Entrevista publicada en Vanguardia Liberal:
“No hay cosa más indigna que un juez corrupto”
-
El magistrado Rafael también fue catedrático de varias universidades del país y es especialista en Derecho Público. Además, adelantó estudios de posgrado en Derecho Laboral y Curso de Doctorado en el Instituto de Derecho Comparado de la Universidad Complutense de Madrid. (Foto: Fabián Hernández/VANGUARDIA LIBERAL).
En su oficina, además de libros y montones de documentos, expedientes y procesos, hay música, porque ella lo devuelve a su niñez.
Es oriundo de San Gil, donde desde antes de nacer ya en su casa había piano y biblioteca. Creció rodeado de ambas cosas y hoy agradece por ello, pues a la cultura le atribuye lo que ha hecho y logrado. A eso y a los excelentes profesores que tuvo en la Facultad de Derecho de la Universidad de los Andes, de la que se graduó hace 40 años.
Después de unos años de laborar como Asesor Jurídico de las Empresas Públicas de Bucaramanga y un período de estudios en España, el 22 de junio de 1988 el Consejo de Estado lo nombró Magistrado del Tribunal Administrativo de Santander.
Gutiérrez Solano cuenta que es el único abogado de la Universidad de los Andes que ha ejercido una carrera judicial por más de 35 años, durante los cuales no ha tenido ninguna observación en su hoja de vida.
Se siente orgulloso de su trayectoria, de haber optado por la carrera que eligió y de su constancia para seguir estudiando e investigando y así servir a su departamento y al país.
No duda de que la base de todo es la familia, aquella que lo formó y luego la que integró junto a su esposa María del Pilar Camargo y sus dos hijas Lina María y Antonieta.
En charla con Vanguardia Liberal compartió lo que para él significa ser un buen juez, su posición frente a temas como el aborto y lo que cree que devolvería la confianza en la Justicia del país.

¿Qué ha sido y qué es lo más difícil de administrar la justicia?
A los jueces y magistrados nos culpan cuando se producen algunos hechos que tienen que ver con la conducta de las personas, pero las leyes no las hacemos los jueces, las expide el Congreso y para infortunio de todos, allí no siempre llegan los mejores. Tenemos que aplicar las leyes, es nuestro deber y obligación.
Es cierto. Hay mucha congestión en la administración de justicia y en los tribunales de todo el país porque la demanda es muy alta. Somos los jueces del Estado y a éste lo manejan seres humanos que cometen muchos errores y todos llegan para nuestro estudio y tenemos que decidirlos. La justicia que no es pronta no puede ser buena justicia, eso lo sabemos, nos preocupa. Así también lo entienden otros entes como el Consejo Superior de la Judicatura y el Consejo de Estado que han están atentos a colaborarnos, pero falta más apoyo del gobierno en la parte presupuestal nombrando más magistrados, jueces y personal subalterno. Ahora hay una idea muy atractiva que comparto y es que los procuradores y notarios puedan decidir controversias judiciales, de esa manera el Estado se ahorraría una millonada y serían muy buenos colaboradores.
¿Por qué está tan desacreditada la justicia últimamente?
Yo creo que hay un problema de formación de las personas que aspiran y llegan a los cargos públicos. Estamos ante una sociedad decadente. Los valores y principios se han quedado atrás y hoy se premia al avivato, al audaz. No importa cómo se llega, hay que llegar. Esa cultura no debería hacer curso en la administración de justicia. A los tribunales y cortes en algunos casos no han arribado los mejor estructurados y dignos. Por eso se presentan casos tan graves como el denominado “Cartel de la Toga”, circunstancia que puso en tela de juicio a todos los magistrados y jueces honestos y probos que somos la mayoría. Eso cala en la sociedad. Necesitamos que las autoridades competentes decidan pronto en relación con esas imputaciones.
En verdad no hay cosa más indigna que un juez o un magistrado corrupto. Eso afrenta a la sociedad, porque la corrupción de lo mejor, es lo peor. La comunidad aspira siempre a que sus jueces sean el fiel de la balanza, de lo contrario, todo empieza a desmoronarse. Nuestra Nación está minada por dos factores: la corrupción y la impunidad.
¿Cómo se recupera la credibilidad?
Al presentarse fenómenos de corrupción tan ostensibles como los denunciados públicamente, no es fácil recuperarse. Debe retomarse un trabajo que rescate los valores y principios. Por ello yo aspiro a que quienes me sucedan como magistrado, sigan el sendero que he transitado y no se vayan a dejar tentar por nada ni por nadie.
¿Cómo se es un buen juez y magistrado?
No basta la formación jurídica, debe haber un complemento humanístico, porque el juez produce sus decisiones para una comunidad y si no conoce su historia, geografía, cultura, idiosincrasia, la clase de personas que viven en ese entorno, se está alejando de la realidad a la que se debe. Un buen juez no puede estar enclaustrado en una oficina en medio de expedientes y olvidar que hay una sociedad que lo está observando. Hay que ser estudioso, disciplinado, investigador porque a los jueces nos pasa lo de la mayoría de los profesionales, nos toca estudiar todos los días. Además, yo he aplicado en mi vida cotidiana los principios de los juristas romanos Gayo y Ulpiano: vivir honestamente, dar a cada cual lo suyo y no hacer daño a los demás.
Sí claro, totalmente seguro. Las personas que integran esta Corporación son dignas, probas, correctas y muy trabajadoras. En términos generales, la administración de justicia en Santander es así, habrá excepciones, como todo, pero en Santander estamos en unas condiciones mucho mejores que en otras regiones.
¿Se arrepiente de alguna decisión tomada en términos de justicia?
No me arrepiento de lo que he hecho, sino de lo que no he hecho.
¿La decisión con la que se sintió más orgulloso?
Cuando uno ama lo que hace, todas las decisiones lo hacen sentir feliz. Estoy colaborando en derecho, resolviendo diariamente situaciones que interesan a alguien y por eso es satisfactorio cumplir con ese deber. Me siento orgulloso de lo que hago.
¿Cuál es su posición sobre el aborto?
La Corte Constitucional desde hace mucho tiempo sentó unas posiciones claras sobre eso y fijó tres circunstancias sobre las que se debe practicar el aborto. Yo comparto que en esos eventos se respete el derecho a llevar a cabo ese procedimiento.
¿Y sobre la adopción por parte de personas del mismo sexo?
No tengo ningún tipo de prevenciones. El Papa Francisco, cuando le preguntaron su opinión sobre los homosexuales dijo que él no era nadie para juzgarlos y lo mismo digo yo. Soy partidario de que ellos tengan todos los derechos que la ley y la Constitución les permita, porque merecen consideración y respeto de la sociedad.