Joven que denunció acto de discriminación en un bus en Medellín narra lo ocurrido*.
Por: Melissa Murillo, estudiante de Comunicación Social de la Universidad Eafit.
– ¿Quién puede cederle el asiento a la señora?, dice una mujer
– Aquí hay un puesto vacío, responde una joven que toma por primera vez un bus hacia El Poblado
– ¿Usted de verdad cree que se va a sentar ahí?
– Sí
Mareleyne Lozano, una istmeña de 25 años, despertó en muchos solidaridad, respeto y admiración cuando publicó en su cuenta de Facebook un vídeo que se hizo viral, donde relataba que fue víctima de discriminación en un bus de El Poblado, en la ciudad de Medellín. Su caso no es único ni excepcional, pero se atrevió a hacer lo que pocos, alzar la voz.

Tiene una sonrisa amplia, blanca y gustosa que contrasta con su color de piel oscuro; su nariz es chata y ancha. Hablamos de ese incidente del que no ha pasado ni un año y que tanto desea dejar atrás; sin embargo, no escatimó en brindarme sonrisas.
Hoy se arrepiente de haber grabado el vídeo: “es muy duro enfrentar a todos”, dice con resignación. La amenazaron de muerte, la trataron de negra estúpida y que se fuera de esta ciudad que, a pesar de lo ocurrido, le gusta tanto.
Era escéptica. Para ella racismo y Medellín no iban en la misma línea. Llevaba 6 años viviendo aquí y nunca se sintió discriminada, a pesar de que una amiga suya le había dicho que los paisas eran muy racistas, solo que lo sabían disimular.
Recibió mensajes de apoyo de diferentes lugares del mundo como Nueva York, Afganistán y personas de otras ciudades del país que le contaban sus historias. Tenían en común ese racismo tan arraigado pero silencioso que pone barreras, reprime y está lleno de prejuicios. Como Mareleyne mencionó en su vídeo, “creen que lo negro, lo malo y lo feo son lo mismo”. A ella le gustaría luchar en contra del racismo desmontando todos esos prejuicios.
Si algo es cierto es que este país fue construido por negros y no es justo que más de un siglo después de abolida la esclavitud debamos andar en cuclillas y con temores en la tierra trabajada por nuestros ancestros.
El asiento de Mareleyne no se quedó vacío, ahí íbamos todos los que creemos en la igualdad, en que el color de la piel no nos hace inferiores, esos que no bajamos la cabeza porque vivimos orgullosos de lo que somos, NEGROS.
* Publicado originalmente en el portal Vive Afro