Unidad Investigativa

Publicado el Alberto Donadio

El eterno tema de la reforma a la justicia

El eterno tema de la Reforma a la Justicia.
Cada vez peor.
                                       Mauricio Luna Bisbal
                                       Criminólogo cuántico.
El sistema penal acusatorio sirve para una ciudad con diez mil ( 10.000) habitantes en la cual se comentan dos delitos por año y los resuelva un jurado de conciencia con adecuada selección.

Desde luego, para una ciudad como Bogotá, con casi diez millones ( 10 ‘000.000) de habitantes en la cual se cometen decenas de delitos por minuto y además no hay jurado de conciencia, el sistema acusatorio no sirve.
Y no sirve por muchísimas razones.
– Lo más importante es sustituir un paradigma de culpa y de cárcel por un paradigma que nos permita acceder a un nivel superior de organización social.
La culpa y la cárcel han hecho que la cultura jurídica de occidente haya perdido más de dos mil ( 2000 ) años porque no hemos ascendido a ese mejor nivel. No es necesario hacer la lista de las grandes falencias. Es casi interminable.
Quienes hemos litigado con los tres  códigos de procedimiento penal: el  de 1938, el de la ley 600 de 2000 y el de la ley 906 de 2004, vemos que cada vez la legislación empeora las falencias en la administración de justicia. Resumo los peores errores de la última normativa, copiada del sistema anglo americano:
-El Fiscal como parte y titular de la acción penal: el fiscal jamás puede considerarse como parte porque no se afecta personalmente con las decisiones de la Fiscalía, de los jueces o magistrados. Es un sujeto procesal que debe ser imparcial ante las partes y siempre buscando la verdad, la justicia, la reparación y la no repetición.
– El Juez es un convidado de piedra porque no puede decretar y practicar elementos probatorios por iniciativa personal llamada también » de oficio», lo cual es torpe miopía porque un buen juez tiene la clave superior para que la decisión sea acertada. El haber amputado esta facultad, con el pretexto de mantener una inmaculada neutralidad o de evitar dilaciones eternas seguidas de prescripción, ha precipitado decisiones injustas en las cuales, muchas veces jueces y magistrados «echan de menos» ciertos elementos probatorios presentes al inicio de una investigación pero que no fueron presentados oportunamente por el Fiscal o no fueron desarrollados en la audiencia de juicio porque el acusado o su abogado no llevaron a un perito médico para que ratificara un examen, ya por olvido o ya porque el particular no tiene el poder de coerción y coacción para hacer comparecer a este perito.
– El calificativo de adversarial que se da al sistema actual es erróneo porque la palabra «adversarial» no es de recibo en la lengua castellana; cuestión distinta es la calificación de » controversial «. Y para que haya controversia, el fiscal no debe ser adversario de la defensa ni la defensa debe ser adversaria del fiscal. Tampoco el juez debe ser un sujeto marginal sino, todo lo contrario, director principal. Todos aportan.
– El sistema acusatorio ha generado una epidemia de «archivitis». Se conocen casos de diversas denuncias que se archivan al día siguiente de haber sido formuladas con la excusa de «imposibilidad para identificar al responsable», cuando todavía no se ordenado o recaudado el resultado del menor esfuerzo probatorio.
– Hay muchísimas falencias de distinta índole pero las resumo así:
== Hasta tanto no haya monopolio de las armas por parte del Estado, difícil esperar jueces con vocación y coraje;
== Hasta tanto no haya una sanción penal diferente a la privación de libertad y escogida por un mínimo equipo interdisciplinario de psicólogos, psiquiatras, criminólogos y terapeutas ocupacionales para gestar una sanción que se ajuste a la verdad, la justicia, la reparación y la garantía de no repetición, pero que además logre ese acceso a un nivel superior de organización social, seguiremos con esta postración espiritual en la cual creemos que la tipicidad de la sanción es un problema aritmético personal y no un desafío energético social.

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