Sociología pública

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Un nuevo aporte a la teoría de la anomia

Víctor Reyes Morris
Sociólogo. Doctor en Sociología Jurídica e Instituciones Políticas
Universidad Nacional de Colombia

 

Habiendo elaborado una tesis doctoral alrededor del concepto de anomia y teniendo un interés continuo por este concepto sociológico a partir de la formulación de Émile Durkheim en el siglo XIX y examinando su desarrollo posterior y aún un cierto análisis de arqueología conceptual alrededor del mismo, he considerado seguir trabajando el concepto a partir de lo formulado en la tesis doctoral. Hoy pretendo presentar un a aporte nuevo al concepto de tiempo anómico que formulaba en el trabajo mencionado.

He considerado que el tiempo anómico puede entenderse en mi formulación de la siguiente manera: es un transcurso en el cual se admite el incumplimiento de ciertas normas, es un periodo de tiempo sin normas, usualmente transitorio. Aquí es preciso establecer un esguince que no se asumió en esa formulación. Y es la afirmación sobre la “permisividad” o admisión del incumplimiento de las normas.  No siempre la temporalidad de la anomia es admitida o admisible por el conjunto social. Así diremos lo siguiente:

El tiempo social normal es el tiempo colectivo en donde la solidaridad impuesta por la conciencia colectiva fortalece los referentes comunes en la vida social. El tiempo anómico es la alteración de esa solidaridad por la pérdida de los referentes comunes o de la fuerza constrictora de éstos. Así, hay tiempos anómicos disruptivos como los que señalaremos enseguida y tiempos anómicos esparcidores, cuya típica situación es el carnaval o las festividades.

Un ejemplo de tiempos anómicos disruptivos son las situaciones límite en donde un desbordamiento social como parte de un conflicto se produce y ocurren escenas de saqueo de comercios, oficinas gubernamentales o privadas y aun viviendas. A raíz del terremoto de Chile en febrero de 2010, se pudo observar por la televisión, escenas de saqueo a supermercados y almacenes, especialmente en las ciudades de Constitución (provincia del Maule) y de Concepción, al sur chileno.La policía, los carabineros, fueron impotentes de contener las avalanchas humanas de saqueadores .

En la ciudad de Constitución, los saqueos se produjeron apenas las aguas del tsunami se alejaron del centro de la ciudad. Los tres supermercados de la ciudad fueron vaciados por gente en busca de comida, agua y otros productos de primera necesidad, situación que se repitió en los pocos comercios de la ciudad que lograron mantenerse en pie. Sin embargo, al anochecer, los robos de bienes materiales en viviendas se masificaron mientras el contingente de unos cincuenta carabineros no era capaz de controlar la situación. A esto se sumó el estado de la cárcel de la ciudad, que debió desalojar a 103 reos producto de los daños estructurales que presentó. El día domingo 28, la situación comenzó a calmarse con la llegada sucesiva de refuerzos policiales: 150 nuevos efectivos llegaron ese mismo día, y 40 de Santiago y 13 de Talca al siguiente”. Pizarro, Claudio (6 de marzo de 2010). «Constitución, el epicentro del caos»TheClinic.

La situación, sin embargo, fue más fuerte en el Gran Concepción, donde horas después del desastre se produjeron varios saqueos en distintos establecimientos, lo que llevó a la alcaldesa de ConcepciónJacqueline Van Rysselberghe, a demandar la actuación de los militares para resolver el caos que existía en la ciudad.​ El día domingo 28, un hipermercado Líder penquista fue saqueado completamente, pero no solo por personas en busca de productos de primera necesidad; las imágenes de personas saliendo del recinto con televisores con pantalla de plasma y otros electrodomésticos”.( Ruiz Báez, Carlos (1 de marzo de 2010). «Terremoto en Chile: Impactantes imágenes de saqueos en Concepción»El Observatodo. EFE (28 de febrero de 2010). «La alcaldesa de Concepción pide militares ‘para restablecer el orden’». ( El Mundo.)

 ¿Por qué  esta conducta en un pueblo (el chileno) que se precia de sus virtudes cívicas y ciudadanas? Desde luego la gente se encontraba en una situación límite, producto del terremoto que había colapsado sus viviendas y sitios de trabajo, en las regiones y ciudades más afectadas por el sismo. Si bien podría haber gente desesperada buscando alimentos, agua y elementos de cuidado personal y protección, el desborde fue evidente cuando la percepción colectiva era que se había entrado a una  etapa de supervivencia en donde las reglas y el respeto eran superadas por la misma situación, fue un momento de anomia temporal, que en expresión de algún entrevistado por la tv, era una situación de “sálvese quien pueda”. Algo parecido, pero desde luego más grave, es lo ocurrido en el famoso “bogotazo” (Bogotá, 9 de abril de 1948) cuando una insurrección popular por el asesinato del líder liberal Jorge Eliécer Gaitán, se transformó en saqueos, incendios y asesinatos indiscriminados a la cual se sumó la propia policía y durante varios días la situación se volvió incontrolable.

Lo que queremos distinguir es en el tiempo anómico, que no sólo es la anomia permisiva, que se vive en festividades como el carnaval, sino que hay una temporalidad anómica disruptiva, que no tiene que ver con la permisión si no con la pérdida momentánea de referentes de orden normativo en situaciones extremas.

Lo que habíamos asumido como tiempos anómicos eran únicamente los  dirigidos al esparcimiento que ponen “controladamente” un desorden algo artificial, que como ya decíamos corresponde al carnaval, tiempo que  puede considerarse como la típica expresión del «tiempo sin normas» o de la permisión de la transgresión, olvido u omisión de algunas de ellas, transitoriamente. Surge, de alguna manera, como una vía de escape, especialmente permitido hacia los sectores que podrían considerarse oprimidos dentro de una sociedad, lo que comúnmente se conoce con el imaginario del populacho, la gleba, el estado llano o el pueblo. El carnaval, «la carne vale», el tiempo que antecede, en el año litúrgico cristiano, a la cuaresma o tiempo de penitencia, es una permisión de la transgresión sin consecuencias, siempre y cuando se respete el tiempo para ello. Es una válvula de escape que, como tradición de la Edad Media, se mantiene en algunos sitios, y que a su vez recogía algunas fiestas de la antigua Roma (especialmente la Saturnalia romana).

Lo disruptivo

El adjetivo disruptivo significa ruptura brusca, perturbado un orden. Viene del inglés disruptive, pero en español solo se admite el adjetivo y el verbo no  (todisrupt). Pero la palabra sirve bien para nominar la situación de una ruptura brusca de un orden y de una normatividad social de convivencia, la cual está asociada a catástrofes, conflictividad social exacerbada, reacciones masivas ante un hecho violento, hambrunas y otras situaciones con capacidad de producir un desbordamiento social violento que se expresa en pillaje, vandalismo y ejercicio de violencia indiscriminada. Estas situaciones son usualmente temporales. Por ello, pueden considerarse como una forma de tiempo anómico distinta a la que habíamos planteado inicialmente.

Desde luego, esta primera propuesta de consideración de otros tipos de tiempo anómico requiere más reflexión. Aquí solo hemos abierto una posibilidad que recoge situaciones que bien podrían caber en este desarrollo de la teoría durkheimiana de la anomia. Pero que permiten una mayor amplitud a esta teoría y fortalecer su valor heurístico. –

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