Noviembre

Por: Robert Max Steenkist.

Año a año, el mes de noviembre pierde su identidad. Asfixiado por dos fechas de consumo desenfrenado, se vuelve cada más una transición desaborida entre el excesivamente dulcificado octubre y las fiestas (cada vez más acaparadoras) de diciembre.

Es un mes en el que el fin del año, los compromisos no cumplidos y las fiestas decembrinas empiezan a presionar los bolsillos y el rendimiento académico.

Los días de noviembre son cada vez más movidos por la ansiedad

De acuerdo a la OMS, la ansiedad es un “estado de malestar emocional con manifestaciones psíquicas y físicas, como miedo, preocupación o tensión excesiva que puede ser una reacción normal al estrés”. Para otros, es un mecanismo de defensa natural de cada individuo frente a estímulos externos o internos como amenazantes o peligrosos.

Es decir, es un sentimiento que causa desagrado, tensión y sufrimiento a alguien por algo que aún no le ha pasado. La búsqueda constante de bienes materiales que alguien podría tener (o le han hecho creer que debería tener) genera un aparente vacío tan poderoso que impide que disfrute su realidad actual.

De una satisfacción efímera, siempre incompleta por “lo posible” que nos ofrece un mercado desbordado, se nutre un consumismo destructivo, la dependencia suicida de nunca estar completos y de la que nos tenemos que cuidar los unos a los otros. 

Acoso escolar y ansiedad, un vinculo estrecho

Ambos tienen en común la sensación de estar siempre incompletos, de ser defectuosos a pesar de tener todo a la mano para ser igual de exitosos, abundantes, bellos y felices a los otros.

Estudios indican que los estudiantes que sufren acoso escolar presentan niveles significativamente más altos de ansiedad, depresión y estrés postraumático.

Según la Organización Mundial de la Salud, aproximadamente el 30% de los estudiantes a nivel global han experimentado algún tipo de matoneo, lo que incrementa la probabilidad de desarrollar trastornos de ansiedad en un 40%, comparado con sus pares no afectados.

Este fenómeno afecta generalmente el sueño y pronto el rendimiento académico. Con esto, usualmente se deteriora la autoestima y la capacidad social de los jóvenes, creando un ciclo difícil de romper.

Mobbing

La relación entre el acoso escolar y el laboral es un reflejo de cómo los patrones de violencia y dominación se reproducen en diferentes etapas de la vida.

El acoso laboral, también conocido como mobbing, comparte características similares al acoso escolar: hostigamiento repetido, abuso de poder y daño psicológico. Investigaciones demuestran que individuos que fueron víctimas de matoneo en la infancia tienen mayor probabilidad de experimentar o incluso ejercer acoso en el ámbito laboral.

Esto se debe a que las conductas aprendidas y las heridas emocionales no resueltas pueden manifestarse en entornos adultos, perpetuando ciclos de violencia y ansiedad. Por ejemplo, un estudio de la Universidad Nacional de Colombia encontró que el 25% de los trabajadores víctimas de mobbing reportaron antecedentes de acoso escolar en su infancia.

Noviembre es un mes propicio para reflexionar sobre la ansiedad que nos rodea en un entorno especialmente dado a celebrar con anticipación sin pensar que esto afecta nuestra relación la conciencia del aquí y del ahora.

Noviembre llega con más alegría

En Colombia, se celebran el Día de los Derechos Humanos (10 de noviembre), el Día de la No Violencia contra la Mujer (25 de noviembre) y el Día de la Música (22 de noviembre), entre otras fechas conmemorativas a las que se podría dar más importancia que la nieve artificial y otros tantísimos productos que hemos vuelto parte de nuestros complejos.

La verdadera esencia de este mes podría radicar en una conexión humana entre padres e hijos, entre estudiantes y maestros que se preparan (sin presiones) para la solidaridad y el respeto por la diversidad emocional, que requiere el último mes del año.

Cerrar ciclos, sanar heridas, pedir perdón y perdonar, alistar los objetivos para el año que viene son algunas de las bendiciones que nos brinda otro paso consecutivos de la Tierra por un mismo punto de su órbita.

El llamado es a vivir noviembre y todo lo que antecede a la Navidad con autenticidad, a evitar las dinámicas que fomentan la exclusión, la competencia por lo material, promoviendo ambientes para la reflexión y la comunicación pacífica (dos elementos claves contra el matoneo de cualquier tipo).

Noviembre debe ser el mes de los balances y las conclusiones, de la liberación de falsas expectativas y la liberación de ataduras injustas hacia sí mismo y hacia los otros. Las fechas conmemorativas (no solo las decembrinas) deben ser oportunidades para fortalecer la empatía y el bienestar colectivo.

Rompamos-el-silencio

En lugar de caer en el consumismo acelerado, estamos frente a la oportunidad de cultivar una espiritualidad genuina que construya comunidades más saludables y resilientes.

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