La primera aparición de la bandera de Colombia sucedió el 12 de marzo de 1806. Ese día  Francisco de Miranda ondeó el tricolor en el mástil de Leandro, el bergatín inglés en el que intentó invadir Coro (población venezolana). Algunos historiadores coinciden en que la bandera fue el homenaje de Miranda a  Catalina II, su amiga y benefactora. Por tal razón, el amarillo simboliza sus largos y rubios cabellos, el azul de sus ojos y el rojo de sus labios.

En 1811 Miranda, Sata y Clemente presentaron la bandera al congreso de Venezuela para que fuera adoptada como insignia nacional.

En 1813 Bolívar ordenó que se usara la bandera de Miranda como emblema nacional: “El pabellón que la victoria ha enarbolado en todos los pueblos de Venezuela y que debe adoptar la Nación es el mismo que se usaba en la primera época de la república, esto es, de los tres colores: amarillo, azul y encarnado”.

En el congreso de Angostura (1819) Francisco Antonio Zea le confirió el significado que enseñan en los colegios: “nuestro pabellón nacional, símbolo de las libertades públicas, de la América redimida, debe tener tres franjas de distintos colores: sea la primera amarilla, para significar a los pueblos que queremos y amamos la federación; la segunda azul, color de los mares, para demostrar a los déspotas de España, que nos separa de su yugo ominoso la inmensidad del océano, y la tercera roja, con el fin de hacerles entender a los tiranos que antes de aceptar la esclavitud que nos han impuesto por tres siglos, queremos ahogarlos en nuestra propia sangre, jurándoles guerra a muerte en nombre de la humanidad”.

Finalmente la bandera quedó oficialmente reconocida en el artículo 2 del decreto del 26 de noviembre de 1861: “Los colores del pabellón nacional de los Estados Unidos de Colombia son amarillo, azul y rojo, distribuidos en fajas horizontales y ocupando el amarillo la mitad del pabellón nacional, en su parte superior, y los otros dos colores la otra mitad, divididos en fajas iguales, el azul en el centro y el rojo en la parte inferior” (el decreto fue firmado por Tomás Cipriano de Mosquera).

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