Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

Fiat Justitia – Que se haga justicia

Publicamos del diplomático doctor José Joaquín Gori:

FIAT JUSTITIA – QUE SE HAGA JUSTICIA

En su columna dominical de El Espectador el jurista Ramiro Bejarano presenta una radiografía de los desafueros gubernamentales a raíz de la medida de reclusión domiciliaria que le dictó al señor Álvaro Uribe el máximo órgano judicial. Remata elogiando la biografía de Churchill de Andrew Roberts, que por cierto es ideal para esta época de reclusión, por lo documentada, por lo apasionante y por lo densa. Coincidencialmente, en alguna parte de esa obra sale a relucir la máxima «FIAT JUSTITIA RUAT CAELUM» (que se haga justicia aunque se caiga el cielo). Según se quiera ver, es una advertencia de que en ocasiones la aplicación despiadada de la justicia puede ocasionar una catástrofe desproporcionada. Bajo esa óptica la justicia no sólo debería matizarse por la equidad, que al decir de Aristóteles es una dichosa rectificación de aquella; sino que en ocasiones debe reprimirse para que no ocasione una explosión.

En realidad la máxima se sustenta en la proposición inversa: la justicia debe llevarse a cabo pase lo que pase. Cierto como lo es, se trata de un concepto que puede llevar a extravagancias. Se relata el caso de un soldado romano que regresó de una misión sin su compañero. Lo mandaron ejecutar por sospecha de asesinato, pero cuando se iba a cumplir la sentencia apareció el desaparecido. Como en la canción, no estaba muerto; estaba de parranda. El centurión aplazó la ejecución para informarle a su comandante, quien montó en cólera y mandó cumplir la ejecución, y ejecutar de ñapa al centurión, por no haber cumplido la orden; y al soldado que apareció, por haber causado la muerte de dos inocentes.

Este lema sale a bailar entre nosotros por el estruendo que ha causado una simple medida de reclusión domiciliaria dictada luego de un prolongado proceso, pero que afecta al expresidente Uribe, cuyos áulicos lo consideran por encima de las leyes. Se han soltado los más curiosos exabruptos. Una excelente periodista propuso que sin importar los hechos debía tenerse en cuenta lo que hizo el señor Uribe por el país; olvidando que fue muy bueno en hacer mal y rodearse mal, y que no se puede hacer el bien causando mal. La santidad no confiere patente de corso. Una columnista que debe sentirse la reencarnación de Trasímaco y cada domingo actualiza al oráculo de Delfos considera que desde que hubo unanimidad en la decisión es porque hay algo turbio; y agrega que el hecho de que el expediente sea extraordinariamente voluminoso significa que no contiene nada sólido en cuanto a pruebas y evidencias. Con una juez de ese talante alguien puede ser condenado porque le parece sospechoso que esté limpio de pruebas; o declarado inocente porque considera sospechoso que haya demasiadas. ¿Significa esto que la cascada de decretos del dictados por el gobierno desde que apareció el Covid- 19 son todos chimbos? Pues traen tantos considerandos, todos repetitivos, inocuos e inanes, incoherentes e inconsecuentes, inoportunos e irrelevantes, que nadie es capaz de llegar a la parte dispositiva. Son, eso si, un eficaz remedio contra el insomnio.

Una parlamentaria propone desarmar nuevamente la institucionalidad del país mediante la convocatoria de una constituyente de bolsillo. Otra incita a la rebelión, convocando a las reservas. Y, entretanto, los periodistas y comunicadores atizan el fuego en sus programas de radio y televisión, dándole infinitos espacios para basurear a placer a las cortes al gobierno en pleno, que de hecho cuenta con su Hora Duque diaria y se ha gastado fortunas en mejoramiento de imagen. Esto recrea el ambiente que se vivía en la República Dominicana en la era Trujillo, cuando todos los estamentos de la sociedad le rendían culto a S.E el Generalísimo Doctor Rafael Leonidas Trujillo, Benefactor de la Patria y Padre de la Patria Nueva, etc., etc.

El Chapulín ya no nos puede salvar. Para fortuna el país cuenta con periodistas serios y que conocen de ética, como el mismo Bejarano o los tres Danieles. Son el rescoldo de la llama democrática que todavía flamea en el país. Débil… pero más terca que virus chino.

La medida de reclusión domiciliaria no es más que simbólica, pues de hecho el expresidente Uribe estaba recluido en sus posesiones. Bajo las propias medidas gubernamentales no podía salir con su ejército de escoltas. De modo que no tiene por qué estallar el mundo, ni fenece la República, ni triunfan las conspiraciones. Pero gracias al rebaño de cipayos que han saltado a la palestra y a la descarada injerencia de parlamentarios y altos funcionarios del Estado se le hace un gran daño a la democracia; un daño que afortunadamente quizás la fortalezca.

El lema personal de Fernando de Habsburgo era todavía más rotundo: “FIAT JUSTITIA, ET PEREAT MUNDUS” (que se haga justicia, aunque perezca el mundo). Ocurre, sin embargo, que nosotros no manejamos lemas, como se dice ahora. Por ello esta sentencia radical, en cualquiera de sus formulaciones, es inaplicable al caso. Asimismo, tampoco aplica el motto de Felipe II de España, NON SUFFICIT ORBIS (no me alcanza el orbe). Curiosamente, al monarca que quería conquistar a lomo de caballo el universo mundo lo conocían como el “rey prudente”.

Una decisión judicial es la respiración de la democracia. La justicia, si equitativa, sólo restaura el derecho; no derrumba el orden. El mundo ni se desploma por un fallo ni se conquista a lomo de caballo. Bien lo proclamó el gran economista Ludwig von Mises, reversando el enunciado: “ FIAT JUSTITIA, NE PEREAT MUNDUS” (que se haga justicia, para que no perezca el mundo).

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