EN EL UMBRAL DE UNA DICTADURA
Por Juan Raúl Navarro
Guillermo Botero, quien será el ministro de Defensa del gobierno entrante, propone una ley estatutaria para regular la protesta social. Fresco como una lechuga, sin despeinarse, sostiene: “En el ámbito social, respetamos la protesta social, pero también creemos que debe ser una protesta ordenada que verdaderamente represente los intereses de todos los colombianos y no solo de un pequeño grupo”.
Qué estupidez y qué cinismo. Si alguna causa representara el interés de todos los colombianos, no tendríamos contra quien protestar. A no ser que fuera por una amenaza extranjera o por una invasión extraterrestre.
Botero dice “respetamos”, en plural, porque habla como vocero del gobierno, sin notar que lo que propone es una arbitrariedad irrespetuosa. De aprobarse esa ley estatutaria, las minorías y la mitad o más de los colombianos, que no nos sentimos representados por el gobierno de Iván Duque, no podremos realizar protestas sociales cuando nos sintamos afectados por sus políticas, pues jamás seremos la totalidad de los colombianos. Y a sus opositores, mientras ellos estén en el poder, nunca nos reconocerá como mayoría, aunque lo seamos.
La pretensión de violar los derechos de quienes no comulgamos con su credo político es un claro atisbo de la manera descarada con que se quieren blindar el mandatario y su secuaz el presidente. Nos envian un mensaje sesgado, advirtiendo que no toleraran los reclamos multitudinarios y sin tregua que desde ya presienten. Hay que otorgarles membresía de honor en el Club de los Necios, pues ignoran que con este tipo de abusos, propios de una dictadura, lo que logran es acrecentar el descontento. No se entiende cómo Duque es capaz de hablar de la reconciliación de Colombia si el jinete que lo espolea lo lleva derecho hacia la guerra.
Yo –que soy antirracista, agnóstico, amigo de “no heterosexuales”, y antiuribista– estoy aterrado. Mañana comienzo a pedir asilo en un país lejano de esta segunda Venezuela, donde, como en la primera, pronto será delito protestar.