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Publicado el CaballitoLápiz

Vargas en su pantano

Así como cayó mal el coscorrón que le dio Germán Vargas Lleras a su guardaespaldas, ahora cae mal el coscorrón que le está dando su partido Cambio Radical al proceso de reglamentación de la Justicia Especial para la Paz – JEP.
Y cae mal, no solo porque deja ver el talante de su dirigencia, llena de intolerancia y mal genio, sino por el oportunismo político que demuestra con sus últimas actuaciones. Así como cuando golpeó a su acompañante, se dejó llevar por el estrés de tener gente rodeándolo para pedirle favores, ahora la angustia se debe probablemente por el bajón que sufre en las encuestas, donde no solo perdió el liderazgo, sino que incrementó sus niveles de desaprobación.
Entonces tuvo que sacar el as debajo de la manga, la carta de deslealtad contra un proceso en el que participó como vicepresidente del gobierno que la logró después de cinco años de negociaciones.
Cómo fue de conveniente manejar la chequera de varios ministerios, inaugurar obras de infraestructura, regalar casas, tener burocracia, gozar de las mieles del poder, para colocar fichas fundamentales como el fiscal general de la Nación y quedarse ahí, pegado de la teta, como un niño contemplado del presidente Santos.
Si no le gustaba la paz, ¿por qué no lo dijo antes? Sencillo: porque tenía muchas cosas que perder y, puede ser malgeniado, rabioso, pero no es bobo. Fue un cálculo político que le convino para posicionarse como candidato a la presidencia.
Pero ahora, que está en la contienda, y que el pulso va a ser difícil, debe agarrarse de la nueva teta, la de la derecha que busca un liderazgo tan fuerte como el que ya no puede ofrecer Uribe, ni ninguno de sus precandidatos. Entonces, Vargas ataca, en la conquista de esos voticos que adoran los puños, las armas y detestan el proceso de paz.
Como lo dijo el ex ministro del Interior Juan Fernando Cristo, hay que sacar la discusión de la JEP del “pantano de Vargas”. ¡Si señor! Y yo complementaría que no solo la justicia especial estaría empantanada por el desplante de Cambio Radical en el Congreso, sino que la misma candidatura de Germán Vargas está empantanándose. ¡Y se lo tiene merecido!
Por supuesto La Paz alcanzada no es perfecta, pero es la mejor paz que se pudo lograr. Sus efectos son notorios, en especial para personas que vivimos en zonas que fueron rojas, como el Cauca, por ejemplo. También es cierto que hay disidencias y bandas criminales queriendo aprovecharse del vacío en ciertos territorios. Así mismo, es verdad que hubo y de pronto hay todavía uno que otro colado en las listas de integrantes de las Farc. Pero nada de eso es suficiente para detener la implementación porque, de lo contrario, el caos sería total.
De manera que las jugadas politiqueras de Vargas Lleras no le están saliendo bien. Ni el cuentico de las firmas, que nadie se cree. Así recoja millones sabemos que depende principalmente de las estructuras de su partido y de la burocracia que todavía mantiene por todo el país. Tampoco se le cree que un grupo espontáneo de ciudadanos le está recogiendo estas firmas; mucho menos que él mismo lo esté haciendo. Eso es un proceso comercial que se logra con gente pagada y resultado en mano. Vargas Lleras es y seguirá siendo un político de partido, en su caso de “su” partido, Cambio Radical, que maneja y dirige a su antojo.
Y lo de entorpecer la implementación de la paz, es algo imperdonable para quien se fortaleció guareciéndose debajo del alero del gobierno de la paz. Por eso ahora que pretende salirse, caerá seguramente en el pantano. ¡Como debe ser!

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