HomeActualidadRompamos el Silencio: un llamado desde las aulas contra el bullying
El Bullying Escolar: Un Reto Urgente para Repensar la Escuela
Una problemática que interpela a la educación El bullying en el ámbito escolar no es un fenómeno nuevo, pero su persistencia y transformación en contextos sociales y tecnológicos actuales exige repensar la forma en que lo comprendemos y enfrentamos. Desde mi rol como psicóloga, comprendo que no se trata de casos aislados, sino de una…
El bullying en el ámbito escolar no es un fenómeno nuevo, pero su persistencia y transformación en contextos sociales y tecnológicos actuales exige repensar la forma en que lo comprendemos y enfrentamos. Desde mi rol como psicóloga, comprendo que no se trata de casos aislados, sino de una problemática estructural que afecta la convivencia, la salud emocional y el desarrollo integral de nuestros niños, niñas y adolescentes.
“El acoso escolar es una violación a los derechos de las niñas, niños y adolescentes”.
UNICEF (2019)
No es simplemente un juego pesado entre pares, sino una forma de violencia que impacta en la autoestima, la confianza y la vida social de quienes lo sufren. Ante este panorama, cabe preguntarnos: ¿cómo podemos los profesionales de la educación, las familias y la comunidad atenderlo de manera coherente y oportuna? ¿Qué acciones deben trascender el plano normativo para convertirse en una cultura cotidiana de respeto y cuidado mutuo?
Una herida en los derechos fundamentales
Desde la perspectiva de los estudiantes, el bullying no solo duele físicamente: duele en la identidad, en el reconocimiento de sí mismos y en el sentido de pertenencia. El informe El bullying: una mirada desde los niños y las niñas resalta que la burla reiterada se percibe como más dañina que un golpe, porque erosiona la confianza y deja huellas invisibles que pocas veces la escuela logra sanar (Universidad de Manizales, 2018).
En nuestras aulas y descansos, este panorama se refleja en expresiones cotidianas de discriminación: se ridiculiza al estudiante recién llegado, se señala el color de piel, se estigmatiza la orientación sexual o se subestima el desempeño académico. Lo preocupante es que, en ocasiones, estos actos se minimizan como parte “natural” de la vida escolar. Sin embargo, como lo advierte UNICEF (2019), “nunca debe ser aceptado, minimizado o invisibilizado”.
El bullying, además, no se reduce a un conflicto entre pares: se nutre de un sistema de relaciones desiguales y de un contexto social que lo permite. En este sentido, la Conferencia Internacional sobre Acoso Escolar organizada por la UNESCO (2020) invita a reformular la definición tradicional para entenderlo como un fenómeno relacional, incrustado en redes sociales, culturales e institucionales. Según el Comité Científico, “el acoso y el ciberacoso involucran un desequilibrio de poder y ocurren dentro de una red establecida de relaciones escolares y comunitarias” (UNESCO, 2020, p. 2).
Entre silencio y resistencia
Las dinámicas escolares actuales evidencian cómo el bullying se entrelaza con lo cotidiano, manifestándose en tensiones dentro del aula que pueden escalar hacia agresiones verbales, exclusión o violencia física. En otras ocasiones adopta formas más sutiles, como el ciberacoso, donde las redes sociales amplifican y prolongan la humillación más allá de los muros de la escuela.
En mi experiencia, me he preguntado muchas veces: ¿por qué algunos estudiantes asumen la violencia como herramienta de poder? La respuesta, en parte, radica en lo que UNICEF (2019) describe como “confusión en los valores morales y la falta de empatía”. Pero también debemos reconocer que estos comportamientos son aprendidos y validados en entornos familiares, sociales y culturales.
Si lo pensamos desde el marco de la Ética del Cuidado, la pregunta cambia: ¿qué aprendizajes de cuidado de sí, del otro y de lo nuestro están siendo invisibilizados cuando un estudiante agrede a otro? En efecto, el bullying no es solo una falta contra una persona, sino una ruptura del tejido comunitario que nos compromete a todos.
Hacia un enfoque global y sistémico de prevención
La UNESCO (2020) propone un “enfoque global de la educación”, que trasciende la intervención en un solo colegio y compromete al sistema educativo en su conjunto. Entre sus componentes se destacan: liderazgo político firme, ambientes seguros, planes de estudio que promuevan el cuidado, mecanismos de denuncia efectivos y la participación activa de estudiantes y familias.
En el caso colombiano, este planteamiento resuena con fuerza. Contamos con manuales de convivencia que sancionan el acoso, pero la pregunta es: ¿nuestros estudiantes sienten la confianza suficiente para denunciar? Asumir este reto desde la Ética del Cuidado, nos invita a pasar de la norma a la cultura. El Manual de Convivencia no es un listado de sanciones, sino una herramienta pedagógica para aprender a cuidarnos y a construir juntos una comunidad donde la dignidad sea inviolable.
Desde la emoción: la escuela como refugio
No olvidemos que detrás de cada estadística hay una vida en construcción. Pienso en el estudiante que teme ser objeto de burlas al entrar al aula o en la niña que cambia su ruta para evitar encontrarse con sus agresores. ¿Qué sociedad estamos construyendo si permitimos que estas experiencias marquen su infancia y adolescencia?
La escuela debe ser, ante todo, un refugio. Un espacio donde cada estudiante encuentre la certeza de que será escuchado, valorado y protegido. Por ello, trabajamos para que los descansos, las aulas y los proyectos formativos sean escenarios donde se viva el cuidado como práctica diaria. Solo así podremos garantizar que la educación no sea un espacio de dolor, sino de crecimiento y reconocimiento mutuo.
Debemos entender que la educación no es solo transmisión de contenidos: es acompañamiento humano. Aquí la misión consiste en favorecer el aprendizaje de matemáticas, ciencias o literatura garantizando un ambiente donde el estudiante se sienta seguro y valorado. Esto exige compromiso: primero debemos garantizar la dignidad y la seguridad emocional de nuestros estudiantes.
Garantizar esa dignidad implica mirar más allá de la disciplina académica y reconocer que el verdadero aprendizaje ocurre cuando los niños y niñas se sienten amados, cuando perciben que sus voces tienen un lugar, que sus diferencias son celebradas y que su presencia importa.
Significa también estar dispuestos a humanizar la escuela: a abrir espacios de diálogo, a trabajar con la emoción tanto como con la razón y a acompañar el dolor con gestos concretos de solidaridad.
En este sentido, la escuela puede y debe ser un refugio porque prepara para enfrentar la realidad desde la confianza y la fortaleza interior.
Si logramos que nuestros estudiantes se sientan seguros y reconocidos, estaremos sembrando las bases para que no repitan las lógicas del acoso, sino que se conviertan en agentes de paz y cuidado en sus comunidades.
Hacia una educación con rostro humano y mirada transformadora
El bullying nos interpela como educadores, familias, instituciones y sociedad. No es un problema periférico, sino un síntoma de desigualdades, violencias y silencios que atraviesan nuestro tejido social.
Desde la Ética del Cuidado, el reto es sembrar en los niños y niñas la convicción de cuidarse a sí mismos, cuidar a los demás y cuidar lo nuestro no es un ideal abstracto, sino una práctica diaria que transforma la convivencia. Esto implica pasar del silencio a la acción, del señalamiento a la empatía, de la indiferencia a la responsabilidad crítica.
Si, como plantea Foucault (2000), el poder se ejerce en cada interacción, también podemos elegir ejercer un poder distinto: el del cuidado, la escucha y la solidaridad. Ese es, en última instancia, el desafío de nuestra generación docente y de nuestras comunidades educativas: construir escuelas que no reproduzcan las lógicas del acoso, sino que sean verdaderos laboratorios de paz, respeto y humanidad.
Referencias
Foucault, M. (2000). Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión (2.ª ed.). Siglo XXI Editores.
UNESCO. (2020). Conferencia Internacional sobre el Acoso Escolar: Recomendaciones del Comité Científico para la prevención y la lucha contra el acoso y el ciberacoso escolar. Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura.
UNICEF. (2019). Bullying en el ambiente escolar: qué es y cómo afrontarlo. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia.
Universidad de Manizales. (2018). El bullying: una mirada desde los niños y las niñas. Revista Latinoamericana de Ciencias Sociales, Niñez y Juventud.
Rompamos el silencio
Un esfuerzo innovador en el país, liderado por El Colegio Bilingüe José Max León y la Universidad EAN, en el que colegios, autoridades públicas, organizaciones sociales y aliados internacionales se articulan para actuar de forma proactiva frente al Bullying y el ciberacoso.
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