María Angélica nació en el departamento de Valle, Colombia. Llegó a vivir a Guatemala en 2009 cuando estaba embarazada y su hijo nació en la ciudad. De acuerdo con un perfil que encontré de ella en una red social, tenía 28 años cuando en enero de 2013 fue asesinada junto a su novio guatemalteco con quien había empezado una relación hacía poco tiempo. Todo apunta que el asesinato de ambos ocurrió frente al bebé de María Angélica que para ese momento tenía ya 3 años.
Los cuerpos de ella y su novio estaban en una carretera que lleva a un municipio llamado Amatitlán, al Sur de Guatemala. Al lado de los cuerpos estaba el hijo de ella, llorando.
Cuando la noticia empezó a circular en Guatemala causó mucho impacto. La expresión de dolor de una mujer bombero mientras tenía en brazos al niño envuelto en una frazada quedó guardada en muchos de nosotros. Inicialmente no se sabía quiénes eran las personas asesinadas.
María Angélica era empleada en un restaurante en la zona viva. Trabajaba para mantenerse ella y cubrir los gastos de su hijo. Según contó su familia a algunos medios en Colombia, había terminado la relación con el padre de su hijo, un colombiano cuyo nombre no logré encontrar en ningún lado y recibió varias amenazas por parte de él luego de la separación.
Al día siguiente de haber encontrado los cuerpos, los medios empezaron a revelar quiénes eran las víctimas: María Angélica Cadena López de nacionalidad colombiana y el guatemalteco David Corado Enríquez.
“Aaaaaaah pero entonces la mujer era colombiana, entonces en algo andaba metida y por eso la habrán matado” Palabras más, palabras menos, eso fue lo que se empezó a escuchar, incluso algunos llegaron a escribirlo en los comentarios de las noticias de los medios de comunicación.
Quiero pensar que esa absurda y estúpida manera de justificar un espantoso crimen con puros prejuicios es tal vez la manera en que las sociedades violentas buscan blindarse de lo que resulta doloroso.
En las declaraciones que dieron los representantes del ministerio del interior, dijeron tener mucha información para resolver este crimen y que el principal sospechoso era su exconviviente, el padre del niño. Hoy, casi 2 años después, no se ha abierto ningún proceso judicial sobre este caso, eso significa que la investigación nunca avanzó y nadie fue procesado por el doble crimen.
La familia de ella tuvo problemas económicos para venir a Guatemala, trataron de conseguir apoyo para llevar el cuerpo y poder enterrarlo en Colombia. No lo lograron. La alcaldía del municipio del Mixco donó un nicho en el cementerio municipal y ahí se despidieron de María Angélica. Luego vino un proceso de varias semanas para conseguir la custodia del niño y llevarlo para Colombia. Lo lograron. Imagino que para ellos esto significó cerrar el capítulo de Guatemala porque no hay nadie que se haya quedado presionando para dar seguimiento al caso en tribunales.
No importa cuánto tiempo pase. Duele ver esas fotos en la web donde ella abraza con amor a su niño, un niño que cuando crezca sabrá que esta sociedad curtida de violencia, se volvió indiferente en el momento que supuso que en algo andaba metida su madre solo por el simple hecho de ser colombiana.
Twitter @Tolima_Toliman