Así como el épico Pablo Neruda clamó su “canto para Bolívar” en una versión apropiada de la plegaria ortodoxa, y la psuvista María Estrella Uribe en una muy pintoresca alocución emanó su “Chávez Nuestro”, considero ecuánime que nuestro Presidente tenga su afín, so pena de engendrar recelos entre quienes deliberen que sus caudillos asimismo son dignos de adoración.
Quizás no versifique mi plegaria pues poeta no soy, más lo denotado acata lo que dicta la voz de mi conciencia que no es más que la obediencia al gran conglomerado que encarna mi humilde prosa.
Santos nuestro que estás en palacio, bondadosos sean tus actos, revierte la reforma tributaria, aumenta los impuestos a los magnates y no aporrees más a la clase media e indigente clase trabajadora colombiana.
Pugna contra el monopolio y la mezquindad, observa los fenómenos de pobreza y desigualdad, replanteando las políticas salariales y laborales del país.
Hágase Presidente la Paz así en el monte como en las urbes, atendiendo paralelamente al cese del conflicto, componentes imperiosos como: salud, educación, seguridad, justicia, pobreza, vivienda y bienestar; entre un sin fin.
Perdona nuestras ofensas, así como nosotros perdonamos tus reformas. Perdona también nuestro síndrome de Estocolmo, porque entre más daños nos hacen, más veneramos a los padres de esta patria.
Acaba los intereses mercantilistas de la salud. Imploramos el fin de los paseos de la muerte; que las normas de salud la fragüen médicos y no políticos, que el paciente no sea un cliente, que la solución para todos los males no sea el ibuprofeno, el acetaminofén y el diclofenaco.
No nos dejes caer en provocaciones uribístas, concédeles el perdón y el descanso al país, más no admitas que sigan emigrando camuflados de turistas. No permitas que nuestros campesinos paguen patentes multinacionales y semillas privatizadas. Recubre de amor al Esmad para que no descalabren a nuestros congéneres.
Líbranos de Electricaribe y cumple tu promesa de campaña. Regula la emisión violenta e impúdica de la televisión que constituye una verdadera apología al delito y dista del tipo de sociedad que soñamos construir. Que no reanuden el sacrificio taurino y por favor que no dejen hablar a Timochenko.
Envíale la luz a Parody para que instruyan a nuestros aprendices en menos cháchara y más pensamiento, interpretación y solución de problemas; para que nos guie por el camino de abandono del vergonzoso último lugar en pruebas Pisa. Amén.