República de colores

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En sus propias palabras: Andrés ‘El Turco’ Gil, acordeonero y maestro de grandes artistas del vallenato

En entrevista con Juan Carlos Piedrahita y Luisa Piñeros, periodistas musicales de El Espectador y de Radio Nacional de Colombia, respectivamente, el artista Andrés ‘El Turco’ Gil habló sobre su relación con la música desde niño, la historia de su academia y los grandes músicos que ha formado. 

Andrés ‘El Turco’ Gil Torres nació en Villanueva, La Guajira, en octubre de 1948. Es un célebre acordeonero, fundador y alma de la Academia que más reyes vallenatos ha producido, con gran reconocimiento internacional.

Cuenta el escritor y periodista Félix Carrillo Hinojosa en El Espectador, que «con 17 años cumplidos, ya el remoquete del “Rey del disonante” empezaba a circular entre sus paisanos que no entendían a Andrés «El turco» Gil.

Su nueva manera de armonizar el vallenato, lo llevó a ser incomprendido, entre muchos sectores ortodoxos del vallenato que, a finales de la década del 60, sintieron su presencia en el disco de 78 RPM, con obras de su autoría como La cachaquita, en la voz de Gabriel Chamorro.

Sus éxitos más reconocidos como intérprete del acordeón son La Rosa, paseo de Mateo Torres Barrera; y El cansancio del poeta, paseo de Octavio Daza Daza».

Estas fueron las respuestas de Andrés  ‘El Turco’ Gil a Juan Carlos Piedrahita y Luisa Piñeros.**

Luisa Piñeros: Andrés ‘El Turco’ Gil es un personaje vital para la música en Colombia. Un personaje que ha podido mejorar la calidad de vida de muchos niños en la costa Caribe colombiana, en La Guajira, Cesar, Magdalena, en fin… Es fundador de una escuela que tiene más de 40 años de funcionamiento y gracias a él hay reyes vallenatos, niños y niñas que aman este género. Hoy tenemos la historia de este hombre que desde niño ha estado conectado con el sonido un acordeón y todos los sonidos y música de ritmos caribeños. ¿Cómo ha pasado estos días de contingencia?

Estos días han sido muy difíciles, sobre todo para mí. Ya llevamos más de 100 días encerrados. Por el aislamiento ordenado por el Gobierno nos tocó cerrar la academia, estamos a puerta cerrada.

Además de formar a los niños musicalmente, yo trato de llevarlos por el camino del bien. En mi escuela yo tengo muchos niños desplazados, vulnerables, nos sentimos muy afectados, pero estamos bien de salud que es lo importante.

Juan Carlos Piedrahita: nos preocupa un poco que esté cerrada esa escuela y llave permanente de folclor vallenato, pero ya vendrán tiempos mejores. Luisa habló hace un rato de su proximidad con el vallenato y su vecindad con Emiliano Zuleta en Villanueva. ¿Ahí empieza usted a cosechar este amor por el folclor, maestro?

Sí, yo nací en Villanueva, fui vecino del viejo Emiliano Zuleta, patio con patio con Beto Murga, en la otra calle nacieron los hermanos Romero, al lado de ellos Egidio Cuadrado, patio con patio con Daniel Celedón, en la misma calle creció Jean Carlos Centeno. Son dos barrios, San Luis y Cafetal, donde nos llegó la música, alguien empezó con su acordeón, nosotros lo acompañábamos y de ahí nos prendimos.

Desde muy pequeño empecé con la música. Mi papá fue músico, tocaba trompeta, tenía una de las mejores orquestas de la región; y mi tío Reyes Torres, de parte de mi mamá, tenía otra orquesta muy famosa en esta región, cuando no existían ni siquiera el Cesar ni La Guajira, todo esto pertenecía al Magdalena.

Yo a los siete años ya tocaba trompeta y leía música. Después estudié cinco años saxofón, clarinete y después estudié armonía. En mi casa se hacían muchas parrandas, mi mamá tenía un palo frondoso de almendros y allá llegaba Escalona, Buitrago, Leandro Díaz, todos esos músicos y hacían grandes parrandas.

Yo recuerdo que una mañana desperté en mi hamaca, donde siempre me acostumbré a dormir, y veo encima de un baúl un acordeoncito que había dejado el viejo Emiliano después de la parranda en la casa.

Yo cogí ese acordeón, y como ya leía y escribía música, comencé a escribir todos los sonidos que daba ese acordeón, fue de los primeros acordeones que llegaron. Me di cuenta que ese instrumento era limitado, solamente tenía siete sonidos, cuando los sonidos de la música son 12, entonces me di cuenta que era incompleto el instrumento, como una máquina de escribir que le falta el 40% de las letras, no puedes escribir todo lo que tú quisieras, eso me llamó la atención.

Pero en el año 1964 ya nos llegó un acordeón más tecnificado. Ahí sí me entusiasmé, tuve ese instrumento como un año y fue suficiente para empezar grabar. Cuando Alfredo Gutiérrez escuchó mi primer disco, exclamó: “el ‘Turco’ Gil se adelantó 30 años en la música vallenata”.

César Castro, acordeonero de Los Corraleros del Majagual, que era una agrupación de moda en esa época, dijo: “ese es un acordeonero de otro mundo”. Muchos no entendían lo que yo hacía, porque yo empecé a darle un mejor manejo armónico a esta música vallenata, pero los grandes músicos como Lucho Bermúdez o Pacho Galán decían: “ese pelao’ sí conoce ese acordeón porque toca cosas bellísimas”.  La gente dice que lo mío está todavía adelantado por muchos años luz.

Luisa Piñeros: no creo que por allá a usted lo llamen ‘Andrés’ y voltee a mirar, ¿no? El apodo que usted tiene, el ‘Turco’, ¿se lo puso su abuelo paterno o cómo es la historia de ese apodo?

Cuando yo nací le avisaron al abuelo mío, que vivía al frente de la casa, y le dijeron que yo había nacido gordito y colorado. Cuando el abuelo llegó a verme, dijo: “caramba, este pelao’ parece un Turco”.

En ese momento no pasó nada, pero al día siguiente, todas las personas que llegaban a la casa preguntaban: “¿cómo amaneció el Turco?”, “¿cómo está el Turco?”, y así me quedé. Yo nací como el gallinazo, que nace blanco y después se vuelve negro.

Juan Carlos Piedrahita: hay otra anécdota por allí, que está en boca del maestro Escalona, que en alguna oportunidad dijo que el maestro Andrés  ‘El Turco’ Gil era la persona que más sabía de vallenato en el planeta. ¿Eso es así, maestro?

No, yo soy muy modesto, ojalá. Eso es la gente que habla -risas-.

Luisa Piñeros: yo creo que sí, una persona que creció con todos estos personajes aprende mucho. ¿Qué es lo que hay allá en La Guajira que hace que los músicos tengan tanta mística?, ¿será el agua que toman, será ese desierto, ese mar?

En La Guajira hay una magia, la verdad que no sabemos. En nosotros yo creo que de pronto sea el cerro pintado, un cerro que está al frente de Villanueva, en la Sierra del Perijá, donde se ve a veces como un espejo.

Y pasa algo, no sé qué pasa, porque fíjate que tenemos a Rosendo Romero, que es un gran poeta de nuestra música vallenata. Dicen que Patillal pertenece a La Guajira, entonces se puede decir que Escalona y Freddy Molina son de La Guajira. Colacho, el rey Luis Enrique Martínez, guajiro, el chico Bolaños, todos son grandes acordeoneros que salieron de La Guajira.

Juan Carlos Piedrahita: la academia del maestro se crea en 1979. ¿Cuál era su idea inicial cuando usted opta por enseñarles a los muchachos y muchachas el folclor desde su esencia?

Yo soy pionero en esto, el primero en el mundo al que se le ocurrió montar una academia de música vallenata. Aquí lo tienes, es este “modesto negro”, cómo dirían por ahí. Bueno, yo descubrí muchos secretos en el acordeón y quise que estos nuevos alumnos conocieran más el instrumento, que tuvieran un nivel mejor.

Y es verdad que han venido progresando. En los primeros discos que grababan, muy bonito y todo, pero había muchos errores, sobre todo armónicos. Pero ahora ya cualquier peladito de estos te conoce la tonalidad, sabe en qué tono toca.

Los acordeoneros de antes, o incluso muchos ahora todavía no saben cómo se llaman los tonos, les ponen nombres como “ruiseñor”, “turpial”, pero eso no es así, cada acordeón tiene su nombre, puede estar en mi bemol, en fa… Entonces estos pelaos nuevos conocen todo esto, conocen los acordes, todas las notas musicales, entonces es importante porque tienen un nivel diferente.

La academia empezó porque cuando salió mi primera grabación, muchos acordeoneros profesionales me buscaron para que les explicara cómo hacía algunas cosas, entonces empecé a enseñarles a algunos. Después llegó un papá y me dijo: “yo quiero que le enseñe al hijo mío, pero así como usted sabe, porque usted sí conoce ese acordeón”. Yo empecé a enseñar y así fue creciendo. Empecé en el patio de la casa, pero cuando vi, ya no me cabían los alumnos allá.

Luisa Piñeros: usted ha sido profesor de alumnos que se han convertido en reyes vallenatos, entonces la satisfacción es grande, no sólo por formar para que sean reyes, sino por lo que en el camino se va dando con estas estas niñas y niños que han estado en su escuela. Más allá de la escuela, del nombre, de esos 40 años enseñando, ¿qué es lo más bonito de poder enseñar? ¿Qué es lo mejor de ser maestro y poder enseñar música?

Aparte de la formación que le he dado a todos estos alumnos, que hoy en día son orgullo, no del ‘Turco’ Gil, sino del folclor vallenato, como por ejemplo Sergio Luis Rodríguez, actual acordeonero de Jorgito Celedón, ha ganado tres Grammys Latinos, Gongo de Oro, Rey Infantil y Rey Vallenato; tengo al ‘Cocho’ Molina, que los 14 años le di su primera clase, y que hoy en día es el acordeonero de Poncho Zuleta, es Rey de Reyes, grabó con Gloria Estefan.

El actual acordeonero de Silvestre, Luca Dangond, lo hizo el ‘Turco’ Gil; el actual acordeonero de Beto Zabaleta, Luis José Villa; el acordeonero de Pipe Peláez, Manuel Julián Martínez; todos esos eran niños que pertenecieron a la escuela. El acordeonero que grabó por primera vez con Kaleth Morales, Juanca Ricardo; el actual acordeonero de Jorge Ñates, Carlos Mata; si me pongo a enumerarlos se nos va el tiempo.

Juan Carlos Piedrahita: maestro, hay una particularidad en su academia porque todos estos nombres que ha mencionado son intérpretes muy importantes del acordeón, pero a mí me llaman más la atención que gente de Europa y Estados Unidos viene también a explorar su forma de enseñar el acordeón. ¿Cómo ha sido eso, maestro?

Sí, de verdad que llegan muchos interesados de Europa, Estados Unidos, Argentina; y los he formado, ya los tengo tocando vallenato. Hace poco me llegó un alumno de Austria, profesor del conservatorio de música de Austria, un acordeonero, yo no sé cómo averiguan por el ‘Turco’ Gil y me llegan acá a Valledupar para que yo los forme con la música vallenata.

El concepto de él, que ha recorrido muchos países, es que yo soy el mejor profesor del mundo. Y yo digo: no. Yo soy muy modesto, yo estoy aquí tratando de hacer lo mejor para que esta música cada día siga creciendo y vaya rompiendo fronteras, como hago con Los niños vallenatos.

Los niños vallenatos del ‘Turco’ Gil estuvieron cuando por primera vez entró el arrugado a la Casa Blanca, porque al acordeón se le dice “el arrugado” por la forma del cuello. Hemos estado en la Casa Blanca, en el Vaticano, en Inglaterra, Suiza, en Cuba le tocamos en privado a Fidel Castro.

Incluso Chávez, un presidente muy polémico, estaba enamorado del ‘Turco’ Gil. Nos invitó con estos niños a un programa que se llamaba “Aló, presidente”, y cuando ya nos veníamos, yo caminé dos metros y Chávez me llama: “Turco, ven acá, ¿tú en qué te vas para Colombia?”, yo le dije: nosotros tenemos un bus climatizado. Y nos dijo “qué bus, tú tienes tu avión aquí”, y nos mandó en su avión presidencial de Caracas a Valledupar.

Estos niños son unos embajadores en el mundo de nuestra música vallenata, le dicen al mundo que Colombia no solamente es narcotráfico y violencia, que tenemos algo lindo que mostrar, como es nuestra música vallenata.

Luisa Piñeros: me gustó mucho algo de usted, que a lo largo de los años se ha dedicado a mejorar la vida de muchos chicos que pueden estar en drogas, pandillas, que tienen problemas de agresión sexual; y usted los rescata con la música. ¿Cómo funciona esto? Es decir, una persona que quiere salir adelante, que tiene la música dentro, ¿cómo entra a la escuela?, ¿cómo funciona este proceso de incorporar jóvenes vulnerables a su escuela?

Me has hecho acordar de lo que escribió el expresidente Bill Clinton en su último libro, titulado “¿Como cada uno de nosotros puede cambiar el mundo?” Me lo mandó autografiado, me dedicó dos páginas donde habla bellezas.

En uno de los apartes se me aguaron los ojos, dice él: “cuánto me gustaría que en cada área del conflicto hubiese un maestro como el ‘Turco’ Gil y niños como Los niños vallenatos”. Él dice que estamos cambiando el mundo, que estamos aportando un granito por la paz del mundo.

Yo diría que estos niños se los estoy rescatando a la violencia, la drogadicción, porque son niños desplazados, vulnerables, y que hoy en día estudian y son reyes vallenatos. Yo no solamente les exijo a ellos que se dediquen a la música, les exijo notas de los colegios.

Mis alumnos me ocupan los primeros lugares en los colegios, porque yo les digo: la música está bien, pero ustedes tienen que ser profesionales, lo que quieran ser, pero es bueno que tengan una carrera por si la música no funciona, ya tengan una estabilidad económica; pero si les funciona la música da más qué cualquier profesión. Entonces yo los tengo ahí estudiando con juicio y dedicados a la música.

Juan Carlos Piedrahita: vamos a escuchar a la agrupación Los niños del vallenato, del maestro el ‘Turco’ Gil, con la interpretación de “Todo es para tí”.

Ver aquí la interpretación.

Luisa Piñeros: yo creo que usted significa demasiado para estos niños y niñas. Me parece muy especial que la escuela también es para las mujeres. Cuéntenos de la pilera de las niñas en su escuela.

La primera niña que ganó un Festival de la Leyenda Vallenata, que es el festival más grande que hay en Colombia, se llama Yeimi Arrieta. 40 años de estar haciendo el Festival y nunca había ganado alguien del sexo femenino. Yo preparé esa niña y ganó.

El ‘Turco’ Gil tiene dos propósitos en la vida: poner a ganar a una mujer en la categoría peso pesado y poner a ganar a un extranjero en el Festival de la Leyenda Vallenata. Hoy en día hay muchas niñas que son reinas y cantantes del Festival.

Es más, Ana María del Castillo salió de la escuela, el mismo Silvestre de 12 años estuvo en la escuela, lo llevó el papá. Entonces no solamente salen acordeoneros, cajeros y guacharaqueros, sino también cantantes.

En el vídeo vimos a un niño que fue el que hizo el papel de Diomedes en la novela, a él lo estoy criando yo, él era un niñito en Valledupar, a los 5 años cantaba por la calle recogiendo plata para llevarle comida a su mamá y hoy en día ya ganó un Premio India Catalina como mejor actor revelación.

La historia de Juan David Atencia es muy bonita también. A él me lo llevó el abuelo, un señor que casi no vivió en ciudad ni en pueblo, sino de finca en finca, era un ordeñador, un campesino, y me llevó el niño a la academia.

Recuerdo que me dijo: “maestro, este niñito es mi nieto, es ciego de nacimiento y lo estoy criando desde los 4 años. Se lo traigo porque yo quiero que él aprenda a tocar el tambor, y yo dije: ¿y por qué usted cree que él quiere aprender a tocar tambor? “Porque cuando estamos en la finca, él escucha un disco por la radio, corta unos palitos de cualquier rama y con unos potes viejos se ponía a darle”. Entonces el abuelo me decía que me traía el niño para que tocara el tambor.

Yo le hago un examen de aptitud al niño, le puse una caja vallenata y empezó a darle, sí noté que llevaba la rítmica, ya uno con tantos años de experiencia tiene olfato para saber quién tiene talento y quién puede llegar lejos.

Y yo le dije al abuelo: “sabe qué, yo no voy a perder mi tiempo enseñándole a este niño a tocar tambor, le voy a enseñar a tocar acordeón”. Hoy en día ese niño toca acordeón, canta, compone y versea. Con todo respeto, yo creo que este niño va a ser de los más grandes que va a tener la historia de la música vallenata.

Juan Carlos Piedrahita: como dijimos, el maestro crea la academia en 1979, pero la agrupación Los niños del vallenato la crea en 1999. ¿Por qué se demoró en transformar esa academia en agrupación? ¿Por qué 20 años para consolidar esta agrupación?

De verdad que yo no pensaba formar una agrupación, fue algo que nació solo. Resulta que los niños más talentosos, yo los iba formando, y de pronto me llegó una invitación de una primera dama que tenía un evento para beneficencia para los niños discapacitados, después para unos aguinaldos y nos invitaban a muchas partes.

Yo llevaba a los niños y notaba que eso iba gustando.  Después un señor de Panamá, Julio Caicedo, no sé cómo supo de los niños y nos hizo una invitación a Panamá. Llegamos allá y fue cuando se quedaron “Los niños vallenatos”, porque en los periódicos decía “Encuentro de niños vallenatos con niños panameños”. Ese evento fue muy exitoso, lo cubrió la prensa, todos los medios de comunicación y la agrupación fue cogiendo fuerzas.

Después tuvimos la invitación a Venezuela y vino la invitación de Bill Clinton, gracias a la doctora Gabriela Febres Cordero, la esposa de Luis Alberto Moreno, el embajador en Washington en ese entonces. Me llegó esa invitación y Bill Clinton quiso conocer a estos niños, fuimos a la Casa Blanca, Bill Clinton nos atendió en su oficina, recuerdo que cuando escuchó estos niños salió corriendo a buscar sus mejores amigos y los llevaba a que vieran a esos niños. Desde que los vio, quedó impactado, enamorado, tanto así que ya hemos tenido como seis encuentros con él. Después nos invitó a su tierra, Arkansas, y allá nos llevó más de 30 mil invitados en un evento impresionante, incluso nuestro presentador allá fue el expresidente Pastrana.

Luisa Piñeros: yo creo que usted debería escribirse un libro, hacer “Las memorias del ‘Turco’ Gil y Los niños del vallenato”. ‘Turco, ¿cómo se sostiene la academia para tener todos estos niños con los mejores instrumentos y a la altura de lo mejor que puedo ofrecer la música? ¿De qué viven ustedes?

No te quiero responder porque la verdad que vivimos de limosnas. El ‘Turco’ Gil ha pasado mucho trabajo últimamente, suspendimos muchos convenios y contratos con Gobernación y Alcaldía para capacitar a niños de escasos recursos.

Últimamente, con el gobierno anterior, estuvimos más de cinco años parados, no sé si vieron la noticia salió de que al ‘Turco’ Gil le iban a desalojar de la casa porque estábamos quedando mal con unos créditos que me hicieron para sostener la escuela.

La verdad que es lamentable, no tenías que darme con esa pregunta, pero te estoy respondiendo con sinceridad.

Luisa Piñeros: pero es importante conocer la realidad, que no solo se conozcan los logros, sino que personas como usted hay varias en Colombia que están viviendo esta difícil situación y en la que no se hace una presencia fuerte del Estado.

Juan Carlos Piedrahita: así es, Luisa. Nos faltaron muchas cosas por contar, por ejemplo, al maestro también le dicen “El rey del disonante”, nos faltó también hablar de su primer álbum “Que me toquen un paseo” (1970), el segundo que se llama “La canción del algodón”, pero llegamos ya al final de esta entrevista, así que maestro muchas gracias por acompañarnos en la Cuarentena Musical Pacífico y Caribe.

Gracias por la invitación, he pasado un momento muy agradable con ustedes. Me llenó mucho esta entrevista, de corazón los felicito por su programa tan bello. Un saludo desde Valledupar, la capital mundial del Vallenato. Quien me quiera contactar puede hacerlo a través del teléfono 3157601102.

** Andrés el ‘Turco’ Gil estuvo en «Cuarentena musical Pacífico y Caribe» (29 de julio).

Editó Juan David Morales, jefe de redacción de la plataforma de comunicaciones de Color de Colombia

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 4: Cultura, identidad y comunicaciones. Iniciativa 1: Periodismo cultural. Proyecto: Dinastías y leyendas musicales.

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