Umpalá

Publicado el

Candela contra esos árabes

Mientras el diario El Tiempo rendía el mejor de los homenajes posibles a los asesinados caricaturistas del semanario Charlie Hebdo publicando una selección de sus trabajos, uno de los columnistas del diario colombiano, Andrés Candela (@Andrescandla) publicaba una columna en la que daba rienda a su indignación por lo sucedido. Eligió titularla : “Se veía venir y nadie hizo nada”.

 

Yo no entiendo que fue lo que “no se hizo” y también me parece que el “se veía venir” es una exageración: la sede del semanario tenía protección policial, la sala de redacción tenía una puerta blindada. No se hizo más no por mala voluntad sino porque si bien uno podría creer que un islamista desequilibrado (sic) intentaría atacar al semanario o a alguno de los periodistas, a nadie se le pasó por la cabeza que pudiera tratarse de un comando armado con armas de guerra.
Pero la indignación sí se la entiendo. Y que uno pueda excederse en lo que dice en un momento de rabia lo entiendo también. Candela puede decir que la tragedia se veía venir (que es lo que suele decirse después de las tragedias, hasta de las más imprevistas) y ya que se asume de derecha (en sus columnas abunda la mala leche contra el proceso de paz) puede retomar el discurso de la Familia Le Pen y decir que lo mejor que podrían hacer los musulmanes que no estén de acuerdo con los valores franceses es regresar a sus países.

Esto aunque no exista un país llamado Musulmania, a pesar de que muchos musulmanes son nacidos y criados en Francia y que muchos extranjeros ingratos (no como él, modelo de integración) no son musulmanes.
Puede decir que a la mierda el islam y la tolerancia. Esta en todo su derecho.
Pero no puede decir, como dijo ayer que:

“el fanatismo de muchos los lleva a gritar “victoria” con sus “santos cantos” –celebrando el atentado– en el metro y ante la impotencia de muchos franceses, incluso de muchos extranjeros, como yo, »

La columna de Andrés Candela

No puede decirlo porque al hacerlo invita a los lectores colombianos a imaginar que en el metro de París se vivieron escenas de celebración, que en general la comunidad musulmana se alegró del atentado, que los pobres franceses “de verdad” y extranjeros tuvieron que asistir impotentes a esas escenas.

Y todo esto es falso.

El miércoles el sentimiento predominante de la comunidad musulmana en París  era de tristeza y miedo. Si existía rabia era contra los atacantes, por las consecuencias que el acto traería contra una comunidad ya de por sí discriminada y en ese sentido se pronunciaron decenas de imanes y clérigos musulmanes.

Por supuesto, es posible que por culpa de esa lógica retorcida a la que lleva el pensamiento religioso, algunos musulmanes legaran a justificar ese acto. Puede incluso que alguno haya llegado a gritarlo públicamente, pero los casos, si existieron, no ocurrieron en el metro y no implicaron cantos “sagrados”. Ni siquiera los blogs abiertamente islamofóbicos de Francia, que se habrían dado gusto dando a conocer ese tipo de incidentes, dan parte de manifestaciones de ese tipo y en una ciudad donde hay un millón de teléfonos celulares con cámara, nadie tuiteó ni posteó en Facebook una sola imagen al respecto.

Era posible sin embargo que Andrés hubiera dado con el grupo en un vagón solitario del metro cerca del final de la línea y a una hora tardía. Eso le pregunté por Twitter. También le pregunté qué tantos eran “muchos”. Dijo “En una situación como esa, uno ya son muchos”.

Antes de corregir que habían sido “Más de seis. A mediodía. En la Línea 12”.
A mediodía la línea 12 está llena a reventar. No deja ser extraño que en un contexto de racismo y estigmatización, nadie hubiera aprovechado el papayazo de filmar o al menos fotografiaer un grupo de musulmanes celebrando con “cantos sagrados” el asesinato de cinco periodistas, cinco empleados del diario y dos policías.

Lo que tal vez puede explicarse porque a mediodía nadie sabía que había víctimas. El tiroteo había ocurrido apenas media hora antes. Yo llegué a la sede de Charlie Hebdo a la una de la tarde y aún se hablaba de “posiblemente un muerto”.

Los salvajes musulmanes de la imaginación de Andrés supieron de los muertos antes que las personas que estaban a la entrada del diario.

Queda la cuestión de los “cantos sagrados”. A mí la imaginación me alcanza para un grupo de jóvenes superconectados en tiempo real a la información que gritan proclamas sin que nadie los filme para celebrar un atentado del que el resto de la ciudad apenas se entera, pero nunca he visto musulmanes cantando el metro y nunca he visto musulmanes cantando himnos religiosos por razones profanas.

¿Cómo sabía Andrés que los cánticos eran himnos religiosos?

“Les pregunté” me contestó.

Y admiro su valentía, nadie que yo conozca le pediría a un grupo de musulmanes lo suficientemente agresivos como para festejar una masacre en pleno metro de París si tienen la bondad de traducir lo que están diciendo.

Y no creo que ellos dijeran “Sí mire señor, con mucho gusto, son unos cantos sagrados para festejar un atentado del que todavía nadie sabe nada”

Cuando se lo hice notar me dijo. “Yo sabía lo que esos cantos querían decir”

O sea que eran uno y más de seis, que les preguntó y no necesitaba preguntarles porque sabía lo que querían decir.

Le pregunté a Andrés , que aunque hace años está radicaro en Francia no vive en París, si aún seguía en la ciudad para que tomáramos un café y discutiéramos. Dijo que si, que aún estaba en París, pero que ya que yo ponía en duda su columna prefería no aceptar la invitación. Hoy amanecí bloqueado de su cuenta en Twitter.  Me le mandan saludos.

Yo tuve y tengo rabia por lo de Charlie Hebdo. Yo exijo y reclamo mi derecho a irrespetar las creencias. A blasfemar y a insultar a Yehová y a Alá y demás seres imaginarios. Yo estoy agarrado con personas que le ponen «peros» a la masacre, «peros» que dejan entrever que Charlie había ido demasiado lejos. La mayoría de esas personas, por supuesto, nunca han leído la revista y no entienden que la libertad de expresión nunca es excesiva y que toda bala sí lo es.

Yo defiendo la libertad de expresión y por eso tengo derecho a decir que me parece que Andrés Candela, perteneceinte a esa especie curiosa de los «sudacas» racistas, inventó una historia completamente inverosímil para transmitir a los lectores colombianos, sus propias paranoías xenofóbicas, esas de las que, también, se burlaban tanto los héroes de Charlie Hebdo.

Enero 2015

Comentarios