Artículo escrito por una Amalia que solo existe 20 días del año.
En vacaciones se dilata el tiempo. A veces es demasiado largo, la mente se desespera y vienen pensamientos que no caben en las vacaciones y que deben ser espantados de ipso facto.
También en el descanso, el tiempo rinde, hay insomnios agradables, noches largas, pero no tediosas y mañanas lentas y perezosas.
Siempre hace sol. Bueno, casi siempre. Las vacaciones siempre son de buen clima. El reloj no se revisa y aunque haya que hacer diligencias hay energía y ganas, hay calma, hay paciencia y se es, durante ese tiempo, completamente tolerante, pasivo y calmado, incluso, haciendo filas enormes en bancos con “sistemas” caídos.
Somos seres humanos frescos. El calor no sofoca, porque se siente el viento y la brisa de una manera más suave y reconfortante. Ah! Y ni se diga cuando llueve, porque no importa si nos mojamos. En vacaciones la lluvia resulta ser nutritiva y a veces incluso la deseamos para dormir en las tardes sintiendo el ruido de las gotas contra el asfalto.
Cuando el ser humano descansa de su trabajo, se aleja de un yo hegemónico que ha mantenido y deja que otros yo, mucho más libres, actúen sobre sí. Hay ofuscaciones, pero luego se siente necesidad de perdón. Hay ansiedades, pero nada que un buen libro no pueda calmar. Hay tristezas, lágrimas… y lo más bello es que por más que duelan, terminan con una sonrisa nostálgica que añora y asimila.
Las redes sociales, mejor llamadas extensiones del cuerpo, se vuelven poco importantes, aunque de vez en cuando se sienta la necesidad de revisar en que va ese mundo que dejamos mientras huíamos un tiempo.
En vacaciones yo soy cursi. Tal vez por eso no twitteo.
Siento calma. Tal vez por eso no escribía (confieso que mi desespero me hace vomitar palabras de vez en cuando).
En vacaciones somos lo que deberíamos ser el resto del año. Y no, mi artículo no es un consejo para volver al trabajo siendo calmados, pasivos, amorosos y felices. No. Esto es, simplemente un vómito de palabras más, pero escritas con calma.
Al fin y al cabo es inevitable que al volver al trabajo, se empiece levemente a sentir el desespero y el estrés. Que más da…