Umpalá

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La victoria (pasajera) de las momias.

Venticuatro horas después de lamentarme por estar perdiéndome la celebración del matrimonio igualitario en Francia (allá lo llaman « matrimonio para todos ») estaba lamentándome por algo peor, la ilusión de que Colombia se convertiría en el quinceavo país en aprobar una ley que nos debemos hace rato se hundía por uno de esos « pactos » hechos a espaldas de la gente y por culpa de los cuales no dejamos de ser una sociedad que avanza despacio y con tropiezos.
Pero a la hora de pensar por qué el matrimonio igualitario fue aprobado en Francia y no en Colombia hay que evitar las comparaciones fáciles la sociedad francesa no es « más liberal » que la colombiana. Allá como aquí, existen opositores. Allá como acá algunos lo hacen por convicciones religiosas que otros, allá como acá, utilizan como capital político. Fue gracias a ese intención de oponerse, no por principios sino por estrategia, a cualquier iniciativa de la izquierda que, con la ayuda de los partidos de derecha y ultraderecha, varios grupitos sobre todo de católicos recalcitrantes, pagaron buses, trenes, pancartas y afiches y lograron convocar millonarias marchas en París contra el proyecto liderado por la Ministra de Justicia , Christiane Taubira, que, para mayor dolor de los conservadores, es mujer. Y negra.

Pero a pesar de los mismos argumentos que los opositores colombianos refritaron, la ley fue aprobada y se convirtió en el primer éxito de la hasta ahora tibia administración socialista de François Hollande. Entonces la gente salió a las calles a celebrar, los teléfonos de las alcaldías revientan de solicitudes para ir cuadrando la fecha de la boda y quienes responden no dan abasto para decir que hay que esperar unos días, que ya que esperar nuevos formularios, que ya se aprobó, que eso es lo que importa.
Se aprobó porque no podía ser de otra manera, porque la sociedad tiene que avanzar a pesar de los prejuicios, porque finalmente no se trata tanto de que los homosexuales se casen (muchos de quienes apoyan el proyecto no tienen la mínima intención) sino de eliminar una norma que en la práctica crea ciudadanos de segunda.

Decir que las limitaciones al derecho al matrimonio se cayeron en Francia como en su momento se cayeron la esclavitud y la pena de muerte en ese país y las leyes de segregación racial en países como Estados Unidos y Sudáfrica es también decir que aún existen personas que, si esos debates no
nos parecieran superados, estarían oponiéndose a una sociedad que busca ser más humana.

« Aquí lo de la pena de muerte, todavía se discute » dice mi hermana y me cuenta que en un blog compararon a Gilma Jiménez con la esposa del reverendo Alegría.

Y aquí , por ejemplo, el aborto voluntario, el aborto cuyo único requisito debería ser que la mujer que desea practicáserlo esté embarazada, es un tabú.

Pero no es la sociedad. No somos nosotros. Nos quieren hacer creer que el hecho de que dos personas se amen por fuera de los parámetros religiosos (porque son religiosos, no sociales) pone en peligro la estabilidad de esta sociedad.
Como si esta sociedad, esta sociedad hétero y machista fuera estable o justa o algo.
Así nos hacen creer que oponernos al matrimonio entre personas del mismo sexo es defender algo y nos hacen olvidar que las causas son otras, así nos enseñan a odiar y a señalar, nos refuerzan los prejuicios.
Allá y aquí no somos “sociedades” mojigatas. Somos manipulados por los mojigatos de verdad y los que serían liberales a ultranza si pudieran aprovecharlo políticamente.

Sólo que la victoria de la alianza ultraconservadora del partido azul y el partido de la U durará dos años porque con toda seguridad el matrimonio igiualatorio terminará por ser aprobado. Y así no nos casemos, celebraremos un paso más hacia una sociedad en la que el individuo decida por sí mismo con quién folla y por dónde de qué manera, y con quién (así se lo folle o no) desea construir algo y lo que quiere construir y cuándo quiere que nazcan sus hijos, qué quiere meterse o fumarse (y por dónde y de qué manera) y cuándo quiere que su vida termine si se le está haciendo insufrible.

Entonces – y ese «entonces» que suena medio lejano pero no será de más de un par de años- podremos decirle a los conservadores lo ridículas que nos parecían sus posiciones del 2013, si es que para entonces no son momias muertas en un museo y no, como ahora, momias estorbosas.409176_10151307789977245_65826048_n

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