República de colores

Publicado el colordecolombia

Samuelito era único…el homenajeado de @PetronioCo

 Cuando en el “Petronio Álvarez se habla de danzas y de folclor de más allá de los manglares y los esteros de Guapi, destaca en el recuerdo el nombre de Samuel Caicedo Portocarrero, para todos sus conocidos: “Samuelito”.

Por Manuel Tiberio Bermúdez. Cortesía de Posicionamos para el diario El Petronio*

Cuando en el “Petronio Álvarez se habla de danzas y de folclor de más allá de los manglares y los esteros de Guapi, destaca en el recuerdo el nombre de Samuel Caicedo Portocarrero, para todos sus conocidos: “Samuelito”.

Como es tradición, El Festival de Música del Pacifico, Petronio Álvarez, rinde homenaje a la memoria de alguien que se destaque por sus aportes al Festival, pero en especial a quien haya logrado promover la difusión del Folclor del Pacífico. En esta oportunidad, será Samuelito el gran celebrado.

Samuelito CaicedoSamuel, fue cultor del folclor afro, maestro de danzas, promotor cultural, cofundador del Encuentro Nacional e Internacional de Danzas Folclóricas, Mercedes Montaño y bailarín destacado del Petronio Álvarez. Para Samuelito, era motivo de vida todo lo que tuviera que ver con las tradiciones de su Costa Pacífica.

Samuel nació en 1957, en un pueblito de pescadores llamado Guapí. Cuentan que hace parte del grupo de los 52 hijos que tuvo su padre, Maximiliano Caicedo, quien vivía intensamente la rumba, la vida y el amor.

Llegó a Cali en 1980 y a la par que estudiaba en la Universidad Libre, se dio a conocer como un amante del folclor de su región. Con el pasar del tiempo se hizo abogado y además cultor y practicante de las danzas de la tierra pacifica lo que le fue acentuando su fama de bailarín.

La ciudad de Cali ha sido justa al rendir este homenaje a Samuel Caicedo, porque es un símbolo de la resistencia pacífica en el cuidado de la ancestralidad. Samuel no perdió su identidad en ningún momento a pesar de que cuando llegó a Cali se sintió solo y a veces con ganas de volverse a la tierra que amaba.

Su voluntad de batallador pudo más y se dedicó a mostrar y a posicionar la cultura afro en la ciudad de Cali, y más concretamente, en la Universidad Libre.

El Pacífico en general le reconoce esta labor a Samuel ya que gracias a su actividad y persistencia, le cambio la lectura que en Cali se hacía de la danza folclórica del Pacífico Sur de Colombia.

Samuel, llegó a Cali invitado por Gloria Perea. Vino con su grupo de danzas desde Guapi, a mostrar su trabajo sobre las investigaciones que había hecho en los corregimientos, en las veradas y en algunos municipios como Timbiquí, Micay y en los más recónditos vericuetos de esa hermosa zona.

Traía como equipaje toda esa sabiduría popular que da el quehacer cotidiano y el compartir saberes. Ingresó al Instituto Popular de Cultura, pero no logro adaptarse porque él tenía otras perspectivas sobre la ciudad y frente al folclor.

Ingreso luego a la Universidad Libre y allí empezó a trabajar con los elementos y conocimientos que traía de su tierra. No se dejó permear por la cultura citadina.
En la Universidad Libre, crea un grupo de danzas de gente afro descendientes, aunque le abrió espacio a la gente de otras etnias, pero privilegio a la gente de su Pacífico, lo que hizo que la Libre fuera la única universidad colombiana que tiene danzas del Pacífico Colombiano.

Con su grupo viajó a muchas regiones y a muchas ciudades de Colombia mostrando el folclor. “Yo tuve la oportunidad de viajar con ellos a Europa-cuenta María Yaneth Riascos Góngora, y por allá, en los festivales nos decían que ellos no tenían idea que existían esas danzas que nosotros les mostrábamos. Ellos lo único que sabían de nuestro folclor eran las danzas de Sonia Osorio. Es más cuando nos vieron bailar el currulao lo definieron como “la danza de las olas”, y a lo mejor tenían razón ya que en el baila se va y viene como la cadencia que tiene el mar”.

Muchos reconocen que Samuelito y su grupo, fueron los primeros en llevar el folclor puro del Litoral Pacífico Sur a Europa. Tuvo la oportunidad de hacer la promoción de Colombia en el exterior y fue el embajador de la música folclórica, en muchos países y en muchas regiones con el grupo de la Universidad Libre.

Oliva y Samuel, fueron siempre una pareja de baile, pero la gente suponía que eran enamorados por la afinidad que tenían. Es cierto, eran pareja de folclor, pareja de amor por su región quienes inspiraron a los guapireños residentes en Cali, a mostrar el folclor y sus fiestas tradicionales. Fue gracias a él, que se comenzó a hacer las fiestas tradicionales de La Purísima que son el 8 pero se inician desde el 7 de diciembre con las balsadas. Ellos fueron un puente de unión entre los guapireños que vivían en Cali y la conservación de nuestro folclor.

Según quienes le conocieron, era un ser muy solidario. “Nosotros –agrega María Yaneth- éramos casi una familia y ellos siempre estaban acompañando a quien tuviera una pena, un dolor. Estaban en la alegría y en la tristeza. A Samuel le gustaba mucho conversar pero también era una persona que no se quedaba con nada, era muy frentero, contrario a Olivita. Olivita era muy introvertida y en cambio Samuelito era muy conversador”.

“Era un hombre que vivió su vida intensamente, la gozó y la disfruto de manera plena. Luego vino la otra etapa de enfermedad que le llevo a la reflexión y pienso que al arrepentimiento de si en algún momento tuvo errores o si causo un daño a alguien”.
“Recuerdo que nosotros hacemos un evento con la gente de Guapi que se llama: la novena al niño caminante. Él iba todos los días, recién había recuperado el habla, hacia las loas y decía que le agradecía a Dios que estaba hablando, caminando y bailando. Una semana antes de su muerte estuvimos en una fiesta con él y estaba alborotado con ese ritmo, esa cadencia que le hacía especial”.

María Yaneth, no detiene su evocación: “Samuelito era único y tenía gestos muy especiales con sus amigos. Recuerdo el día que murió mi madre, él llegó con Oliva a ofrecer su sangre por si necesitábamos. Ya había pasado la cirugía. Llegaron al primer piso, oyeron nuestros gritos de dolor y se traumatizaron porque mi madre acababa de fallecer”.

Cuál fue la reacción de los folcloristas ante su muerte

“Mucho pesar e indignación porque inicialmente se decía que había sido asesinado, lo cual era falso. Todo mundo se volcó a acompañar a Samuel y se le hizo un gran homenaje: muy grande, muy lindo, en el Teatro Municipal”.
“Fue un sentimiento desbordado. Llegaban los músicos por su propia iniciativa cargando sus instrumentos y desbordaron el teatro. Llegó un momento en que pensé que ese escenario se iba a caer, pues era mucha la gente queriendo expresar su amor por Samuel. Yo creo que todos los pueblos del Pacífico recuerdan a Samuel con cariño”

¿Qué pensaba él del Festival de Música Petronio Álvarez?

“Él era un enamorado del Petronio a tal punto que aún enfermo, asistía y en una ocasión bailó en un evento de Mano Currulao. Para él, el Festival Petronio, era la dicha de ser Pacífico y el espacio para mostrar nuestra cultura, para hacer visible nuestro folclor y nuestras tradiciones. Él se gozaba el Petronio de cabo a rabo, como decimos nosotros. No había un momento durante el evento que Samuel no estuviera bailando, que no cantara, porque además el cantaba y lo hacía muy bien”.

Alguna frase que recuerde de él y que recoja el amor que sentía por lo suyo.
“Él decía que nosotros los del pacifico éramos una gente con sus tradiciones y su cultura pura, y que no nos podíamos dejar acoquinar por otras culturas de otras regiones. Decía también, que hay que gozar y hay que mostrarnos. Hay que mostrar nuestra gozadera, decía cuando estábamos en Europa”

Qué tema musical le gustaba a él para escuchar.

Le gustaba una balada que decía: “Reclina niña tu frente sobre mí”. María Yaneth entona la canción en homenaje a su recuerdo con una voz suave y llena de ternura.
También gozaba con Mano e Currulao…nuevamente la voz se vuelve evocación “ Una mano e currulao es la que le voy a cantar, pá que todos los costeños nos pongamos a bailar”.

Ahora que recuerdo, le gustaba mucho: “Señora Juana María la que vive en el copete” y cuando estaba de talante de poeta recitaba: Angelitos Negros. “Al mundo la negra Juana lo malo que le pasó…el recitaba y yo cantaba: pintor nacido en mi tierra…
Samuelito fue la persona que me motivo para que yo cantara. Yo fui de las primeras Cantaoras del Pacífico que hubo aquí en Cali con Gloria Perea, Lilian u otras. Él me dijo: hay un concurso, Yanesita, métase, metámonos al concurso, él tocaba también el bombo en esa época. Entramos al concurso y me dijo: si ganamos nos vamos para Medellín. Quedé de tercera.

Samuel y Oliva Arboleda Cuero, quien fuera su compañera de baile hicieron del mundo un pañuelo como el que batía Samuelito cada que salía a bailar para mostrar su arte, y fueron muchos los escenarios tanto nacionales como internacionales que aplaudieron sus saberes en la danza.

Recordado por su sonrisa sonora y generosa, que era como la música de su tierra guapireña, los pies no le obedecían cuando sonaba un currulao, una juga, un bunde o un mapale….su sonrisa se hacía más grande, y su cuerpo empezaba a contonearse como impulsado por una orden de sus ancestros africanos. Los Chigualos le recuerdan, los arrullos y las adoraciones rememoran su orgullo por esa cultura que la ciudad no pudo quitar de su alma ni desviar de su camino de amante de la cultura afrocolombiana.

Los manglares lo extrañan, la selva y sus vericuetos, las quebradas no olvidan su paso y su sonrisa que aún resuena en los ríos y en la selva de la región amada y nunca olvidada.

* El diario El Petronio es producido por la Fundación Color de Colombia de modo independiente, desde el 2013, y es apoyado por el Ministerio de Cultura y Arroz Blanquita.

Comentarios