Ventiundedos

Publicado el Andrey Porras Montejo

Busco horizontes sin compartimientos

Una canción famosa de Fito Paez reza “…el amor, después del amor, tal vez, se parezca a este rayo de sol…”. Si jugáramos a cambiar los sustantivos, en Colombia, resultaría la siguiente frase “… el mal, después del mal, se parece a un horizonte negro, con infinitos compartimientos macabros…

Esto lo digo gracias a que cualquier tragedia en Colombia, después de unos años de búsqueda de la verdad, supone un mal mayor, es decir, no contento el inconsciente colombiano con el primer mal, explora otros más graves, generando una realidad inversa pero insostenible para la tranquilidad del ciudadano.

Tal idea reside en la mente popular con la frase “cualquier situación por grave que parezca, puede empeorar”, una radiografía profunda de lo que hay detrás del mal, de lo que presenta un horizonte negro con compartimientos macabros.

Detrás del caso de los 20 niños intoxicados, la semana pasada, y entre ellos, el que no pudo superar la pilatuna indeseable, se encuentra la perversidad diaria de las relaciones de los estudiantes dentro de los colegios: parte de la curiosidad por probar esas sustancias (chirrinchi, marihuana y polvo de extintor) viene de una acción sistemática de matoneo, impartida por estudiantes mayores, preconizando las falsas conciencias sociales: en la búsqueda de sensaciones alucinógenas inolvidables y placenteras, todo vale, porque nuestra precariedad como personas nos lleva a denigrar lo que poseemos para poseer lo inalcanzable… es un desprecio al sí mismo, enmascarado en la estupidez adolescente.

Y si eso ocurre en el plano personal, en lo colectivo, no escampa. Las distintas verdades que han salido después de largos años de investigación en el caso del asesinato de Jaime Garzón, demuestran que la perversidad se multiplica entre fangos inagotables: para ocultar el asesinato del humorista, Castaño ordenó el asesinato de toda la banda criminal, La Terraza, a quienes se les había encargado el magnicidio… perro comiendo perro… el mal ocurrido es un desencadenante de otros males infinitos que permiten una conciencia trastocada, sin límites en la ejecución y con la potestad de variar los sistemas de valores a su acomodo, es un cayo mental que no permite detener la cadena violenta.

Y para finalizar, con la pluma urgente y necesitada, el registrar las tremendas poéticas alrededor de los que murieron injustamente: Luis Carlos Cervantes, otro periodista silenciado por haber denunciado nexos del ejército y la política con los paramilitares, se convierte hoy en el plano dramático de una inteligencia que merecía seguir existiendo, que previó su inminente asesinato, que hizo ruido para que el Sistema Nacional de Protección le devolviera su escolta, y que por razones subjetivas, decidió postergar su destierro, topándose con la muerte en compañía de su hija. Hoy resulta que sus denuncias tienen mucho asidero de verdad, hoy resulta que los implicados han sido absueltos -leguleyadas absurdas de una justicia sin rostro-, hoy resulta que después del mal de su asesinato, la mediocridad del estado y las argucias de los asesinos son más ciertas que la vida de una persona libre en su forma de ser, pensar y vivir.

¿Qué hay detrás del mal? Pues más mal y con rasgos cínicos ¿Qué hay detrás de un asesinato? Pues otros asesinatos y con la inhumanidad sin límite ¿Qué hay detrás de la muerte de nuestros niños? Más muerte rondando con ignorancia, con altivez, con impunidad, oculta bajo el retrato de una sociedad que no sabe qué hacer con sus jóvenes.

El desespero inclemente  de quienes rechazamos tener que aceptar un país de cajón doble, un país de Pandora exponencial, debe ser catalizador de una sociedad nueva, con horizontes que no tengan compartimientos escondidos.   

@exaudiocerros, [email protected]

1430422747066

Comentarios