Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

El último soborno de Felipe Moncaleano

Una persona que trabajó en reaseguros envió este comentario sobre Felipe Moncaleano Botero, condenado a 6 años de prisión en Miami por soborno y lavado de activos:

Creer, como lo indica su abogado defensor Kendall B. Coffey, que Felipe Moncaleano Botero (FMB) fue durante la totalidad de su vida profesional un ícono de la moralidad, el profesionalismo, las sanas costumbres, etcétera y que el crimen por el que fue condenado obedece a un comportamiento extrañísimo en tan ejemplar persona, es pensar que Odebrecht creó una Vice Presidencia de Sobornos única y exclusivamente para ganarse una insignificante licitación para la construcción de 600 kilómetros en la Ruta del Sol en Colombia.

No, el abogado Coffey desde luego procura lo mejor para su cliente. FMB tuvo todo lo que se necesitó para merecer la descripción que de él hace el abogado, profesionalismo, carácter, personalidad arrolladora, conocimiento como pocos en su sector. Pero una característica adicional lo llevó temprano a torcerse en el camino, la ambición. Quienes fuimos sus colegas observamos en múltiples ocasiones como ofertaba por debajo del costo real para hacerse a una cuenta, sembrar la semilla de la corrupción en el cliente, muchos de ellos sector público, y recuperar con creces en los años siguientes la inversión realizada sobrecargando precios y compartiéndolo al estilo de de las coimas en Ecuador. El soborno que pagó al presidente de Seguros Sucre no fue el primero en su vida, pero sí fue posiblemente el último.

En los primeros años de la década anterior Colombia pudo haber conocido quien era realmente FMB. A Satena llego un nuevo gerente, un General valioso y honesto, que gracias a amigos del sector aeronáutico supo que Moncaleano cobraba en ese entonces 750.000 dólares de más a la empresa aérea de lo que le pagaba al mercado asegurador en Inglaterra. El General cambió de intermediario, se ahorró los 750.000 dólares que con seguridad aceitaba la administración anterior y enriquecía indebidamente a Moncaleano. Se quejó ante la Superfinanciera de entonces quien indagó, recibió múltiples explicaciones de FMB, se comió el cuento y cerró el caso. No se preocupó por indagar más a fondo, si lo mismo había sucedido con otras vigencias, si igual práctica ocurría con otros clientes del señor Moncaleano. Es mas, ni consideró necesario dar a conocer el hecho a la Fiscalía General. En Colombia eran un secreto a voces sus practicas ilegales. Sus clientes, por razonas de muchos pesos, lo adoraban y ninguno de sus colegas tuvimos el valor de denunciarlo. 

Al señor Moncaleano no se le torció su integridad en los últimos días de vida profesional. Se le acabó la suerte. Los investigadores gringos no cayeron embrujados con sus encantos y su dinero.

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