Se lo presto si me lo devuelve

Publicado el prestosidevuelve

Ciegos que ven televisión

Renuncié a la televisión. Los noticieros nacionales y las telenovelas que pasan durante todo el día me creaban un sentimiento de angustia y desespero insoportable. No quise cambiar de canal porque el 80% de mis canales en cable son gringos y son entorpecedores, en su mayoría. Opté pues, por dejar la televisión como un objeto de decoración en mi cuarto.

Luego de mi renuncia empecé a tener una relación mas íntima con mi computador, al parecer, aunque me sienta amarrada al poder de este aparato, existe una ventaja entre él y yo y es que, puedo buscar que ver y no debo atenerme a horarios ni mentiras, ni debo soportar la ira que me causa ver presentadores de noticias diciendo los mismos hechos tres veces al día y con fuerte acentuación como si hubieran sido todos, noticia de última hora.

Esta semana visité el médico para que me revisara mi mano. Hace unos días me quemé con agua hirviendo, mientras hacía unos espaguetis y todavía tenía los dedos amarillentos y con ampollas. El médico me recibió muy amable, pero se concentró, mientras me hacía la curación, en las piernas de una presentadora de farándula que justo a esa hora estaba en televisión. Pensé que iba a durar poco, lo de las piernas, la imagen. Pero, al parecer, esta señorita tenía todo un guión de banalidades que alargaban el tiempo para que mas hombres enfocaran su mirada en las piernas y bueno, para que mas pacientes como yo, tuviéramos que soportar el miedo cada vez que el médico acercaba la aguja a los dedos, aún con los ojos en la pantalla y la imaginación entre las piernas de esa mujer bronceada que todavía, seguía diciendo insignificancias.

En ese momento pensé cuántas personas estarían igual que mi médico, unos, sin almorzar disfrutando de la imagen de las piernas (que, además, son enfocadas desde un plano bastante provocador, como en contra picado) otros, sin salir para el trabajo dándole alargue a la satisfacción… otros somnolientos y con ojos y oídos de siesta, soñando liviano que entraban entre aquel par de muslos y, seguramente el resto, criticando el vestido o intentando comprender la cantidad de estupideces que estaba anunciando la señorita presentadora.

¡Qué tontos somos! Que ciegos. Decía Saramago que somos ciegos que ven, pero que no miran. Lo recuerdo intensamente cada vez que evidencio que la mayoría, ignora realmente, el poder que tienen los medios sobre sus cerebros.

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