Virgelina Chará, Alejandro Arévalo y Jomber Chinchilla son de tres lugares diferentes del país, de tres estratos sociales distintos y cada uno se enfrenta a uno de tres actores del conflicto armado colombiano. Sus vidas tienen un punto en común: La música, aunque la utilizan de formas muy diversas.
Por María Juliana Rodríguez Cepeda, estudiante reportera de la Universidad de la Sabana.
Mujer, negra, colorida y fuerte. Virgelina se mira al espejo y se arregla el turbante violeta. Su rostro tiene el cansancio de los años, de la muerte y del miedo. Se le notan los más de treinta años de activismo social, de desplazamiento y de solidaridad. Nació el 19 de marzo de 1955, el día de los irresponsables y de los casados, en Suárez (Cauca), corregimiento étnico, minero, agricultor y maderero.

Creció en una vereda de ciento cincuenta casas, donde cabían doscientas o trescientas familias. Más o menos cuatro núcleos familiares por vivienda. Allá, en Suárez, no hay mes que no llueva.
La humedad hace que de las hojas de las matas frutales y los cañaduzales escurran goterones de sudor y la piel de los habitantes se adhiera a cualquier superficie.
Además de humedad, en el municipio abunda el oro. Dentro de cada propiedad existe una mina. Y muchos de los pobladores se sumergen en el Río Cauca a cernir sus aguas en busca de piedrecitas doradas.
Las mujeres en el Cauca son las que llevan la batuta en el hogar. Crecen trabajando. Virgelina no fue la excepción. Junto con sus hermanas cocinaba, lavaba y trabajaba. Si no tenía para la comida se iban a cortar paja, para hacer colchones y escobas que vendía y así recolectaban el diario. Hasta su primer estudio lo pagó.
De cualquier forma se rebuscaba el dinero. Leña, oro o paja. Virgelina hizo la escuela y después estudió especies menores, a ella siempre le ha gustado el arraigo a la tierra, a las tradiciones.
En Suárez, a pesar del esfuerzo de la comunidad, el dinero no se ve. Es por eso que para la población no es importante y encontraron un modo mucho mejor: se traba a mano cambiada, eso significa que usted tiene una finca y yo tengo la mía, usted me ayuda en mi finca y yo le ayudo en la suya.
No es trueque sino solidaridad. Si uno come cerdo este le reparte a todos sus vecinos su pedazo de carne. Si alguien necesita una semilla va a dónde un vecino y se la pide para poder plantar su cultivo. Esto ocurre cuando se tiene; no es obligación hacerlo, pero es tradición.
Tradición también es el canto. Como comunidad afrocolombiana la música, como el territorio, es valiosa. Hila la vida de las personas. Determinan los tiempos y ameniza las horas muertas en el pueblo. Unas pequeñas notas musicales también se escapaban mientras escarban el agua en busca de pepitas doradas.
Las mujeres, como hacía Virgelina, cantaban para curar a los enfermos, velar a los muertos y arrullar a los niños.
La primera vez que Virgelina salió de Suárez fue en 1967. Tenía doce años y fue a trabajar a una casa de familia en Cali. Hasta 1978 regresó, pero no para quedarse. Tuvo a su primera hija, Derly, a los veintiún años en Cali y al regresar a su tierra natal dio a luz a Harold.
Virgelina vivía sola desde los quince años. Siempre le gustó la independencia. Al regresar, y con dos bocas que alimentar más, decide montar un negocio de comida.
Suárez es un territorio rodeado por el conflicto armado colombiano. Confluyen sus tres actores: Guerrilla por el sur, paramilitares por el norte y el Ejército Nacional en el centro, siempre constante en la zona. Es común que haya desapariciones y secuestros en la población. Además de mucho muerto.
En 1983 secuestraron al cuñado, al hermano y al sobrino, que tenía ocho años, de Virgelina. Los tuvieron noventa días. Una vez avisaron que había tres personas muertas y la descripción era muy parecida, dos adultos y un niño. Ese mismo día en el corregimiento hubo alboroto, habían cogido a un guerrillero.
La gente del pueblo se lo entregó a la policía y la Policía al Ejército. Virgelina solo quería hablar con él saber si tenía alguna idea del paradero de su familia. Pidió que le dejaran ver al hombre, pero hombre ya no era.
Solo había un amasijo de carne que aún respiraba. Frente a Virgelina los soldados abrieron al guerrillero, lo llenaron de ácido y piedras y lo botaron a las aguas del Río Cauca. Virgelina no se pudo contener, tuvo que decirles: “Si ustedes son los buenos, entonces ¿cuáles son los malos?”
A pesar del episodio, Virgelina se mantiene dentro de Suárez hasta que en 1985 llega el “desarrollo”. Viene en forma de represa y se llama La Salvajina. Para los negros su territorio lo es todo. ¿A quién le importa que en la mitad del corregimiento haya un lago y esté el Río Cauca?
Para ellos lo valioso es que ahí nacieron los abuelos de los abuelos de sus abuelos. Que allí los antiguos esclavos lograron su libertad. El arraigo a la tierra a veces es lo único que tienen.
Pero el desarrollo llegó y los desplazó, con ayuda de los que creían debían protegerlos: el Ejército. Virgelina al ver cómo sacaban uno a uno a su familia y su pueblo decide alzar la voz y montar el sindicato minero.
Denuncian ataques, violaciones y desapariciones de mujeres y niñas. Denuncia la venta de droga, el tráfico de menores, el miedo y la frustración. Virgelina se vuelve objetivo militar.
Virgelina no sabía pero a 815 km de su hogar, en Barrancabermeja, el mismo año que el desarrollo la sacó de su hogar, nacía Jomber.

Hombre, apasionado, enérgico y duro. Un 25 de agosto estuvo en los brazos de su mamá por primera vez. Creció al lado del Río Magdalena. En sus aguas vio y vivió miles de historias. Barrancabermeja es puerto y además prioridad petrolera. Muchos llegaron a la zona llamados por el oro negro, incluida la violencia. El fuego y las humaredas de las torres petroleras rayan el paisaje. En Barranca el sol picante cocina las tejas de barro y las paredes blancas de las casas.
Jomber vivió la violencia desde muy pequeño. Cuando tenía diez años, estando en cuarto de primaria, mientras caminaba de regreso del colegio junto con su hermano. Un hombre que venía dando tumbos y ensangrentado fue rematado al frente de él por tres sujetos en motocicleta.
El pequeño rápidamente los identificó como paramilitares. No sabía quién era, ni cómo se llamaba y desde ese momento empezó a no importarle. Protegerse era la prioridad. No oigo, no veo, no sé.
A veces había alboroto en el barrio, habían asesinado a alguien al lado de su casa. Pero Jomber daba media vuelta y se refugiaba en sus cuatro paredes. Al día siguiente el nombre de alguno de sus amigos salía a la luz como la víctima. A veces el río cargaba a los muertos, los limpiaba y desaparecía.
Jomber poco a poco se insensibilizó a la realidad que vivía. Sus sentimientos eran muestra de debilidad. Sus padres intentaban también ocultar la realidad. Esconden los recortes de periódico que hablan de la muerte y el descuartizamiento de un hombre en Bogotá a manos de los paramilitares. Ese hombre era el tío del niño.
Barrancabermeja no solo tiene el problema de la violencia. La falta de desarrollo, el atraso cultural y de educación no dejan a sus habitantes avanzar. Jomber lo sabía, por eso a los quince años dejó atrás a ese pueblo que lo obligó a bloquear sus emociones. Irónicamente Jomber se fue a estudiar artes aunque no quería despertar esas emociones reprimidas. Sentir es ser débil.
En el 2000 Jomber conoce Bogotá, una ciudad enorme, nada parecida a su Barranca. En el 2003 el arte lo llama, le pide que lo explore. Sin embargo, Jomber tiene un taco de indiferencia en el cerebro y el corazón.
Estudia artes escénicas en la Universidad de El Bosque y, a pesar de su talento, es solo un autómata en escena. A veces al escuchar una tambora con sus rítmica base de cumbia le provoca mover las caderas y dejar correr lo que siente, pero el miedo y la supervivencia le hielan de nuevo el corazón.
En el 2003 Virgelina llega a Bogotá. Sale de su segundo hogar, Santiago de Cali. Nuevamente es objetivo militar. Denuncia el reclutamiento de menores por parte de grupos ilegales y el abuso de las fuerzas del Estado.
Virgelina llega al distrito de Aguablanca. Mientras Jomber conocía la violencia en Barranca, ella se da cuenta del fenómeno de la gente sin vivienda. Algo impensable para una mujer negra arraigada a su tierra y por tanto a su casa. También es testigo de los abusos de la autoridad.
El que vivía en el distrito de Aguablanca por solo ese hecho ya era guerrillero. Virgelina denuncia lo que ve y lo que siente. La mayoría de la población de Aguablanca está ahí por culpa del desplazamiento forzado por huir de lo que se les acusa.
Virgelina una vez más es objetivo militar. El 22 de febrero de 2003 sale de Cali y esa misma noche asesinan a diecisiete personas con el objetivo de desaparecer a Virgelina. Al llegar a Bogotá sabe que no puede quedarse callada. Debe alzar la voz. Denunciar. Ella sabe que debe cantar.
Mientras Jomber empezaba a abrirse a los sentimientos y Virgelina llegaba por primera vez a Bogotá, el hijo del coronel Eduardo Arévalo Castañeda terminaba sus estudios en politología y filosofía en la Universidad de Los Andes.
Extrovertido, rebelde y libertario. Alejandro nació el 26 de junio de 1982, en Bogotá. Su único contacto real con el conflicto colombiano era su padre, coronel del Ejército y redactor de noticias para los diarios de esta institución. Creció rodeado de comodidades.

Todos los días tenía que comer, en donde comer y con quién hacerlo. Venido de una familia ultraconservadora, la religión y el elitismo eran cuestiones diarias. A través de los escritos de su padre se dedicó a entender esa guerra que no era la suya.
Entró a la mejor y más costosa universidad que la ciudad de Bogotá le pudo proveer. Estudió por rebeldía, y luego por pasión, filosofía y política. En medio de las hormonas y de las ganas de salir de la burbuja donde sus padres lo confinan Alejandro crea un grupo de rock.
Cinco muchachos que no saben qué es la vida tocan canciones llenas de rebeldía sin causa, con ansias de alzarse en contra del sistema que les ha dado todo. Cuatro meses más tarde el grupo fracasa ante las peleas inevitables sobre los temas que se quieren tratar.
Alejandro quiere hablar del conflicto. Los demás de lo horrible que es la educación, de la comida de moda y de cómo hacerle jaque al gobierno.
En el 2003 Alejandro sale de Colombia. Va rumbo a Francia a hacer una maestría en politología y libertad. Estando en la tierra del existencialismo, los autores lo impregnan de ideas de libertad y amor.
Alejandro fusiona la idea de Sartre y Nietzsche del arte como arma de compromiso social. La idea ronda en su cabeza cuando regresa a Bogotá en el 2009, se vuelve profesor de Universidad Javeriana.
Mientras se encuentra allí monta una nueva banda de rock. Sus letras cambian ya no es sobre lo detestable del sistema ahora tiene impresas ideas políticas que van guiadas en contra de la guerrilla, en busca de la paz pero en contra del gobierno.
Alejandro se da cuenta de que no está solo, en Bogotá un nuevo partido político con sus ideales se está formando: el movimiento libertario.
No es sino hasta el 2015 que como tal se funda el movimiento pero mucho antes un grupo de intelectuales, entre los treinta años, empieza a promover estas ideas eminentemente francesas.
Alejandro no es la excepción. Sus canciones toman un tinte cada vez más político. Canciones como Cabeza de robot, hablan sobre la desidia del pueblo colombiano para querer votar y como se deja manipular por sus dirigentes.
Para el mismo año en que Alejandro se vuelve docente de la Javeriana, Jomber entra a trabajar como docente en la UNIMINUTO. Su arte poco a poco lo ha ido transformado, y es la música su principal motor. Jomber siente mucho más que antes.
Se permitió expresarse pero aun falta algo. Estando en Bogotá, metido de cabeza en el mundo de las artes, se entera que en su natal Barranca existe un grupo artístico desde 1996 llamado escuela de artes Las Tablas.
Se contacta con ellos y se entera que el arte que este grupo promueve es para construir la memoria del conflicto. Eso era lo que Jomber necesitaba, hablar y representar los temas que nadie quería ver ni oír en su tierra.
En el 2012 hace parte del montaje de una obra teatral y musical llamada María Candela, la cual más adelante reharía con su grupo de estudiantes en la UNIMINUTO.
La obra hace un recorrido por las costumbres de las orillas del río Magdalena. A través de música tradicional, por ejemplo, se recrea una violación al ritmo de un mapalé.
Los protagonistas de la historia tiene una vida marcada por el conflicto colombiano. Jomber se da cuenta que hablar de la historia en el Río Magdalena es hablar de la historia de Colombia.
El Río Magdalena tiene una longitud de 1500 km y ocupa el 24% del territorio continental haciendo límite con diez de los dieciocho departamentos lo que significa que atraviesa casi por completo al país y el 80% del PIB sale de sus aguas.
Pero si se habla de las historia de Colombia se habla inevitablemente del conflicto. En medio de parrandas y alegrías se cuenta el drama de la población y el mostrarlo hace que las cosas cambien que se le dé una voz y un espacio a lo ocurrido.
Por eso Jomber en el 2015 hace María Candela con su grupo de la UNIMINUTO. Quería enseñarles a estos jóvenes que nunca han vivido la violencia de frente que tiene que ser consciente del conflicto pues es parte de su país.
Poco a poco a través de las tradiciones, del teatro y de la música Jomber ve el cambio en sus estudiantes. La tarea implicó que los jóvenes aprendieran el dialecto y los modismos de los lugares.
Empezaran a cantar de manera tradicional cuando ninguno creía tener la voz para eso. Fueron horas de mostrarles cómo se debe coger correctamente una falda de cumbia y qué significa. Así poco a poco los jóvenes se sensibilizaron.
Por primera vez se dieron cuenta que hacían también parte de esa guerra.
Virgelina ha cantado toda su vida. cantaba en las verbenas, en los velorios, en las Jugas, en los Bundes – que es cuando moría un niño-, y empezó a componer en los 90’s.
Compuso sobre lo que vivía, porque tenía la necesidad de contar lo que estaba pasando. El canto de Virgelina viene de sus antepasados, del conocimiento africano.
Ella sigue cantando para no perder su cultura. Virgelina con su canto se ha enfrentado incluso a su propia creencia, la Iglesia Católica. Virgelina cree que la religión católica le quita conocimiento a su cultura negra, creyentes de muchos santos y otras tradiciones.
Virgelina canta porque lo necesita, no importa que no la escuchen. Canta en nombre de los que ya no pueden recordando lo que pasó. Denuncia como lo hace en Fosas y Tumbas:
“El sol no brilla, la luna no alumbra más. Las aves ya se fueron y en el campo ya no están. ¿Qué les pasó a las mujeres que no escucho su cantar?
Dígame señor gobierno, usted puede contestar, se llevaron las familias, no sabemos dónde están; ellos no eran guerrilleros, menos paramilitar eran negros campesinos que venían de trabajar”
Alejandro, por medio de su banda, de sus letras pretende hablar de igual, libertad y paz. Tienen un claro cometido ideológico y político. En sus letras le habla a la guerrilla, le exige que se detengan.
Incita a los jóvenes a hacerse a la política, a exigir sus derechos a promulgar la libertad y la búsqueda de una justa y necesaria paz. Sus canciones las utiliza para hablarles a sus estudiantes, que se empapen un poco de lo que ocurre en su país.
Cree que la música es un método alternativo capaz de entrar en la cabeza de las personas y de entregar su mensaje.
Jomber empezó a sentir de nuevo. La música le dio un nuevo propósito. Le permitió acercarse a su historia a aceptarla a comprenderla. Le dio la oportunidad a sus estudiantes de aprender tradiciones e historia.
Quiere hacer memoria, no olvidar lo que pasó. En el 2016 Jomber, junto con su grupo de estudiantes de la UNIMINUTO creó una nueva pieza basada en el libro de Javier Osuna llamado Me hablarás del fuego.
La creación colectiva narra la historia de tres personajes que hilan las historias de lo vivido por el país a raíz del paramilitarismo. A pesar de que el libro denuncia los hornos crematorios cerca a Cúcuta, en la adaptación de Jomber los personajes son de todo el territorio colombiano.
Quería que todos se pudieran identificar, quería sensibilizarlos.
La música puede ser usada de diferentes formas así traten un mismo tema. Algunos como Virgelina lo hacen porque es importante expresarse, sacar lo que tiene dentro.
Otros como Jomber prefieren enseñar y sensibilizar sobre lo que ocurre y, finalmente, algunos como Alejandro la utilizan con fines políticos para entregar un mensaje. Pero todos tienen algo en común y es que utilizan compases que permiten germinar paz.