República de colores

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Avatares y sueños de tres pescadores

Tres hombres hablan de su relación con el oficio de la pesca artesanal.

wendy-tatiana-mosquera-silvaPor Wendy Mosquera Silva, reportera de Universidad Autónoma de Occidente, de Petronio en Clave Digital de MinCultura*

“Venía bajando por el río sin cabeza, sin brazos y sin piernas, su pecho abierto a la mitad y sus costillas asomadas sin ninguna carnosidad… lo arrimé a la orilla”.

Aristóbulo Bravo Caicedo es un hombre de 66 años. Dedicó más de 15 a la pesca artesanal como medio de sustento para sus 3 hijos, dos hombres y una mujer. La pesca, una vida que el describe como dura pero a la vez placentera.

Para Aristóbulo lanzar una atarraya y sentir la presión de los peces por salir y sacarla del río con más de 5 o 6 pescados es una sensación que no tiene nombre.

Saber que el río es libre y que te ofrece una oportunidad de trabajo sin preguntar si sabes leer o escribir es lo que hace que jamás quieras dejarlo pero, sus sorpresas a veces no son tan agradables.

Él ha tenido que recoger muchos muertos que bajan por el Río Cauca, desde niños hasta ancianos y asegura que en una ocasión encontró el cadáver de una mujer: no tenía cabello, ni uñas, ni ojos y al cogerla para orillarla, uno de sus brazos se le quedó en sus manos.

“Es algo que nunca olvidaré pero que seguiré haciendo porque mi hermano murió en este río”.

Aristóbulo asegura que la llegada de empresas municipales  que vierten desechos al Río Cauca dañó la pesca en la zona de Puerto Mallario y la  contaminación ha hecho que muchas especies mueran, obligando a los pescadores artesanales a alejarse de este oficio en búsqueda de nuevas oportunidades.

Fue esta la razón por la que tuvo que cambiar de oficio y aceptar la propuesta de ser escolta y vigilante en una escuela reconocida de Pance.

 “Soy pescador por costumbre, por herencia…”

Nació en Cali y se crió a orillas del Río Cauca; su padre, un pescador artesanal fue quien le enseñó el arte de este oficio y a sus 10 años de edad Policarpo Colorado ya se aventuraba en canoas y lanchas como pescador novato.

Lo que ese niño no sabía era que esta labor se le colaría por las venas y lo llevaría a vivir experiencias que lo marcarían por siempre.

Entre juegos de niños alguna vez pasó por su mente ser boxeador profesional, pero la separación de sus padres lo llevó a olvidar esa “loca” idea y dedicarse de lleno a la pesca y así ayudar en su casa como el hijo mayor de la familia.

Responsabilidad que le llevó por primera vez a descubrir un cadáver enredado en su motor cuando él solo pensaba que era una falla normal. Más tarde esto se convertiría en algo de la cotidianidad.

“El negro tiene que  pensar en el futuro…”

La experiencia le enseñó a Franklin que la pesca no es algo seguro y que los gastos en el hogar no dan espera; por eso, de cada producido de la pesca sacaba una parte para ahorrar.

Su esposa era la encargada de guardar el dinero y cuando “el mar está prendido” pueden estar tranquilos por esos días que los peces se esconden y el trabajo se paraliza.

Su anhelo es que sus hijos no sean pescadores, que puedan terminar el bachillerato y alcanzar sus sueños, pero su mayor miedo es no poder pagar la carrera de ingeniería que quiere una de sus hijas, de los siete que debe mantener.

El mundo de la pesca no es para cualquiera. Franklin confiesa que en muchas ocasiones pueden salir a la faena 15 días y correr el riesgo de que la lancha se hunda, llegar sin producido y con saldos en contra, como le sucedió a su embarcación hace un año en San Juan o que aparezcan piratas a hacer de las suyas.

Y aunque él se identifica con la canción ‘Pescador no tiene fortuna’, asegura que “Pescar en el río o en el mar,  es el mejor remedio para el corazón, pescar para mí es vivir…”

* La Dirección de Comunicaciones del Ministerio de Cultura de Colombia en su tarea por fomentar la creación de contenidos comunicativos culturales, desarrolla en el marco del Festival de Música del Pacífico “Petronio Álvarez”,  el Laboratorio de creación y circulación de contenidos comunicativos digitales llamado “Petronio en Clave Digital”.

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