Reseña de la novela La Invención del Amor de José Ovejero. Alfaguara.
¿Qué haría si se enamorara de alguien que acaba de morir y a quien no conoció en vida? Pues eso fue justamente lo que le sucedio a Samuel, protagonista de la Invención del amor, última novela de José Ovejero (Premio Alfaguara de novela 2013).
Todo inicia con una llamada después de una noche de copas. Quien está al otro lado le anuncia a Samuel que murió Clara. Él continúa escuchado la historia a pesar que está convencido que es una equivocación. Al final de la conversación escudriña la lista de mujeres que han pasado por su vida para ratificar que fue un error: “aunque me demoro en el pasatiempo de intentar reconstruir mi historia sentimental, ese rompecabezas desordenado, hecho de piezas que no encajan, sé que el esfuerzo es inútil: estoy seguro de no haber conocido a ninguna Clara”.
Lo que es relativamente común, abre la puerta a una historia imprevista cuando la curiosidad de Samuel lo empuja a asistir a la cremación de Clara. Allí, ante la indignación de los asistentes, recibe un puñetazo de su esposo. Después de reponerse del golpe, toma la fotografía que custodia el féretro y se la lleva al apartamento.
En este punto de la historia no solo empieza la invención del amor por Clara, sino que también inicia la suplantación que hace el protagonista del Samuel con el que fue confundido.
Por tanto el autor juguetea con el Yo múltiple, contradictorio y a la vez complementario, que hace que el Hombre sea muchos Hombres que emergen de acuerdo a las circunstancias. Resulta interesante, en ese orden de ideas, lo que dijo el Ovejero en una entrevista: “El yo es un invento filosófico, que es muy difícil de sustentar, no solo porque cambia, sino porque creo que tenemos distintos tipos, dependiendo de con quién estemos, de cómo nos encontremos, del contexto. Según vamos viviendo vamos eligiendo un yo, pero vamos dejando de lado otros. Lo que podríamos haber sido».
Cabe entonces la pregunta, ¿cómo puede el Hombre prometer que amará si no será él quien estará presente en todo el proceso? El amor sería, en ese orden, un asunto de aquí y ahora en virtud a que es imposible saber cuál Hombre, con el curso de los años, estará al mando de nuestra vida. Por ello afirma el Samuel del principio de la historia (página 96): “Siempre he evitado la palabra amor. Un sustantivo devaluado, una moneda tan usada que ha perdido el relieve, de manera que se puede acariciar entre los dedos sin percibir imagen alguna; una moneda que no me atrevería a dar en pago por miedo a ser mirado como un estafador”.
Sin embargo, gracias a la suplantación y al amor por Clara, el Samuel del inicio de la novela es reemplazado por un Samuel que desea explorar aquellos parajes a los que no habría entrado. Por esa razón se enamora de Carina (hermana de Clara) de una manera que le resultaría ridícula meses atrás (página 239): “Siempre he creído que el pensamiento es más original que la emoción; es más fácil pensar cosas nuevas que sentirlas. Los amores felices se parecen; los desgraciados también. Y sin embargo, ahora mismo siento algo que me resulta nuevo: nuevo en mi biografía personal, no original ni inusitado”.
Entonces la novela es la creación permanente de hombres y circunstancias. Sin embargo no es la descripción del hombre que forja su identidad a consciencia ni del esfuerzo de quien intenta construir aquello que llamamos tan acertadamente porvenir porque nunca llega a pesar que corremos hacia él con todas las fuerzas de nuestras esperanzas. No señores. Esta novela habla de la dinámica misma de los hechos que crean las bases sobre las que se edifica ese Hombre que es el resultado de la sumatoria de cientos de Hombres que se han superpuesto hasta terminar en la persona que está leyendo estas líneas sin sospechar que la vida le está preparando nuevos rumbos.