Una mente variante

Publicado el una mente variante

Disperso por elección

Frente a lo que te incomoda, no te gusta, no te atrae o sencillamente no te importa, puedes elegir ser/estar disperso; frente a situaciones que demandan de ti una vinculación emocional o sentimental puedes elegir ser/estar disperso; frente a las decisiones, los acuerdos, las negociaciones o el estar presente para otros, puedes elegir ser/estar disperso.

El estar disperso o tener la mente en la luna, para muchos es una elección (consciente o no) y por más que duela admitirlo para quienes somos espectadores de ello o para quienes vemos las consecuencias de este “hacerse a un lado” es más habitual de lo que parece y muchas veces, pese a que sabemos que se está en ese estado no se hace nada para salir de él.

Estar disperso tiene algo de estar cansado, de tener la mente y el corazón por caminos distintos, sumado al hecho de que el actuar refleja algo completamente diferente también. No tiene lado malo ni bueno, es algo que simplemente ES; habla de la incapacidad de conectar con el momento presente, de la necesidad de aislarse de lo que se vive por que se cree que es incompatible, del miedo a “hacerse cargo de las situaciones del día a día”, de la escasa atención que nos prestamos… pero de la gran necesidad de conexión interna y con la realidad que se ha creado.

 

Las tareas, las ocupaciones, las preocupaciones y el ser disperso.

Crecimos con la creencia de que no estar profundamente vinculado (metido hasta la cabeza) con la realidad propia (y hasta con la de los demás) es no hacerse cargo y no hacerse cargo es algo irresponsable y malo; sin embargo, hay algo más profundo en esto, más allá del relacionarlo con la obligación de estar frente a la realidad que se vive y compartiendo con quienes están en ella, hay que dar una mirada también a lo que lo origina. Una mirada amplia a todas aquellas tareas y ocupaciones que terminan siendo obligaciones, a esos momentos en los que un NO bien puesto puede ser el antídoto contra la dispersión, porque no nos llevamos a hacer cosas con las que no nos sentimos cómodos.

Vivimos en un mundo que premia el estar ocupado, el estar abrumado, el tener la agenda llena, el estar en modo multitasking atendiendo mil temas a la vez, eso no podemos negarlo, y muchas veces el caer en este juego de agendas a full y de poco tiempo para escucharnos nos lleva por caminos en los que no nos permitimos dar un NO por respuesta, en los que terminamos aceptando compromisos que pueden no ser útiles ni necesarios, en los que cargamos más peso del que podemos cargar y en el que llegamos a estar en contacto con muchísimas más personas de las que quisieramos (y admitámoslo, hay momentos en los que quisiéramos tener menos contactos en el celular, menos “nuevos conocidos”, menos vidas en las que estar -tranqui, no está mal ni bien-) y entre más te brindes de todo esto que te llena, menos espacio y atención tienes disponible para los demás y mucho menos para ti mismo; y entre más te brindes eso que te abruma, más vas a querer fugarte y tu escape será el ser disperso; y entre más te brindes eso que te abruma y además no está alineado a lo que eres, sientes, quieres y deseas para ti… vas a llegar a necesitar estar disperso.

Estar o ser disperso no sólo está relacionado con el evadir, con el fijar la atención en cualquier cosa menos en aquellas que demanden de ti algo que no quieras hacer o que no desees afrontar, sino en el llamado intenso del alma a prestarte atención, a escucharte, a ver lo que te incomoda y a encontrar la forma más clara y sencilla de hacerte bien, de brindarte bienestar, de poner límites y de darte prioridad por sobre todo lo que se te presente. Es un gran llamado a comprometerte con tu momento presente y con lo que te brinda bienestar, una invitación de la vida a llevar tu atención a ti antes de entregársela a todo lo demás, a llevar tu atención a ti para saber si vas a estar dispuesto a atender a todo aquello que “se te viene encima”.

 

Volver a conectar para manejar el “ser disperso”

Vivir el momento presente es una de las formas de anclarse y de manejar la “dispersión” es una invitación hermosa a bajarle a las revoluciones a los pensamientos, a descubrir la calma en la que puedes saber si eso que estás a punto de aceptar, permitir o decidir está alineado realmente con lo que puedes manejar; una invitación a dejar de ver las actividades de tu día como obligaciones a las que no les puedes decir que no, una invitación a dejar de obligarte a hacer cosas con las que no te sientes cómodo.

Vivir el momento presente demanda de ti atención a todo lo que sientes, a toda pequeña muestra de fastidio, enojo, incomodidad, queja, pena, culpa y hasta amargue cuando las situaciones de dan; demanda que prestes atención a lo que piensas cuando te “piden que hagas algo”, cuando “te hacen una propuesta”, cuando “te sugieren algo” y que llegues al punto de escucharte antes de que “propongas algo” (porque muchas veces terminas haciendo cosas que no quieres, porque tu mismo las pones sobre la mesa).

La dispersión es un llamado a agudizar los sentidos, a ganar objetividad frente a lo que se desea y a actuar en consencuencia a ello, un duro llamado que se torna fácil en la medida en la que te brindes tiempo para decidir, para escucharte y para poner en su sitio cada una de las personas, situaciones o actividades de tu día a día. (Si en este momento tu mente te dice que es difícil, que no es posible, que serás irresponsable al mantenerte al margen de tus “obligaciones”, agradécele que te alerte de lo que puede pasar, pero elige tomarte como prioridad e irle mostrando como todo puede organizarse para que se dé para tu más alto bien, sin tener que presionarte, sin dejar de prestar atención a ti)

Tómate un momento para ver tu día de hoy y las decisiones que has tomado, ¿hay algo que no deseas hacer? ¿hay algo que sientes que no alcanzas a lograr?, ¿sientes que vas en contra de lo que deseas con algunas de las tareas que aceptaste?, ¿hay algo de lo que está en tu agenda que dejó de ser una actividad normal y pasó a ser una obligación?

Si contestaste SI a alguna de estas preguntas, permítite revaluar la situación que te llevó a aceptarlas e intenta encontrar la forma de delegarlas, cancelarlas, postergarlas o definirlas de una manera diferente para que estén alineadas con lo que “se te dá” manifestar.

 

En las historias destacadas de mi cuenta de instagram @unamentevariante podrás ver algunas recomendaciones básicas que puedes poner en práctica para darle trámite a la dispersión que sientes o experimentas. ¡Cuéntame si lo intentaste!

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Si quieres conectar con tu manera de poner límites, de escucharte para saber si estás disperso por elección y cómo manejarlo, y deseas que te acompañe a verlo y trabajarlo desde la energía del amor incondicional de los ángeles en sesiones de mensajes de ángeles personalizadas, escríbeme a: [email protected], estoy a tu servicio.  

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