Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

El fracaso de la educación o la tristeza del ******** Noreña

Para Jhonnier David Coronado, quien perdió la vida después de lanzarse de un 8vo piso  de uno de los edificios de la Pontificia Universidad Javeriana. Y para los estudiantes heridos en las manifestaciones de la Universidad Pedagógica,  ocurridas en la semana del 27 de septiembre de 2019.

El profesor Noreña está flaco, ha perdido 10 kilos y, llenando un formato de actualización de datos, se sintió orgulloso al colocar el número de su peso en la casilla.

Está flaco porque su transporte cotidiano es la bicicleta y porque la merced de su gusto estomacal, todos los días, depende de su precario conocimiento culinario: puede que la dieta de alitas con sopita de papa y pastas se convierta en un reto para algún programa en vivo de cocina.

Pero, por sobre toda las cosas, el profesor Noreña está triste, pues encuentra razones para hacer desaparecer su epíteto favorito; esa palabra que antecede su nombre y que ha llevado con orgullo durante todas estas historias, hoy, pierde fortaleza; hoy, tiende a desaparecer….

Aaaaaayyyyyyy notaría imposible….. aaaaayyyyy registro civil metamorfoseante….

¿Qué conjunto de sonidos ponerle a nuestro personaje si el de “PROFESOR” ya no significa nada? ¿Cómo vamos a llamarlo si su epíteto suena extraño en todos los lugares que visita?

Imaginémoslo por la calle, cual Adán el día de la madre, pidiéndole el favor a la gente que pronuncie combinaciones y luego le diga si suenan bien…”haber… repite… COMPITA NOREÑA…no, no, no…. PRIMO NOREÑA… no, no, no…CUATE NOREÑA…!”.

No, no, definitivamente, no.

La pérdida de su facultad esencial lo está llevando a una crisis de aceptación primordial, emparentada con el mundo que lo rodea:

…un presidente presenta falsas pruebas para incriminar a otro ante un organismo internacional… 

…hay movilizaciones en contra de métodos de extracción de recursos pero, al mismo tiempo, se navega, todos los días, entre toneladas de basura…

…todo un país reclama justicia por los muertos pero nadie piensa en los que están vivos y van a morir por las mismas amenazas… 

…se sataniza a una niña que representa la voz de la naturaleza mientras algún inversionista piensa en qué invertir si sus alegatos tienen éxito… 

…las ideas políticas, ad portas del día de elección, no señalan más allá de sus narices y en batallas de medios se enfrascan en irreconciliables peleas personales…

Pero ninguna de esas razones es la causante de su tristeza, ninguna de ellas lo ha llevado al punto de perder su naturaleza, todas ellas son tan vanas y repetidas, tienen tan baja procedencia que ya ni lo asombran, hacen parte de su comunidad de derrotas aceptadas.

Pero entonces…

¿Cuál es la verdadera perturbación del profesor Noreña?

¿Qué fuerza lo margina de sí mismo con tanta eficacia?

La muerte de la educación… el profundo fracaso de los profesores y las instituciones educativas colombianas

Si los edificios universitarios, en menos de dos semanas, se utilizan para convertirlos en escenarios de guerra o de suicidio, la educación es una profunda decepción.

Si en las huestes docentes universitarias no existe un solo mecanismo para evitar que nuestros estudiantes se lancen desde edificios magnánimos y tradicionales, para morir con el arrepentimiento de que todo se hubiera podido evitar… y si dentro de los cuerpos docentes no existe el más mínimo bloque de retención frente a actividades ilegales dentro de los recintos académicos, lejanas a lo pedagógico-educativo-investigativo y cercanas al fanatismo retrógrado-antihumano-radical, a todas luces falto de razonamiento… y si la gran mayoría de maestros están dedicados a satanizar las diferencias de sus estudiantes, combatiéndolas a punta de notas arbitrarias, olvidos intencionados, mini dictaduras pedagógicas que exacerban su poder y egocentrismo… entonces…

…mil veces… entonces… ¡la educación es un absoluto descalabro y parece la mentira mejor sostenida y más costosa de nuestros tiempos!

Esa es la razón de la tristeza del ******** Noreña, hoy sin su epíteto y con un poema en la boca que no puede escribirse.

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