La Villa de San Benito Abad, municipio de milagros (en Sucre)

Su Basílica del Señor de los Milagros, declarada patrimonio cultural y religioso de Colombia mediante ley, es lugar de peregrinación de miles de colombianos.  Esta es una aproximación a su historia y a su vida cultural-musical de la mano de cultores del municipio.

Por: Gustavo Adolfo Acuña Romero*

Conocido como la Villa de San Benito, el municipio de San Benito de Abad (Sucre), es uno de los lugares más populares de peregrinación en el país, por la presencia del Señor de los Milagros.

Ubicado a 60 kilómetros de Sincelejo y con una población de alrededor de 25.500 habitantes, según en Dane, la Villa es el municipio más extenso de Sucre. Se encuentra conformado por 19 corregimientos y 23 veredas.

“Cuando se habla de San Benito, se habla del milagroso de la villa”, afirma Alberto Pupo, gestor cultural del municipio.

El nombre de San Benito es en homenaje a su fundador, Benito de Figueroa y Barrantes, quien en el año 1669 era gobernador de la Provincia de Cartagena.

Inicialmente, la fundación del municipio se dio en lo que hoy es el corregimiento de Carbonero, en el municipio de Chinú (Córdoba).

“Isabel La Católica encomendó a Benito de Figueroa y Barrantes  crear el pueblo de San Benito”, dice Andrés Genes, historiador del municipio.

“El Cristo crucificado era el Milagroso y fue traído por el encomendero Monroy, que trajo además un Santo a San Martín de Loba y una Virgen a Magangué”, manifiesta Genes.

En 1678, la figura del Cristo llegó a donde antiguamente estaba San Benito, y con esto se inició una tradición católica que poco a poco ganó popularidad entre creyentes, debido a los Milagros que ocurrían. En 1775 se trasladó a la Villa de Takasuán, en lo que hoy se conoce como San Benito Abad.

“Con el Decreto 312 de 1886, firmado por el gobernador de Bolívar, se creó el distrito de San Benito”, afirma Genes.

“El primer milagro del Milagroso fue bajar las aguas tras un desborde de la ciénega que está en el municipio”.

Entre sus obras arquitectónicas más importantes podemos encontrar la Basílica del Señor de los Milagros, declarada patrimonio cultural y religioso de Colombia por la Ley 571 de 2000. También se halla un antiguo convento y un seminario que funcionaron desde 1920 a 1970.

“La iglesia se construyó en 1934, en lo que hoy se conoce como plaza principal”, manifiesta Felix Villareal, historiador del municipio.

Sus fiestas patronales se celebran desde la venida del Cristo. La más importante se celebra cada 14 de septiembre, y en el mes de marzo o abril, se realiza otra festividad con el fin de agradecer los favores recibidos.

“Primeramente el Cristo se alojó en la casa de Porfiria Pupo en un rancho de palma”, dice Villareal.

Las peregrinaciones constan de celebraciones religiosas como eucaristías, novenas y procesiones. Durante estas festividades, la plaza principal junto al puerto del municipio se llena de comercios y restaurantes.

“Se debe resaltar de que en cada fiesta llegan aproximadamente unos veinte mil personas”, dice Alberto Pupo.

Pupo adelanta una gestión de un proyecto con el Fondo Nacional de Turismo para hacer más atractivas las visitas al municipio.

“Queremos hacer un museo tradicional para San Benito, exhibiendo la cultura ancestral y su historia, teniendo en cuenta la evolución del territorio”.

En lo musical, el municipio se caracteriza por sus bandas de música de viento: La Banda Juvenil de San Benito, coordinado por José Avilés, La Banda Marcial Martínez, dirigida por Jalil Martínez y la Banda 25 de junio, del corregimiento Santiago Apóstol.

“La tradición de bandas en San Benito, fue gracias a Marcial Martínez, primer maestro de música que tuvo el municipio”, dice José Avilés, coordinador de la Banda Juvenil de San Benito.

Además de la Banda Juvenil de San Benito, fundada en 2016, José Avilés creó una escuela de banda para niños, con el fin de preservar la tradición musical del municipio.

“La Banda Juvenil de San Benito nace para ayudar a muchos niños y jóvenes, con el fin de alejarlos del mal camino”, dice Avilés.

La agrupación se ha presentado en el Festival Nacional del Porro Cantao en San Marcos (Sucre), Encuentro Nacional de Bandas de Sincelejo y en el Festival Nacional de Bandas Folclóricas en Barrancabermeja.

“La cultura musical de San Benito son las bandas, pero aún no contamos con un festival”, manifiesta Avilés.

En San Benito fue donde se iniciaron las primeras corralejas populares, tradición que se extendió a muchos municipios de la región caribe.

“Los primeros fueron los Lozanos, quienes en el pasaje Los boquerones, hoy corregimiento de los Ángeles, jugaron las primeras corralejas”, recuerda Andrés Genes.

“Los garrochadores y toreros de las haciendas eran los que participaban en los eventos”.

San Benito Abad tiene el Festival Ribera del Río San Jorge, que congrega a la cabecera municipal, sus corregimientos, veredas y otros municipios, a ritmo de vallenato. La festividad se realiza en diciembre y fue fundada por Samuel Martelo Gazabón.

“Además de ser un festival local, en el festival se presentan personas de Valledupar y otros municipios”, dice Felix Villareal.

Entre sus compositores y acordeoneros más importantes están Ramiro Dager, Benjamín Martínez y Edison Eifer.

La institución educativa María Inmaculada es el único colegio en la cabecera municipal,  fundado en 1970 por la Hermana Gilma Palacios. Realizan actividades culturales finalizando cada año.

“Nuestro principal evento consta de un desfile por el municipio con representaciones artísticas típicas del departamento”, afirma Jairo Ortega, rector de la institución.

Otras manifestaciones son en la plaza principal: allí se presentan muestras de teatro, danzas, poesías, cuenteros para todos los habitantes del municipio.

La biblioteca municipal lleva el nombre del escritor Miguel Pérez Gamboa, oriundo de San Benito.

“Los Pérez Gamboa fueron amantes de la literatura y la escritura. Antes se leía mucho libro y el hombre que más leía era el más importante, el que más hablaba y escuchaban porque tenían buena lectura. Entonces en honor a ese don que tenía Miguel Pérez Gamboa, que fue un hombre inquieto, se le puso su nombre a la biblioteca”, cuenta Genes.

Entre sus personajes más ilustres se encuentran personas que ayudaron en la organización del municipio y en tema cultural.

“Aquí tenemos a Joaquín Pablo Tobio Moñoro, abogado; tuvimos como primer notario a Honorio Narváez; en la música a Ambrosio León, de la primera banda villera, y a Marcial Martínez, trompetero de una banda”, dice Genes.

Desde el año 2019 cuentan con una Casa de la cultura, en la que se enseña a tocar instrumentos, como el acordeón, gaitas, música de banda.

El presupuesto destinado a la coordinación cultural para 2020 fue de 150 millones de pesos,  que debido a la pandemia no se pudieron ejecutar.

“A principio de año, se realizaron algunos eventos formativos, pero no se pudo lo estipulado en el plan de desarrollo dirigido a infraestructura y fortalecimiento”, dice Emiro Cali, coordinador cultural del municipio.

Además, se creará un consejo municipal de cultura para asesorar y vigilar el presupuesto destinada a la coordinación de cultura.

“Queremos que haya representación de los cabildos de indígenas (Lomas de palito, Jegüita y Tacasuán) e instituciones educativas para ver en qué proyectos se invierte el dinero”, manifiesta Cali.

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 4: Cultura, identidad y comunicaciones. Iniciativa 1: Periodismo cultural. Proyecto:  Apoyo a reconocimiento y progreso de municipios con significativa población afrocolombiana (bocetos culturales, ambientales y multidimensionales de municipios).