ha denigrado de la ideología en mención, sino porque su trabajo, su vida, su respiración, han estado dedicadas al reconocimiento del otro, al valor de su diferencia; además, ha nacido en un país democrático y en el colegio…¡oh tamaña paradoja del destino!… le enseñaron que nadie calla a nadie, ni siquiera por la vía de un fotomontaje.

Amplia desilusión del profesor Noreña, inmenso hoyo negro en la vitalidad de su conciencia, su existencia carece del valor que se propuso defender.

Dentro suyo, camina rampante la contradicción, sus colegas ciudadanos encarnan el ideal imposible de su regeneración, los grupos políticos son los adefesios de los ideales de la patria y para rematar, rematar, rematar… ndjfjfudj€£¥§&#@?!

– Profesor Noreña, lo necesito en mi oficina.

Es la voz del Rector de la institución donde trabaja:

– Mire, distinguido profesor de último año, en estas fotocopias están las preguntas que sus estudiantes responderán en el examen de estado este fin de semana.

– ….

– No pregunte ni mencione nada sobre el tema, simplemente aplíqueselas hoy en clase, corríjalas en voz alta, recoja las fotocopias y ya, felices todos, el colegio punteando en los resultados y usted con una bonificación por buen rendimiento. ¿Entendido?

El Profesor Noreña se dirige a su salón de clase, tiene las fotocopias en la mano, las coloca en el basurero y les dice a sus estudiantes:

– Abran las ventanas, algo huele mal en este colegio.

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