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Universidad Nacional lanza libro de Pietro Pisano sobre "Liderazgo político 'negro' en Colombia 1943-1964"

El Centro Editorial de la Facultad de Ciencias Humanas de la Universidad Nacional de Colombia publicó la tesis de maestría en Historia de Pietro Pisano, un italiano interesado en las relaciones raciales.

El lanzamiento será este miércoles 18 de abril, 5 pm, en la Feria Internacional del Libro, en el Auditorio Manuel Mejía Vallejo, Corferias.

El libro estudia a cuatro congresistas del periodo enfocado: uno del Chocó, Diego Luis Córdoba, y tres del Cauca (norte del departamento). Los cuatro actuaron dentro del Partido Liberal o de disidencias de éste.

Su investigación permite ver que el término » afrocolombiano está relacionado con una concepción “étnica” de la gente negra que en esa época no se tenía».

Muestra cómo estos líderes «encontraron la manera de hablar de “raza” sin nombrarla», en un contexto de predominio de la ideología del mestizaje.

En esta entrevista para República de Colores, el autor concluye que las reivindicaciones de esta población se han desplazado de la política tradicional al movimiento social.

Piero Pisano
Piero Pisano

Un italiano que hace maestría en Colombia y se queda (un tiempo). ¿Cuál es la historia?

Llegué a Colombia en 2006 gracias a un contacto que tenía aquí. Estando aquí, surgió la idea de estudiar en la maestría en Historia de la Universidad Nacional. Pasé el examen de admisión y… ¡me quedé!

En Italia había empezado a interesarme en las relaciones raciales; me gradué en la Universidad de Trieste con una tesis sobre el movimiento de Marcus Garvey, en Estados Unidos.

Estudiar en Colombia me pareció una oportunidad para profundizar el estudio de las relaciones raciales en este país.

¿Cómo llegó al tema de su tesis de maestría?

La idea surgió cuando, en una nota a pie de página del libro Retos del multiculturalismo en Colombia, de Carlos Agudelo, leí de un movimiento negro fundado en Colombia en 1943 cuyos miembros, posteriormente, fueron congresistas.

De allí surgió la inquietud de estudiar si, y cómo, esos políticos habían tratado el tema del racismo y de la discriminación en su actividad.

¿Por qué no tituló «liderazgo político afrocolombiano 1943-1964», sino «liderazgo político negro»?

El uso de la categoría negro, más bien que afrocolombiano, se justifica por diferentes razones.

Primero porque, con base en las fuentes que consulté, era la categoría que esos políticos usaban para nombrarse a sí mismo.

A nivel más general, con la excepción del intento que ellos mismos hicieron para proponerla, a través del Centro de Estudios Afrocolombianos de 1947, en esa época el término afrocolombiano no se usaba y entró en el lenguaje común al menos dos décadas después.

A mi modo de ver, en el contexto de la primera mitad del siglo XX, usar una categoría como afrocolombiano para definir el conjunto de la población de origen africano implicaría un anacronismo, dado que afrocolombiano está relacionado con una concepción “étnica” de la gente negra que en esa época no se tenía.

Al contrario, el término “negro” hace referencia a una categoría social cuyo origen remonta a la esclavización, de la cual los políticos estudiados se apropiaron para ejercer un liderazgo dirigido a un grupo que se caracterizaba por el color de la piel de sus miembros y no por especificidades culturales, que en ese momento no representaron un argumento de reivindicación.

Me parece importante destacar también que la definición de “liderazgo negro” no abarca a todos los políticos pertenecientes a este grupo que estuvieron en el Congreso entre los años cuarenta y sesenta, sino a los que desarrollaron un discurso en el cual el argumento racial tuvo un rol importante: Diego Luis Córdoba, Natanael Díaz, Arquímedes Viveros y Marino Viveros.

Los líderes que estudia, ¿usaban un «discurso racial»?

Sí, lo usaban, aunque en las maneras y en los códigos que la concepción de las relaciones raciales de la época permitía.

Es necesario tener en cuenta que, en ese momento, la concepción de las relaciones raciales que se tenía en Colombia estaba marcada por la ideología del mestizaje, que a nivel teórico garantizaba los mismos derechos a los ciudadanos, independientemente de su pertenencia étnico-racial.

Por lo tanto, la “raza” no era considerada un factor importante para proponer reivindicaciones y derechos específicos para los distintos grupos.

A esto hay que añadir la posición peculiar ocupada por la gente negra en la sociedad colombiana. Contrariamente a lo que ocurre hoy, en ese momento este grupo no era considerado portador de especificidades propias, particularmente en lo cultural.

De la misma manera, se consideraba el racismo y la discriminación racial como problemas ajenos al país, dado que el mestizaje sería incompatible con su existencia.

Partiendo de estas premisas, el discurso “racial” llevado a cabo por los políticos que estudié se desarrolló en diferentes niveles.

Un primer nivel es el que desarrollaron a través de movimientos de reivindicación, como el Club Negro de Colombia (1943) y el Centro de Estudios Afrocolombianos (1947).

El uno, denunció la escasa participación de la gente negra en la vida de la nación y afirmó la existencia de “valores negros” (un concepto que, sin embargo, quedó inexplicado) que habían actuado en la historia del país.

El otro, esbozó una reflexión sobre las especificidades culturales y territoriales de la gente negra que sólo algunas décadas después tendrán su reconocimiento institucional.

El “discurso racial” desarrollado en la actividad política tiene otras peculiaridades. En ese ámbito se puede distinguir entre el discurso político regional y el que desarrollaron en el Congreso.

Los testimonios que recogí confirman que, en sus discursos frente al electorado chocoano y nortecaucano, políticos como Natanael Díaz, Marino Viveros, Diego Luis Córdoba y Alejandro Peña hablaron abiertamente de las desventajas que la población negra tenía.

También de la discriminación que ella padecía en sectores como la educación, así como por la falta de infraestructuras que las marginaban del resto de la población, y trataron de proponer medidas para favorecer sus posibilidades de estudio (principalmente con la institución de un sistema de becas), generar mayores posibilidades de ascenso social y su mayor participación en la vida cultural, económica y política del país.

Por el contrario, en el Congreso, ellos encontraron la manera de hablar de “raza” sin nombrarla, dado que, como dije anteriormente, la ideología del mestizaje en que se basaba la concepción de las relaciones raciales no permitía usar ese argumento para reivindicar derechos específicos.

Por esta razón, el discurso de congresistas como Diego Luis Córdoba, Natanael Díaz, Arquímedes Viveros y Marino Viveros se enfocó en temas como la región y la clase.

Sin embargo, es necesario tener en cuenta que la región y la clase estaban marcadas por lo racial: el Chocó y el Norte del Cauca eran regiones “negras”, así como los sectores populares que vivían en ellas estaban conformados en su mayoría por personas pertenecientes a ese grupo.

De esta manera, los discursos acerca de la región y de la clase se volvieron una manera de hablar indirectamente de las condiciones de la gente negra. No es casual que, al referirse a ellas, un término recurrente era “discriminación”.

Al denunciar la discriminación que el Chocó y el Norte del Cauca padecían, esos políticos denunciaron la discriminación racial que afectaba a sus habitantes.

Sin embargo, el discurso político vivió cambios a lo largo del tiempo, como demuestra el caso de Natanael Díaz, quien en 1960, poco antes de dimitir de su cargo de Representante a la Cámara, comenzó a hablar abiertamente de la discriminación racial hacia la gente negra no solamente en su región sino en todo el país.

Otro caso que me parece interesante para evidenciar el cambio que ocurrió en los mismos miembros del Club Negro es el de Marino Viveros, quien desde los años setenta conjugó la actividad política con el activismo, siendo líder de una organización como Asonegri (Asociación de Negritudes) y organizador, con Manuel Zapata Olivella, del primer Congreso de Negritudes que tuvo lugar en Cali en 1977.

Gracias a la familia de él, tuve la oportunidad de escuchar unos discursos que pronunció entre finales de los años setenta e inicio de los ochentas, en los cuales la denuncia de la discriminación racial, que anteriormente pasó, como dije, por la clase y la región, se hizo más evidente y trascendió esos argumentos.

¿Por qué eligió ese periodo, 1943-1964?

A mi modo de ver esas dos fechas representan dos hitos importantes en el proceso de organización de la gente negra y en la formación de un liderazgo político que, en las maneras descritas anteriormente, desarrolló un discurso en que la cuestión racial tuvo un papel importante.

El 1943 es el año en que Natanael Díaz, Marino Viveros y Manuel Zapata Olivella, entre otros, fundaron el Club Negro de Colombia, que puede ser considerado el primer movimiento social de personas negras de este país.

Fue un movimiento que tuvo elementos de ruptura y de continuidad con las concepciones raciales de la época.

Así, por un lado no puso en discusión la “armonía racial” sobre la cual se fundaba la ideología del mestizaje y que englobaba a todos los componentes de la población en una ciudadanía supuestamente igualitaria.

Por el otro, evidenció la condición de desventaja en que se encontraba la gente negra, denunciando su escasa participación en la vida del país, pidiendo al Estado medidas para solucionar esa situación, sobre todo en el ámbito educativo y el reconocimiento de los “valores negros” que habían actuado históricamente en la vida del país.

El Club Negro, por lo tanto, evidenció la existencia de “ciudadanos negros” y de la condición peculiar que tenían en la sociedad colombiana.

1964 es el año en que murieron los dos políticos más representativos de esos procesos: Diego Luis Córdoba (en mayo) y Natanael Díaz (en julio).

En una línea, su impresión sobre cada uno de estos líderes. Lo que quiera destacar.

Diego Luis Córdoba: Un político que articuló las reivindicaciones sociales y las reivindicaciones raciales.

Adán Arriaga Andrade, Manuel Mosquera Garcés y Daniel Valois Arce.
La trayectoria de cada uno de estos políticos representa la presencia (en muchos casos desconocida o ignorada) de personas negras en las instituciones. Sin embargo, también la excepcionalidad de esta participación, debido a la marginación que sufrió la mayoría de las personas negras.

Natanael Díaz: Uno de los pensadores “negros” más interesantes, cuyas ideas reflejan la complejidad del lugar de la gente negra en Colombia y de las relaciones raciales a mediados del siglo XX.

¿Qué ve que ha cambiado de ese periodo al actual respecto a la participación de los ciudadanos negros en la política?

Si consideramos la participación política en sentido amplio, me parece que el cambio más importante ha sido determinado por el surgimiento del movimiento negro, o afrocolombiano, que ha ampliado mucho las posibilidades de acción de las y los ciudadanos negros y variado el espectro de las instancias.

Hoy se abarcan argumentos como la denuncia de la discriminación racial, las reivindicaciones territoriales, el reconocimiento de la diversidad cultural, las cuotas para el acceso a la educación.

En este sentido, tengo la sensación de que las reivindicaciones étnico-raciales se han desplazado desde la política tradicional, que fue la referencia principal en la época en que estudié, hacia el movimiento social, que en esa época no existía.

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