Joven internacionalista se refiere  a cómo el orden mundial con sus grandes potencias determina la elaboración y producción de la vacuna, así como el dinero condicionará el acceso de los países, una realidad que viven América Latina y Colombia.

Por Mary Sofía Bernal Mosquera, Internacionalista de la Universidad del Rosario*.

La carrera por la vacuna es frenética entre los laboratorios de Estados Unidos, Reino Unido, China y Rusia. Las grandes potencias tienen claro que el Estado que logre abanderarse de la inmunización, podría posicionarse como la mayor hegemonía biotecnológica del mundo.

Ha habido tensiones diplomáticas por la adquisición de las vacunas. Entre Francia y Estados Unidos por la pre-compra de este al laboratorio Sanofi de París. Con China y Rusia, a quienes han acusado de espionaje a las investigaciones científicas desarrolladas en el país norteamericano.

Luego está la potencia económica para acceder a la vacuna. Como señala Set Berkley, director ejecutivo de GAVI: “Hemos notado el peligro de que las vacunas sean adquiridas por los países ricos y que no haya suficientes para el resto del mundo” (MIT Tecnology Review, 2020). Esto parece inevitable.

Clint Hermes, especialista en ensayo de vacunas, no se hace ilusiones: “Puede que no sea justo que algunos países compren antes que otros, pero eso es lo que probablemente suceda. No creo que nadie espere que Estados Unidos envíe la vacuna a Angola antes de que llegue a Arkansas”.

Para Hermes, el dinero hará la diferencia: “El verdadero reto con el acceso equitativo es cómo hacer que funcione. Los especialistas en ética pueden sentarse en una sala y decidir quién obtiene qué y en qué orden, pero nada de eso importa a menos que haya un mecanismo de financiación” (MIT Tecnology Review, 2020).

¿Y América Latina? La región no es ajena a la competencia entre las grandes potencias. Brasil tiene alianza con la Universidad de Oxford (AstraZeneca) para la producción de la vacuna y, por otra parte, el mayor opositor del presidente Bolsonaro, Joao Doria, gobernador de Sao Pablo, está apostando por la vacuna china para su testeo y posterior producción, lo que supondría una batalla entre el país asiático y Reino Unido por los avances en Brasil.

De México las noticias son mixtas.  De un lado, el Secretario de Relaciones Exteriores confirmó a la revista Forbes que la vacuna rusa Sputnik 5 será aplicada en ese país como parte de los ensayos clínicos y sede de producción. De otro, gracias a un acuerdo de la Fundación Slim con AstraZeneca, México y Argentina se proponen producir “entre 150 y 250 millones de vacunas destinadas a toda Latinoamérica con excepción de Brasil”.

Algunos países de la región han avanzado en acuerdos con Rusia, según medios, aunque hay sospechas mundiales por la celeridad de su vacuna.  El célebre Anthony Fauci, de EE.UU., lo ha resumido: “Preparar una vacuna anti-COVID-19 no es lo mismo que demostrar que es segura y eficaz” (Geographic, National, 2020).

¿Y Colombia? Según el Ministerio de Salud, se están manejando dos mecanismos para acceder a la vacuna: i) negociación multilateral, con la participación del gobierno en la alianza Covax liderada por GAVI, organización sin ánimo de lucro y cuyo principal fundador es Bill Gates, compuesta por más de 150 países para lograr administrarle la vacuna a un 20% de la población.

Y ii) la negociación bilateral, a través de alianzas directas con los laboratorios de Estados Unidos, como Pfizer, y de Reino Unido, AstraZeneca, con los que existen acuerdos de confidencialidad.

Sin embargo, es claro que enfrentamos el mismo peligro que el resto de mundo: estas negociaciones no garantizan que las vacunas sean completamente seguras, además, la información reservada sobre el desarrollo de las vacunas genera muchas incertidumbres.

En resumen, la evidente rivalidad entre China y Estados Unidos durante el siglo XXI, se está reforzando en el mundo del coronavirus. El sistema estructural de las relaciones internacionales podría sufrir una transformación que será definida por quien logre consolidarse como hegemonía biotecnológica.

Entre tanto, la aspiración de regresar a la normalidad es eso y el autocuidado sigue siendo la única “vacuna”.

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 4: Cultura, identidad y comunicaciones. Iniciativa 2: Comunicaciones estratégicas. Proyecto: Nuevas plumas.

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