Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

Entre sabotajes e ideas macabras

El derecho a disentir es una obligación que abre los caminos del desarrollo de las conciencias, tanto individuales como colectivas. Sin embargo, el hacerlo tras la sombra de una idea macabra, perpetúa la violencia.

Y es que fue un exabrupto el ver en un partido de las eliminatorias a la Eurocopa 2016 una esvástica podada sobre el terreno de juego, cuando Croacia e Italia disputaban el liderazgo de su grupo, el pasado 12 de junio. ¿Respuesta a la sanción impuesta a Croacia por haber coreado arengas antisemitas en el partido anterior contra Noruega? O ¿Reflejo de la ultratumba inconsciente en Europa? Lo cierto es que este acto se considera como una desproporción anacrónica, que reivindica las viejas formas de acabarnos entre nosotros.

Y es que una actitud así permite el recrudecimiento de las acciones violentas, es decir, gracias a esa clase de exabruptos, las autoridades aceleran su maquinaria destructora, perpetuando la canallada en espiral: el sabotaje tiene altísimos contenidos violentos y la respuesta en contra de ese sabotaje, así mismo, presenta el doble de violencia que el sabotaje. Resultado: conservación de la cadena de violencia.

Pero si el fútbol tiene su ejemplo, en la realidad local bogotana también aparece su reflejo: hace algunas semanas, durante alguna inspección de rutina, funcionarios del CTI fueron secuestrados, durante algunas horas, por habitantes de las casas de expendio, en el Bronx. Inmediatamente, después de haber garantizado la libertad de los funcionarios, la policía desplegó un operativo de allanamiento, mucho más violento que el gesto del secuestro. Resultado: perpetuación de la violencia en escala mayor al conflicto.

Y es que esto ocurre por no entender la dimensión simbólica del sabotaje, dicho de otra manera, por no abrir la posibilidad inteligente y creativa que alberga el sabotaje en su segunda acepción: obstrucción disimulada.

En el sabotaje hay una relación implícita entre pensamiento y memoria, que es una manera de recrear la vieja tensión entre quien domina y quien se resiste. Utilizar los medios violentos es atribuir una igualdad implícita entre estos dos actores, pero el sabotaje simbólico o creativo es establecer otra clase de relación, mucho más profunda y que enmarca una diferencia: no me igualo con las herramientas de la brutalidad, en cambio, soy creativo en las maneras de decir no. Cuando ello ocurre, es difícil llegar a la violencia, porque la creatividad impone otro plano de relaciones, que exigen una respuesta atípica.

Y este es el punto interesante del tema: abrir mecanismos novedosos para que las respuestas a la diferencia, a la complejidad, al enfrentamiento, no sean siempre la violencia.

Casos en la historia han reflejado esta beneficioso malestar contra la cultura: los franceses trababan con sus zuecos de madera (de allí viene la palabra “sabotaje”) las máquinas de sus industrias como respuesta a las malas condiciones laborales de la primera revolución industrial; Ariel Sharon, en septiembre del 2009, en su calidad de primer ministro israelí, no pudo dar su discurso ante el comité central pues ex – colonos de Gaza boicotearon su micrófono; y de forma más contemporánea, todo el trabajo de la organización YES MEN, emitiendo comunicados falsos para restituir económicamente a las víctimas (http://theyesmen.org/).

Pero tal vez sea este el mejor espacio para rememorar las espectaculares excentricidades de Antanas Mockus, en sus años de alcalde de Bogotá: disfrazarse de súper héroe para acabar la corrupción; vestir un chaleco blanco, con un hueco en el costado, para dejar abierto el corazón y así manifestar su postura frente a la violencia; amarrarse las manos y los dedos para evitar la lógica del ojo por ojo; o abrazarse a una zanahoria para evitar que la gente tenga excesos en la rumba por culpa del alcohol.

Son ejemplos de un sabotaje inteligente, creativo, que no perpetúa la violencia, sino que la aterriza a un plano donde la picardía y el humor fino ponen a pensar a sus interlocutores, desbaratando cualquier clase de contrincantes.

Entre sabotajes e ideas macabras, habría que pensar en esta clase de expresiones, si algún día quisiéramos erradicar la violencia.

Twitter: @exaudiocerros

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