Utopeando │@soyjuanctorres

Publicado el Juan Carlos Torres

Del letargo de los Holguín y el rescate del galeón.

Con optimismo, el gobierno colombiano zarpa hacia una aventura legal en busca del tesoro sumergido más valioso y codiciado del caribe, y quizás del mundo; una fortuna  enclavada en un navío izado con pabellón español y propiedad del Virreinato Peruano, que  naufragó en aguas territoriales colombianas, adyacentes a las Islas del Rosario hace más de tres siglos.

La gestión colombiana históricamente en materia de litigios internacionales ha estado precedida por una mísera defensa vencida en Tribunales internacionales unas, y en cesiones generosas e invasiones militares  otras; de tierra firme,  área marítima, reservas arqueológicas y culturales; y piedras preciosas, entre otros capitales. No sólo con el engaño a nuestros aborígenes en épocas de la conquista, sino también en la modernidad, a nuestros diplomáticos cancilleres y eruditos  juristas a quienes también  burlaron.

Entre el acervo del menoscabo al patrimonio nacional encontramos por doquier a los Holguín, una familia tradicional colombiana que no abdica el poder de las relaciones internacionales y la diplomacia desde el antepenúltimo siglo, coligiendo  la impericia real con la que han procedido. Veamos:

En 1892 el entonces presidente de Colombia, Carlos Holguín Mallarino, tío bisabuelo de María Ángela Holguín, le regaló a la reina de España, María Cristina de Habsburgo-Lorena, ciento veintidós  piezas precolombinas elaboradas en oro y  denominada por los historiadores  como el “Tesoro Quimbaya”. Gracias a la generosa donación de las  invaluables y ricas antigüedades Quimbayas, de gran valor arqueológico y cultural,  el  patrimonio colombiano de nuestros indígenas del Quindío, famosos por la producción de piezas de oro en alta calidad, se convirtió en patrimonio español.

El general Jorge Holguín Mallarino bisabuelo de la actual Canciller, también Presidente de Colombia años después, siendo Ministro de Asuntos Exteriores en 1896, cedió a través de un tratado de límites con Venezuela la mitad de la península de La Guajira. Holguín Mallarino también ejerció como Ministro de Guerra durante la época en que perdimos Panamá.

En 1922, siendo Presidente Jorge Holguín Mallarino, firmó el Tratado Salamón- Lozano, cediendo al Perú gran brazo de tierra sobre la ribera del rio Amazonas, territorio colombiano confirmado en diversos tratados desde 1810. En su Presidencia también,  fue ratificado el tratado Thompson –Urrutia a fin de solucionar el conflicto entre estadounidenses y colombianos, provocado por la intervención de Estados Unidos en la separación de Panamá. En virtud a las disculpas, Colombia recibió veinticinco millones de dólares de indemnización.

En 1952, el ilustre canciller colombiano Juan Uribe Holguín, conceptuó que los Monjes, cinco islotes rocosos deshabitados y desprovistos de vegetación en el Océano Atlántico, a 18 millas de La Guajira, no pertenecían a Colombia, desconociendo el criterio de los célebres compatriotas que publicaron el mapa sobre los límites nacionales en 1944. Ante este nuevo litigio con el vecino país, el canciller envió una nota manifestando que Colombia carecía de soberanía sobre los monjes y que no se oponía a ninguna reclamación ante cualquier acto de dominio sobre el archipiélago. Aduciendo por último, “que valía más la cordialidad con Venezuela demostrándole el aprecio a su amistad, que la posesión de los islotes”. ¡Así como lo leen, los cedió olímpica y generosamente!

De tal suerte, que el panorama en materia de protección de territorio y patrimonio colombiano en manos de los Holguín no ha sido muy alentador, una dinastía caracterizada por la generosidad,  la diplomacia y el letargo, que ha representado para el país, una desventaja en litigios internacionales, donde se enfrenta a insaciables expansionistas y piratas modernos.

María Ángela Holguín, actual canciller y la más diplomática de su abolengo, no ha sido ajena a la modorra, no ha podido resolver entre otros,  la crisis fronteriza y humanitaria con Venezuela que aún persiste. Asimismo, no logró llamar la atención de la OEA y menos de UNASUR,  pese al drama que vivenciaron miles de colombianos deportados. Ahora dudo la enfrenta con verdaderos pesos pesados y tiranos como España, diestro  contrincante caza fortunas, y   los poderosos empresarios y políticos estadounidenses, accionistas de la firma Sea Search Armada (SSA) dueña de los derechos de la extinta empresa Glocca Morra Company, contratada en 1982 por Colombia para la exploración del San José y reclamante de la mitad del botín; y si acaso, también el gobierno Peruano, nación despojada y legítima  dueña hace tres siglos de la riqueza sumergida en el navío  español.

Todo lo anterior para reflexionar sobre la negligencia histórica de los Holguín frente a la protección del patrimonio, territorio e  intereses nacionales. No sabemos a ciencia cierta si los lingotes, esmeraldas, barras y monedas de oro y plata, han sobrevivido a las incursiones piratas desde entonces. No obstante,  si se pretende conquistar por lo menos el remanente del tesoro  en los estrados internacionales, se debe relevar  del cargo inaplazablemente a María Ángela Holguín.

Buen viento y buena mar al gobierno en la pugna por el tesoro estimado en diez mil millones de dólares.

 @soyjuanctorres

Comentarios