Esneda, la madre del cantante Wilson “Saoko” Manyoma, voz de “El preso”
La autora de la biografía de “Saoko”, que se lanza hoy en la Feria del Libro de Bogotá, escribe sobre Esneda Gil Rojas, la mamá del gran cantante salsero (1951-2025), como homenaje a todas las madres solteras, luchadoras y responsables, en el Día de la Madre. Por Andrea Barraza Cabana En la historia de las grandes figuras de…
La autora de la biografía de “Saoko”, que se lanza hoy en la Feria del Libro de Bogotá, escribe sobre Esneda Gil Rojas, la mamá del gran cantante salsero (1951-2025), como homenaje a todas las madres solteras, luchadoras y responsables, en el Día de la Madre.
Por Andrea Barraza Cabana
En la historia de las grandes figuras de la música, pocas veces se destaca a quienes forjaron su carácter y acompañaron su camino. En el caso de Wilson Manyoma Gil, uno de los grandes exponentes de la salsa colombiana fallecido el pasado 20 de febrero, tuvo a su lado a una mujer que lo acompañó en todos los momentos de su vida.
Es una mujer que lleva como carta de presentación su sonrisa de marfil. Tiene una mirada que proyecta una vida agotada; sus ojos han llorado de felicidad y de tristeza en las mismas proporciones.
Esa mujer es su madre y su nombre es Esneda Gil Rojas.
No solo fue la madre del gran “Saoko”, sino también la mujer resiliente que, con su fortaleza y sacrificio, cimentó los valores y el espíritu del gran sonero de la salsa colombiana.
Nació en Istmina, Chocó; llegó a Cali en los años cincuenta, cuando la ciudad era un imán de oportunidades para quienes, como ella, buscaban un futuro mejor. Apenas con veinte años y sin compañía, se enfrentó al desafío de construir una vida en un entorno desconocido. Cali le presentó un mundo de contrastes: el brillo de una ciudad en expansión y la dura realidad de los barrios populares donde se asentaban los migrantes afrodescendientes del Pacífico.
Pronto comprendió que para sobrevivir debía trabajar. Sin haber tenido acceso a educación formal, encontró en los oficios domésticos una forma de sostenerse. Cocinar, lavar y planchar en las casas de familias extranjeras fueron sus primeros pasos en la ciudad. La piel color chocolate, su cabello afro siempre natural y su porte sencillo, pero elegante, la hicieron una presencia inolvidable en cada hogar donde trabajó.
Fue en ese entorno donde conoció a José Rufino Manyoma, un hombre también del Chocó, alto, delgado y carismático, que la conquistó con su simpatía y su pasión por la música. Su relación estuvo marcada por la esperanza de construir una familia y, en medio de la adversidad, nació Wilson Manyoma Gil el 30 de agosto de 1951. Pero el destino no siempre sigue los planes soñados, y cuando su esposo decidió abandonarla, Esneda quedó sola con tres hijos pequeños y la responsabilidad de sacarlos adelante.
Con determinación, enfrentó la vida como madre soltera. Su red de apoyo fueron familiares y amigos que le brindaron refugio, pero su mayor recurso fue su propia capacidad de lucha.
Esneda, elegante y digna, con su hijo Wilson en Primera Comunión.Esneda Gil Rojas con sus hijos Wilson (izq) y Hermes.Amor filial entre Esneda Gil Rojas y Wilson Manyoma Gil en su juventud.Esneda Gil Rojas y su hijo Wilson Manyoma Gil en su madurez, en Cali.
Para mantener a sus hijos, redobló esfuerzos en su trabajo, y su fama como cocinera le permitió ingresar a los hogares de familias acomodadas de Cali. Allí encontró estabilidad y, eventualmente, una relación de apoyo y afecto con el empresario holandés Peter van der Garden, quien le ofreció a ella y a sus hijos un hogar más seguro en Yumbo.
Wilson Manyoma siempre recordaría esos años con cariño, pues Peter fue para él una figura paterna que le ofreció bienestar y estabilidad. Sin embargo, el destino les jugó una nueva carta cuando el empresario tuvo que regresar a Europa.
Esneda, una vez más, se quedó sola, pero con la fortaleza que la caracterizaba, continuó su camino. A pesar de las dificultades, su hijo mayor, Wilson, encontró en la música una forma de canalizar sus vivencias y transformarlas en arte. Creció en medio de un ambiente lleno de ritmo, donde las fiestas familiares y las orquestas locales fueron su primera escuela.
La historia de Saoko Manyoma en la salsa no puede entenderse sin la influencia de su madre, quien, a pesar de los tropiezos, nunca dejó de apoyar sus sueños. Esneda Gil Rojas es un ejemplo de tenacidad y amor inquebrantable. Su historia, marcada por la lucha, es también un testimonio de esperanza. Ella no solo crió a uno de los más grandes exponentes de la salsa en Colombia, sino que, con su vida, demostró que la resiliencia y el sacrificio pueden abrir caminos impensados para las generaciones futuras.
Hoy, mientras se recuerda a Wilson “Saoko” Manyoma, también es justo rendir homenaje a la mujer que, siempre con una sonrisa, lo sostuvo en cada paso del camino.
El libro, de 204 páginas, publicado bajo el sello editorial de la Fundación Color de Colombia, tiene un precio de $40.000 para venta directa, con el fin de facilitar que muchas personas lo compren.
colordecolombia
La Fundación Color de Colombia fue creada en 2006. Nuestra misión es promover el reconocimiento, la movilidad social y la integración de la población afrocolombiana en la sociedad y el desarrollo sostenible.
Tenemos tres líneas de trabajo estratégicas: 1) Reconocimiento, cultura e integración; 2) Educación de calidad y equidad; y 3) Empoderamiento económico, mercados inclusivos y desarrollo sostenible.
Ayudamos a cuidar un legado de más de 200 años, que viene desde antes de los protagonistas negros y mulatos (“de color”, como se decía oficialmente en la época) de la guerra de independencia de Colombia y recorre dos siglos largos contribuyendo a construir este país.
Nos sentimos herederos de la experiencia de los colombianos negros en la modernidad nacional.
Cuando la colombianidad se gestó, los descendientes de africanos ya estaban aquí y ayudaron a crear la nueva nación, que se convirtió en nuestra patria, a la que amamos tanto, así no hayamos recibido el trato debido.
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