Esos cambios que deseas ver manifestados nacen de cada acción pequeña que tomas, se hacen evidentes una vez te permites vibrar en tranquilidad y paz con el día a día que llevas, y empiezan a convertirse en un hábito cuando pasan de ser una obligación a ser parte de la cadencia del día a día en la que las actividades que realizas van formando para ti una maravillosa melodía llena de todo aquello que te hace bien. No es más sino darnos más de lo que nos nutre y poner al márgen todo aquello que nos daña. Sencillo.
La mente ya empezó a dudar, ¿cierto?, la mente ya te está vendiendo la idea de que es más difícil de lo que parece, te muestra las veces en las que te has fallado, te compara con quienes si tienen los recursos, la disciplina el tiempo para cumplirse o hacer las cosas bien, ¿verdad?. Así me pasaba a mí y te comparto a continuación lo que me ha ayudado a liberarme no sólo de las expectativas sino del ruído del fatalismo que te ancla a lo que vibra bajito y “te hace caer” de nuevo.
La desconexión inevitable que viene del forzar
Necesitaba hacer ciertos cambios en mi vida, eso era claro. Sabía qué ajustes empezar a hacer y tenía una vaga idea de cómo empezar a implementarlos, así que el primer paso (que consideré natural) fue volverme estricta, tener listados de tareas, redistribuir lo que necesitaba hacer en franjas horarias y tener hasta pendientes (para sentir el tiempo lleno de cosas por hacer) y así me mantuve por un tiempo, sin saber que al hacerlo…
Me alimenté de la energía de carencia que viene del forzar, del llamado inevitable a la “fuerza de voluntad” y con él vino la insatisfacción que nace del saber que si o si hay que hacer las cosas y que la gratificación viene del resultado y no del proceso que me lleva a hacerlas. Aumentó en mi el vacío de saber que siempre hay algo por ajustar y que el momento presente sólo está en pausa mientras la voluntad va marcando un ritmo que presiona, que se siente ajeno; comprobé que al forzar la mente lo único que hago es empoderar a los pensamientos que me juzgan si las cosas no salen “como deberían” y que cada vez es más difícil empezar de nuevo. Y abiertamente decidí desistir.
El amor compasivo que alimenta la coherencia
Lo que pasó después fue maravilloso, porque comprendí que la fuerza de voluntad sólo me mantenía al márgen del amor propio y alimentaba la insatisfacción con lo que hacía, y que así como se manifestaba en un área de mi vida, empezó a hacerse evidente en todas. Y fue en ese momento en el que decidí renunciar a la fuerza autoimpuesta y poco flexible para permitirme llevarme a la coherencia.
El paso no fue fácil, pero el sentirse bien en el día a día independientemente de las expectativas fue el mejor regalo que pude darme y al sentir sus beneficios no pude evitar mantenerme por ese camino amoroso conmigo.
La mente vende el “no tener fuerza de voluntad” como malo, como esa invitación a la mediocridad o a la pereza, como eso que no nos podemos permitir; cuando en realidad es una invitación a comprender el libre albedrío, el explorar la vida sin juicios, el vernos desde el amor que nos permite tomar las riendas de nuestra vida y de nuestros actos una forma amorosa, llena de confianza y seguridad.
Eliminar las barreras de lo autoimpuesto y lo impuesto en la mente, es el regalo que viene al vivirse desde la coherencia, el comprender que respondemos frente a lo habitual de la vida y frente a lo nuevo desde los valores que nos caracterizan y no desde la presión, vernos con la autonomía necesaria (y suficiente) para tomar acción desde nuestro lugar más fiel a nosotros mismos cada vez que sea requerido, no tiene precio; y pasar de descubrirlo a convertirlo en algo del día a día, es una bendición.
Así que permítete conectar con la coherencia que viene del mirarte con compasión y empezar a actuar desde tu soberanía interna eligiendo el sentido que le das a lo que experimentas y recibiendo abiertamente el aprendizaje que trae tu paso por este plano. Permítete alinearte con todo aquello que te hace bien, escucharte cuando necesitas “algo más” y agradecerte cuando te mantienes en el tiempo haciendo lo que crees que aporta para tu más alto bien.
Recuerda que…
En cada oportunidad que te honras está la energía para seguirlo haciendo, en cada momento en el que te cumples sin forzarte estás siendo coherente con lo que eres, en cada situación en la que eliges desde tu seguridad y firmeza estás confirmando tu sabiduría y en cada momento en el que respondes a los estímulos desde tu verdad, te estás tratando con compasión y amor… no te detengas y ve paso a paso, ¡permitiéndote descubrir el sentido de tu paso en este plano conforme sumas días cumpliéndote!
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