Se lo presto si me lo devuelve

Publicado el prestosidevuelve

Solo se mantiene el color del domingo

Antes era amarilla. Mi rutina. Solo se mantenían verdes los domingos porque cambiaba cada 15 días del helado habitual a los palitos de queso con mermelada y porque optaba, de vez en cuando, por no despertar hasta que ya estuviera atardeciendo.

Ahora, en Madrid, tiene tres colores. Mi rutina. Los lunes es rosado claro, los martes son rojos y los sábados hace un azul a veces pálido, pero a otras horas asfixiante, casi verde.

Los domingos permanecen, pero ahora tienen espacios blancos. Paula y yo hemos decidido que son los días de limpieza y por lo menos dos horas de este día verde, se destiñen mientras sacudo la mesa y trapeo el piso hasta que quede brillante y huela a bambú.

La primera semana cambié de camino para llegar al metro. Aún no tenía casa y quería perderme llegando a mis destinos. A partir de la tercera semana, cuando ya tenía mi propio espacio, coincidía mi ruta del martes con la del miércoles y ésta con la del jueves, de casa al metro, del metro a la universidad y de la universidad 8 cuadras hasta la facultad de filosofía que es fría antes de entrar, pero que tiene unos salones calientes que me hacen sudar incluso ahora, en invierno.

A las 8 de la mañana siempre cruzo la calle buscando la espuma de un café que termina de despertarme. Luego, me como una barra de granola, unos días con fresa, otros días con pasas. Tal vez algunas veces en vez de granola pistachos. El momento de las 8 de la mañana se repite 3 veces al día.

Ya en la facultad me siento. La silla es de plástico estilo Rimax, es roja y con escritorio de madera corredizo. Siempre me acomodo recostada en una ventana que da al interior del edificio. Siempre como de lado al profesor, para poder evitar su mirada que a veces es demasiado directa y que coincide, la mayoría del tiempo con un intento frustrado de broma que tiene algo que ver con mi acento colombiano y mi manera de hablar el español. Siempre, lunes y martes.

Los jueves y los viernes cambio de lugar y me acomodo al otro extremo del salón. Llego siempre 15 minutos tarde, pero coincido sin falta con la misma gallega de ojos verdes.

Los miércoles estoy ausente. El universo me regaló ese día entre semana y yo lo acepté de inmediato sin dudarlo. Es mío. Transparente y en degradé casi siempre.

Antes era una, mi rutina. De colores. De ciertos colores, era antes.Ahora ha cambiado. Y se acostumbra. Se ha teñido.

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