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Habla William Mina, discípulo afrodiaspórico de Manuel Zapata Olivella

El Centenario de Zapata Olivella ha tenido una controversia con repercusión internacional entre Mina y Darío Henao, director de la reedición de la obra completa de MZO.

Esta es una entrevista sin interrupciones a William Mina Aragón, el intelectual afrocolombiano más comprometido con la obra de Manuel Zapata Olivella (MZO).

Su pasión se ha traducido en libros, cátedras, conferencias, gestiones y desvelos durante décadas. Representa genuinamente una interpretación del pensamiento y la vida de MZO.

Merece el respeto de ser escuchado con atención. En términos periodísticos, esta es una entrevista “explosiva” por al menos las siguientes cinco afirmaciones de Mina Aragón.

i) La obra completa de MZO no sería de 27 volúmenes, sino de 33; ii) en lugar del criterio temporal habría usado uno temático para la publicación de la obra completa; iii) no escribirá nuevos prólogos de los tres tomos de ensayos de MZO que él compiló y que van en los 27 volúmenes.

iv) argumenta que el comité editorial fue excluyente y enumera intelectuales afrocolombianos estudiosos y mujeres que hubiesen podido estar representados; y v) dice que fue desconocido por el poder académico en Colombia, pero reconocido para dictar seminario en Harvard sobre MZO.

William Mina con su maestro intelectual Manuel Zapata Olivella

Le hemos entendido que la obra completa de MZO son más de 27 títulos y la novela inédita. ¿Es correcto? La reedición por el Centenario es de 27 volúmenes. ¿Qué nos podría decir de los títulos faltantes?

Cuando los grandes intelectuales colombianos y de otros países hacen obras tan vastas que en su vida no pueden organizar, los discípulos tienen un papel importante. Yo me considero un muy buen discípulo de Manuel Zapata Olivella, así como podría serlo de Cornelius Castoriadis, Edgar Morin y Estanislao Zuleta.

Una sola persona no puede organizar una obra tan vasta de esos autores porque ellos hicieron ensayos, reflexiones y fueron grandes pensadores. Manuel fue uno de ellos. Qué fortuna que algunos escritores como Octavio Paz, Carlos Fuentes y Gabo pudieron organizar su obra completa mientras estaban vivos.

Un solo coordinador no puede pretender él solo organizar la obra completa de un pensador multifacético e interdisciplinario como lo fue MZO. Es lo que veo que hizo el profesor Henao, que conoce muy bien el género novela de MZO; pero no los dominios histórico-sociales y culturales del autor.

Él solo conformó el comité, solo seleccionó a dedo los supuestos prólogos y solo hizo el plan de publicación. Otros lo hubiésemos apoyado muy bien para enriquecer creadoramente el proyecto de publicación de las obras completas de MZO, que desde mi archivo sumarían 33 y más obras.

No sé si el profesor Darío tuvo en cuenta que si yo asocio la obra de teatro de Manuel podrían salir cinco volúmenes y si lo compilo sale un volumen. Yo no hubiese organizado la publicación de las obras completas de Manuel por fechas, sino por temáticas.

Un ejemplo específico son las obras: He visto la noche, Pasión vagabunda, China 6 a.m. y Levántate mulato, que conforman una sola obra a pesar de la distancia temporal. Es una obra autobiográfica, de relato, de crónica. Yo las ubicaría como una sola obra de un mismo ciclo histórico-social, que continuaría con Levántate mulato y se cerraría con Tambores de América para despertar al viejo mundo (inédito), que son los viajes que Manuel hizo cuando estuvo en Europa. Esa obra creo que la va a publicar la Universidad Javeriana.

Por eso era tan importante que el comité editorial se reuniera, pero nunca pasó. Faltan libros como El golfo mágico, Psicoantropología del deporte colombiano, la tesis que Manuel hizo para optar a su título de medicina, faltan los diálogos completos de MZO o Semblanza de un líder negro, que es el libro inédito que Manuel escribió sobre Diego Luis Córdoba.

No sé si el profesor haya considerado todas estas cosas y por ello desde su perspectiva y límites le dan 27 obras. Esa es la importancia de un comité editorial: tener enfoques y visiones de los estudiosos, no solo de una persona. Insisto en que siempre hubo una sola persona en este comité editorial: Darío Henao, nadie más. Esto se llama ego del decano, autocracia intelectual, prepotencia académica. Insisto con vehemencia, nunca el comité se reunió, pues se hubiese podido conformar un comité con “democracia racial y étnica”, sin patriarcados, se hubiese invitado dignas representantes femeninas como Mary Grueso, Matilde Eljach, Silvia Valero, entre otras. Hubiésemos invitado a niños para que prologasen las Fábulas de Tamalameque.

Así los estudios introductorios se hubiesen enriquecido con este pluralismo otro, con estas diversidades y polifonías, lenguajes y discursos étnico-raciales otros; quizás nuestra exclusión arbitraria tuvo que ver con nuestra subjetividad racializada y por ningún motivo factores financieros.

Creo que fueron factores coloniales, extractivistas, estereotipos de la blanquitud hegemónica presente en la academia ortodoxa colombiana que lograron imponerse. MZO en pleno siglo XXI y si él resucitase hoy, nunca hubiese aceptado que en un comité editorial de su rica y compleja obra, no hubiese ningún intelectual “negro”, como que si no pensáramos, ni reflexionáramos, como que si no fuéramos capaces de analizar y contextualizar un pensamiento de un afro visto por otro afro.

Y como hemos escrito varios libros y ensayos sobre el maestro MZO, es que somos categóricos para sostener que sí hubo un racismo epistémico. La categoría la planteó no yo, sino Bolívar Echeverría, Laó-Montes y Grosfoguel.

Mágicamente, el profesor Henao hace lo que MZO nunca hubiese hecho en su vida: anular las diversidades en la difusión de su obra en cuanto hace a la organización de un comité editorial con capacidad de deliberación, juzgamiento y decisión.

Estos son los argumentos y razones de peso epistémicos por los que se conforma un tribunal de esas dimensiones y no por supuestos factores financieros, que insisto son infundados, falsos.

El silencio de Luis Carlos Castillo y de Alfonso Múnera me asusta, solo quiero recordarles a esos dos grandes intelectuales y amigos que en ocasiones es preferible salvar la verdad, la objetividad y no al amigo.

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En la reedición de la obra de MZO se han anunciado tres títulos de ensayos que fueron compilados y prologados por usted. ¿Es correcto? ¿Usted escribirá nuevos prólogos para esos títulos?

Esos tres libros fueron un trabajo de archivo documental que hicimos con mis dos asistentes en la Universidad del Cauca durante un tiempo prudencial. Justo El árbol brujo se publicó en vida de Manuel. La primera edición la hicimos en el año 2002 en la Universidad del Pacífico, por eso la universidad financió la publicación del libro.

Cuando yo fui al archivo y lo vi en las obras de Manuel, yo le dije a él: maestro, este libro me parece maravilloso porque es el aporte político de ese gran líder que fue Benkos Biohó, me parece muy relevante y significativo que podamos publicarlo, pues allí están los aportes al proyecto libertario afro desde la perspectiva de los cimarrones.

Y así se hizo. Manuel fue a Buenaventura, luego recorrimos el norte del Cauca (especialmente en Villa Rica, donde llegamos a la casa de su heredero literario: Fernando Maclaníl, y compartimos con otros escritores como Carlos Velasco y Héctor León Mina). El libro se presentó en la Universidad del Pacífico y se hizo un homenaje. No recuerdo cuántos ejemplares se hicieron, no muchos, la idea era distribuirlo y dárselo a los estudiantes de sociología de la Universidad del Pacífico y a líderes y lideresas.

Los otros dos libros, Deslumbramientos de América, son ensayos literarios. Los transcribí con una señora que se llama María Piedad, de Jamundí, y la versión definitiva la hicimos con Ángela Rojas, otra estudiante en la Universidad del Cauca.

Lo mismo pasó con el libro que titulamos Africanidad, indianidad y multiculturalidad, yo se lo pasé en el programa de doctorado al profesor Henao y se hicieron unas versiones para los estudiantes; creo que fueron muy limitadas, por ello esos libros no tienen ISBN. Su proceso legal solo se dio cuando fueron publicados con el sello de la Asociación Iberoamericana de Filosofía Práctica (AIFP). Libros que fueron auspiciados y financiados por la Universidad del Pacífico.

La misma situación pasó con el libro Deslumbramientos de América: casi 40 años de compilación de ensayos literarios sobre América Latina, mientras que el texto Africanidad, indianidad y multiculturalidad tiene que ver con la idea de identidad, mestizaje, diversidad y la perspectiva de África en Colombia de hacer entrelazamientos de hermandad, de fraternidad; esa otra parte creativa, imaginaria, artística y cultural de lo que yo llamo en mis libros “el elemento imaginario afrodiaspórico presente en la cultura colombiana como un gran legado”.

Yo me retiro, no voy a participar en el proyecto editorial, salvo mi dignidad como intelectual, me defiendo de la blanquitud alienada, salvo mi coherencia como analista social y ciudadano público de ser transparente en todo lo que hago y digo.

Quiero aclarar respecto a la entrevista que ustedes le hicieron al profesor Darío Henao, que yo no voy a participar con ningún libro porque desde noviembre de 2019 no hablo con él, entonces no sé en qué momento se hizo la idea de que yo me vinculaba al proyecto con tres libros. Yo quiero desmentir eso categórica y rotundamente.

La idea es que estos tres libros, en tanto nos tomamos la labor con un equipo de hacer la compilación, edición y prólogos, pasen a la familia, ellos son realmente los herederos, lo quiero dejar claro. Yo no voy a participar en ningún proyecto, no voy a hacer ningún prólogo, esos tres libros pasan a la familia de Manuel Zapata Olivella.

La razón que se ha dado para que usted no esté en el comité editorial de la reedición de la obra de MZO es que la Universidad del Cauca, en la que usted es profesor, no aportó a la financiación de reedición. No parece una buena razón. ¿Cuál es su explicación?

Esa la mayor falacia. El argumento que señala mi exclusión del comité por el no aporte de recursos por parte de la Universidad del Cauca, muestra la debilidad de sus planteamientos, pues un comité editorial se conforma no por recursos, ni por dinero, ni por capitales; sino por conocimiento. Yo no estoy defendiéndome nada más como William Mina, como intelectual, investigador y académico; aquí lo que está en juego es toda la intelectualidad afrocolombiana, quienes escriben, aun con lo difícil que es difundir nuestras ideas y conocimientos.

Insisto con la idea de racismo epistémico porque ellos tenían a un amigo en la mesa afro que viajó con ellos a múltiples ciudades del país y del extranjero, y en el momento definitivo me excluyen de ser parte de ese comité. Pareciera que no querían que se negreara el comité editorial-académico; asunto que la actual Ministra de cultura conoce, pero guarda silencio, sin motivo aparente, cuando su primer deber es ordenar este caos personalista.

Hay una serie de intelectuales afros que conocen muy bien a Manuel, más que varios de los que supuestamente están en el comité editorial. Nunca se nos consultó absolutamente nada, e insisto, todo se hizo como quiso el profesor Darío Henao.

Jamás el comité editorial se reunió para definir cómo iba a ser el destino y de qué manera se iba a publicar la obra completa de Manuel Zapata Olivella. Qué triste que mis colegas hayan creído que los ofendía con la metáfora de la “loba blanca” y “sombra perro”. En el lenguaje olivellano significan deslealtad, perfidia.

Aquí faltó inclusión, de las mujeres, de la familia. Yo no hubiese hecho un comité sin Manuela del Mar, con ella fuimos en vida de Manuel a editoriales como Panamericana, Norma y Editorial Villegas, para ver cuál de ellas se atrevía a publicar la obra de Manuel Zapata Olivella.

Mi sueño era que una gran editorial publicara, antes que virtual, en físico, la obra de Manuel Zapata, y que circulara por todo el mundo, desde Estados Unidos hasta Argentina, por todo Europa, África y que se tradujera a todos los idiomas. Esa es mi ferviente pasión, idea y emoción, porque es una obra llena de conocimiento y sabiduría. El libro físico no morirá, amo llevar a Changó cargado entre mis manos para poderlo siempre rayar e interpretar.

Qué insignificante que me hayan dicho que fue porque la Universidad del Cauca no brindó el apoyo monetario, cuando en realidad siempre me apoyó institucionalmente. Faltó ética y lealtad por parte de Darío y sus colegas, porque el año pasado (noviembre de 2019) en la Universidad de Howard, en Washington, hicimos una mesa internacional de Zapata Olivella. Yo la coordiné, participó también Luis Carlos Castillo, la periodista Danna Rendón y el profesor Darío Henao. ¡Qué raro que eso nunca lo haya dicho en sus entrevistas! Pues fue aquí en este congreso convocado por el Dr. Clement Akassi que el Congreso MZO se internacionalizó. Y con el doctor Alfonso Múnera coincidimos en Harvard el año pasado, en diciembre, y aunque el tema no era Manuel Zapata Olivella, antes de mi conferencia yo hablé tanto del año 2020 como el año Manuel Zapata Olivella, así como del proyecto editorial la Biblioteca Afrocolombiana de las Ciencias Sociales (BACS).

Entonces sigo con la idea de que faltó ética y moral, es un acto de deslealtad de parte de los colegas, especialmente de Darío, que no reconoce este hecho. Otros se llevan los méritos, cuando estuvimos con ellos durante todo el período de la promoción de la mesa Manuel Zapata Olivella en escenarios internacionales y nacionales. Entonces, a la pregunta de que si es una buena razón lo financiero, me parece una explicación pésima, desleal y antidemocrática. Todo comité, insisto, se hace por conocimiento, por ideas, y creo que no solamente se dejó por fuera a William Mina, sino a muchos otros intelectuales colombianos que ellos no conocen y que saben mucho de Manuel. Estoy pensando en George Palacios, Carlos Valderrama, Dina Ashanti, Yésica Montes, Luis Fernando López y muchísimos otros intelectuales que no son necesariamente afros.

Las verdaderas razones de mi exclusión del comité editorial son estas. La enemistad y enojo de Darío Henao se inicia porque yo le pedí al profesor que me devolviera un libro que Manuel me había confiado que se llama Itxao, el inmortal, pero no lo hizo después de varios años de estar insistiendo. Eso fue en octubre de 2019 en Cali en presencia de Gustavo Pérez.

Manuel me dijo: “tienes que llegar a publicar este libro porque seguro superará la epopeya de Changó”. El decano solo devolvió el libro cuando la familia Zapata Olivella lo desmintió, pues dijo que ya lo había devuelto. Nos alegra que lo haya devuelto por las vicisitudes que lo ponían en evidencia de que sí lo tenía ¡Qué curioso que no me lo haya devuelto a mí! Yo aún lo continúo esperando.

El proyecto del profesor Henao fue anularme, aniquilarme y excluirme para ser él el único referente a nivel internacional y nacional de la obra de MZO, y estamos muy agradecidos con la objetividad que han mostrado lúcidos intelectuales como Harold Alvarado Tenorio, que si captó la quintaesencia de todo este asunto, así como los 130 intelectuales del mundo que firmaron la carta en apoyo a ese proyecto académico que he desarrollado con ensayos, libros y publicaciones sobre la vida y obra de MZO, de la que resultaron libros como Un legado intercultural, Un humanista afrodiaspórico, Novela, sociedad y cultura.

El decano de Humanidades de Univalle, Darío Henao, y usted son indiscutiblemente dos estudiosos destacados de la obra MZO, ambos con una relación personal con MZO, pero Henao pertenece al establecimiento académico, lo mismo que Alfonso Múnera, y usted no. Henao, con el apoyo tácito de Múnera y la ministra de Cultura –ambos negros-, usó su preeminencia para no invitarlo al comité editorial, en una falla de magnanimidad al menos. Pero usted tiene otra teoría. ¿Es correcto?

Trabajo en los dos frentes, como militante e intelectual, y llevo 21 años como profesor titular de la Universidad del Cauca. Ya había dicho anteriormente que hay muchos estudiosos de Manuel Zapata Olivella aquí en Colombia y a nivel internacional que no conocemos.

Por ejemplo, el doctor Carlos Valderrama, que trabaja en la Universidad Icesi, hizo su tesis de maestría y doctorado en Estados Unidos con Manuel Zapata Olivella como personaje central. George Palacios, que enseña en la Universidad de Clemson (Carolina del Sur), hizo su tesis doctoral en la Universidad de Pittsburgh sobre Manuel y acaba de publicar un sugerente volumen sobre el tema.

También está José Antonio Caicedo, que escribió A mano alzada, un libro muy brillante, uno de los mejores que han escrito en Colombia sobre el tema, y él conoce muy bien a Manuel Zapata Olivella. Podríamos mencionar al Dr. Jorge García, quien escribió Por fuera de la casa del amo, producto de su disertación doctoral. Amén del Dr. Santiago Arboleda, quien enseña en Quito y que también conoce muy bien la obra de MZO. Anularme e invisibilizarme como lo hizo mezquinamente Darío Henao es también una forma de aniquilar a estos intelectuales lúcidos.

Para profundizar en esta respuesta, lo que yo no puedo tolerar de la Ministra de Cultura y del director de poblaciones de este ministerio, como intelectuales y significativos representantes de la cultura afro, es que hubo tantas mentiras y arbitrariedades como, por ejemplo, la carta que hace el profesor Darío Henao que no firmó el rector, una carta sin logos; la mentira que dijo que me había devuelto el libro, cuando se comprobó que no lo había hecho; y la mentira de la exclusión mía del comité editorial; todo eso no tiene presentación. Y no hubo tan siquiera un pronunciamiento crítico por parte de estas entidades gubernamentales.

Por eso yo siempre solicité una reunión con la Ministra y Darío, una reunión virtual para aclarar las cosas. También solicité una reunión con el rector de la Universidad del Valle para aclarar muchas cosas, y que al menos estuviera algún representante de los herederos de Manuel, pero eso tampoco se plasmó ni se materializó. Entonces quedé muy triste por ello.

Yo he dado entrevistas y conferencias en medios de comunicación alternativos, y yo lo he titulado como “el racismo epistémico”. Pero eso no significa que yo sea racista, casi la mayor parte de los autores intelectuales que trabajo en la universidad son occidentales, son blancos, europeos, pero son brillantes y lúcidos, no son mezquinos. El conocimiento y la sabiduría van mucho más allá del color de la piel. La creatividad rompe esas barreras y esquemas, creo que el pensamiento de Manuel y de los grandes intelectuales traspasa esas fronteras.

Hago esa precisión porque muchos pensaron que yo estaba disgustado porque esto era una cuestión de “razas”. Y no es una cuestión de raza. Es una cuestión de dignidad académica y profesional, de creación cultural, como poseedores de unos saberes, de unas epistemes expuestas en nuestros libros e investigaciones.

Lo que hace el racismo epistémico es que dicen: “allí está el afro, allí está el intelectual, pero mirémoslo por debajo, subalternémoslo, invisibilicémoslo, excluyámoslo. Yo me sentí así en mi relación con los colegas de ese comité editorial. Yo reprocho lo antimoral y antiético, es un asalto y una ofensa no contra William, sino contra los intelectuales afrocolombianos que hemos trabajado en el posicionamiento de intelectuales como Manuel Zapata Olivella.

Usted y Henao eran buenos amigos, pero algo pasó y ha habido falta de tolerancia de ambas partes. Henao es más académico con la obra de MZO y usted es más militante o activista –sin dejar de ser académico-, en lo que representa a muchos. Henao es el mainstream; usted la resistencia. ¿Usted quería el rol del decano Henao?

El sentido que yo tengo de la amistad es, como lo definió Aristóteles en La política: la amistad como philia; o como lo definió Martin Luther King en su autobiografía: como ágape, una verdadera amistad. La verdadera amistad es desinteresada, pero no es cinismo, no es demagogia, no es usar al otro.

Aquellas personas o aquellos decanos que no aceptan que se les hagan críticas, que muchos no defendemos esas posiciones unilaterales, monolíticas, cerradas y esquemáticas de ver el mundo. Noté que eso fue lo que pasó con el profesor Henao y no con William Mina. Creo que él busca la fama y reputación; a mí me interesa que la familia de Manuel, como los herederos naturales de los derechos de su obra vivan bien. Manuel nunca vivió bien, murió como un mendigo, abandonado por la sociedad colombiana, por los intelectuales. Lo que veo es que ahora muchos quieren hacerse famosos con ese legado de Manuel Zapata Olivella.

Muchos estuvimos en las buenas y en las malas con él, durante la última faceta de su vida. Espero que más allá de la editorial de la Universidad del Valle, una editorial como Alfaguara o Planeta pueda publicar su obra físicamente. Eso lo intenté hacer en vida de él, no se pudo, pero yo sé que una vez se difunda toda su obra, alguna gran editorial se va a preocupar por la totalidad de esta. Eso pasó en los años 60 cuando grandes sellos como Seix Barral, que era la mayor editorial de esa época, publicaba los clásicos de la literatura latinoamericana.

Todas las novelas de Manuel Zapata Olivella y sus ensayos, relatos, dramas y su narrativa en general ameritan que esas grandes editoriales hoy puedan publicar su obra. Se lo merecen porque no es una obra de negros para negros, sino una obra para la humanidad. Hay conocimiento, sabiduría literaria, artística e imaginativa. Sueño con ver publicada la obra de MZO por esos grandes sellos editoriales que han publicado los otros clásicos del pensamiento latinoamericano.

Pues Manuel crea otra estética-otra, un estilo-otro, una narrativa-otra desde una perspectiva afrodiaspórica, con espacio-tiempo otros, con eso que yo llamo el “realismo mítico”, profundizando en el mestizaje literario de sus protagonistas; y sobre todo, lo más importante, en el elemento imaginario de la afrodiáspora en la creación de la humanidad, como un acervo para hacer de la sociedad y de la historia una creación singular desde el legado afro.

Insisto con radicalidad, yo no solamente soy académico, también soy activista, llevo 21 años en la Universidad del Cauca escribiendo, publicando, viajando. Justamente la mayoría mis conferencias internacionales han sido sobre la obra y vida de Manuel Zapata Olivella. Como activista me reivindico con un proyecto político y social afrodiaspórico. Yo sueño con que el próximo año podamos hacer en Cali un homenaje, y ese día lanzaremos la Biblioteca Afrocolombiana de las Ciencias Sociales (BACS).

Queremos reivindicar el Manuel político, social, militante, del pueblo, de la comunidad; el Manuel de las organizaciones, de la gente, eso que él reivindica en sus novelas y su obra, el pueblo pueblo, los de abajo, por eso decía que él era “escriba de los humillados y ofendidos”.

Queremos hacerle un gran homenaje en ese IV Congreso de las Culturas Negras de las Américas. Varios intelectuales estarían de acuerdo con esto, no solamente afros, sino de todas las etnias. Esa es la verdadera multiculturalidad y multirracialidad, la verdadera inclusión de esta “nación mestiza” como es Colombia, no desde un punto de vista jurídico, sino desde un punto de vista cultural y sociohistórico.

Manuel Zapata Olivella

Al margen de esta controversia, ¿le parece que el Centenario del natalicio de MZO está saliendo bien, pese a la pandemia del Covid-19 o hubiera querido otras o más cosas?

Efectivamente, la pandemia afectó la publicación de la obra de Manuel, o no sé si haya sido la “maldición de Changó”. Es terrible que haya pasado todo esto porque, en físico, con actos presenciales, esto habría sido maravilloso. Yo prefiero dar una conferencia porque siento a la otra persona aquí a mí alrededor, que la puedo sentir y palpar; lo virtual es más masivo, pero lo que se hace en vivo tiene una experiencia material, física, que no se puede describir.

De hecho, eso está escrito en la memoria del muntú y en las tablas de ifá-fa, que la obra de Manuel trascenderá lo virtual para plasmarse en lo escrito. El libro nunca morirá, por eso la obra de Manuel tiene que inmortalizarse para eliminar esa invisibilidad, exclusión, blanquitud y racismo epistémico que Manuel vivió y que algunos lo estamos viviendo recientemente.

Cuando uno tiene la razón, la historia tarde o temprano demuestra la objetividad del conocimiento. De modo que el 2021 será año promisorio para todo lo que Manuel en vida quiso decir y que en sus libros lo expresa de manera clara. Me gustaría preguntarle al Dr. Darío Henao si en sus varios periodos como decano ¿ayudó a promocionar a investigadores afros como docentes? Y si ¿le dicen algo los nombres que pasaron por su facultad y que nunca fueron nombrados en propiedad a pesar de sus cualidades como los doctores Héctor Fernando Segura, Arístides Obando, Jairo Henry Arroyo y Walter Arará?

También al margen del Centenario “oficial” de MZO, usted lidera hechos importantes como el curso en Harvard. ¿Nos puede contar el detalle?

El evento de Harvard es un seminario que voy a impartir con el profesor George Palacios y la doctora Cristina Cabral. Hicimos la propuesta el año pasado y fuimos seleccionados por un comité externo a la Universidad de Harvard.

Yo estoy muy contento de que la universidad más importante del mundo, quizás de las más trascendentales en investigación, haya seleccionado esa propuesta que contribuirá a presentar a MZO como un clásico del pensamiento de América Latina y el Caribe y de la afrodiáspora.

El curso se va a impartir de septiembre a marzo, y el tema va a ser Manuel como intelectual, novelista y pensador del multiculturalismo. Esas son las tres facetas que vamos a trabajar en este curso virtual, sus aportes más significativos no solo a Colombia sino a la afrodiáspora. Queremos enfocarnos en eso que él siempre quiso: defender el cosmopolitismo desde el Caribe, desde el Pacífico, Estados Unidos, África, desde cualquier parte.

Manuel es un humanista afrodiaspórico, un pensador cosmopolita, ensayista, vagabundo, hombre de teatro, cuentista, folclorista, difusor cultural, político, diplomático (me refiero a su trabajo de cancillería cuando representó a Colombia en Trinidad y Tobago), difusor cultural, de la identidad y del multiculturalismo; eso es Manuel, muchas voces, discursos, prácticas e ideas sobre la configuración intercultural de Colombia, América Latina, Estados Unidos y el Caribe.

En su obra se entrecruzan muchos saberes. Justo hicimos un evento que coordiné en Popayán en 2014 del que salió un libro de 600 páginas llamado Un legado intercultural, y luego hemos seguido animando ese pensamiento de Manuel con libros como Un humanista afrodiaspórico, del que hemos hecho tres ediciones y el ensayo Novela, sociedad y cultura.

Todo eso es la grandeza de MZO y qué mejor que poderlo hacer desde Harvard para el mundo. Yo sé que van a haber muchos estudiantes de América Latina y del Caribe tomando ese curso, y nosotros aprendiendo de esos estudiantes que se introducen en la diversidad, inclusión y comprensión del otro.

¿Le sigue pareciendo que Color de Colombia tomó partido por Henao? Recuerde que lo invitamos al En vivo de televisión con Henao y el ministerio de Cultura y usted no aceptó.

Sencillamente, no atendí al llamado, no participé en el evento televisivo con los otros dos colegas porque, como le decía, yo quería un encuentro con la ministra de Cultura, el profesor Henao y el colega Sevillano, frente a frente, de igual a igual.

Cuando uno dice la verdad, no teme enfrentarse o polemizar con ese que es aparentemente el crítico con el que uno ha disentido. La verdad se demuestra en el campo histórico social, por eso quería estar con una autoridad imparcial, los que financiaron el libro desde el Ministerio de Cultura, y en un diálogo con ellos todo se hubiese aclarado. Pero eso nunca sucedió, como que alguien le teme a la verdad.

Yo quería que lo mismo pasara en la Universidad del Valle, reunirme con el rector, Darío y otros intelectuales. Cuando uno le teme a la verdad, las cosas siempre se hacen a escondidas, porque en lo público la gente tiene la capacidad de elucidación y discernimiento para saber quién miente o quién dice la verdad.

Por eso los escenarios como este, como el de Color de Colombia, sirven para ello. Entonces espero que con este capítulo se cierren estas confrontaciones y debates, y que el verdadero contenido de profundidad, sabiduría y conocimiento que hay en la obra de Manuel se exprese.

El mensaje final es que el Ministerio de Cultura por fin se anime a apoyar las iniciativas de los académicos, intelectuales, profesionales, líderes y lideresas. Es un mensaje para todos los grandes afros que están en cargos directivos.

Hablemos de la carta internacional de muchos intelectuales y activistas apoyándolo (finales de julio). Es un “manifiesto-denuncia”, como lo llamaron, muy interesante e importante, que daría para un análisis múltiple, pero esta entrevista ya está larga. Usted fue ungido por el “cimarronismo epistémico” frente al “racismo epistémico”. ¿Qué ha pasado con las demandas de la carta-manifiesto dirigida principalmente a la ministra de Cultura?

La carta manifiesto es la expresión de la inconformidad intelectual nacional e internacional frente a lo injusto y desleal del saber cuando se sabe que tú has pasado tu vida con un autor y eres referente y no te citan, no te nombran, te ignoran, no te agradecen y lo más grave no sos tenido en cuenta, a pesar de la supuesta amistad con el coordinador del proyecto editorial para sacarlo avante.

La verdadera episteme es cuando tu escribes o dices algo bien argumentado y ello se defiende solo, de modo que es gratificante para mí el apoyo de esa pléyade de académicos. El cimarronismo es la defensa de lo nuestro y propio en el campo teórico y práctico, en el mundo de las ideas; mientras el racismo epistémico se niega cínica y demagógicamente a reconocer que un intelectual, escritor e investigador y discípulo de Manuel hizo desde Colombia para el mundo el trabajo de difusión de la obra de Zapata Olivella con anterioridad a él. La «blanquitud» en las ciencias sociales siempre nos ha ignorado, negado y marginado como intelectuales.

Frente a las demandas no oídas por el estamento institucional, tenemos que decir que nuestras luchas académicas y resistencias y reivindicaciones epistémicas continúan y continuarán. Finalmente, que insolidaridad epistémica no ser apoyados por directivos hermanos en cargos públicos tan representativos.

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 1: Reconocimiento e integración. Iniciativa: Memoria histórica y social de la población negra en la nación colombiana. Proyecto: Efemérides afrocolombianas. 

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