El 22 de septiembre de 1899 murió el ilustre guajiro (nacido en Camarones, corregimiento de Riohacha), abogado rosarista, líder del liberalismo en el Congreso de la República. Su Casa-Museo está en ruinas, pese a Ley 570 de 2000.

Un hecho que ilustra la importancia política de Luis Antonio “El Negro” Robles Suárez en las últimas dos décadas del siglo XIX.

“En septiembre de 1894 muere Rafael Núñez, presidente titular ausente. Gobierna el vicepresidente Miguel Antonio Caro. Luis Antonio Robles —primer ministro negro, en 1876— es el único representante del liberalismo en el Congreso.

Un representante hace el elogio de Núñez y ataca al régimen liberal. Robles sustenta “la tesis radical sobre la traición de Núñez”, según Tomás Rueda Vargas, y anuncia su voto negativo al proyecto de honores.

Fidel Cano, pese al riesgo de suspensión y multa a El Espectador, editorializó que Robles interpretó con “su habitual fidelidad el deber y el sentimiento de sus copartidarios, al no suscribir las expresiones de duelo (…) estamos seguros de que su voto ha sido tan firme cuanto moderada y respetuosamente dado”.

Indalecio Liévano acusó a Robles de diatriba y calumnia, pero Jacobo Pérez Escobar, su biógrafo, encontró evidencia que dio la razón a Fidel Cano”. (Tomado de Daniel Mera Villamizar).

Había sido colegial del Colegio Mayor del Rosario en 1871, la máxima distinción, que requiere ser buen estudiante, líder e íntegro.

Desde 2010 hay una placa de mármol en el Rosario que le rinde honores, al lado de la de Rafael Uribe Uribe (gestionada por la Fundación Color de Colombia).

Luis A. Robles, 1849-1899
colegial, doctor en jurisprudencia
catedrático y servidor de la república
su vida y obra ejemplares
enseñan que la sangre afrocolombiana
nutre las raíces de la patria”.

Epígrafe en la placa de honor en la Universidad del Rosario, en Bogotá, redactada por Luis Enrique Nieto, entonces secretario general del Claustro.

La inscripción en mármol en el Rosario hace alusión a uno de los discursos más citados del Congreso de la República. Un representante le gritó “negro” como insulto a Luis Antonio Robles, mientras este intervenía. Hubo un silencio.

“Esta sangre, la misma de mi raza, sirvió también en la guerra magna para fecundar el árbol de la libertad.

En la obra de la independencia ni la sangre de los negros escaseó, ni los blancos la hubieran repudiado como innecesaria.

Sí, pertenezco a la raza redimida por la República, y mi deber es servirle a la que volvió pedazos el yugo secular”, respondió, arrancando atronadores aplausos, un hecho relevante.

Sirva esta introducción para generar interés en la figura de Luis A. Robles y su significado en la historia política y social de Colombia. Secretario del Tesoro (ministro) de Aquileo Parra en 1876.

La Casa-Museo Robles, en ruinas

El estado de la Casa Robles, en su natal Camarones, es una afrenta a la memoria de uno de los dos héroes afrocolombianos más importantes del siglo XIX. El otro es José Padilla, héroe naval de la guerra de independencia, también guajiro. Para colmo, el busto de Robles en bronce fue robado hace 18 meses.

La Casa está lejos de cumplir lo ordenado por el artículo segundo de la Ley 570 de 2000:

“Autorízase al Gobierno Nacional, para que, en justicia a su obra rinda honores a su memoria, convirtiendo en monumento nacional la casa que vio su nacimiento, la que funcionará como Casa de la Cultura, Biblioteca y Centro de Capacitación, financiado y administrado por el Ministerio de Cultura o por la institución que el Ministerio asigne en coordinación con las autoridades departamentales y locales”.

Y también está lejos de ser una Casa-Museo como corresponde.

El expresidente del Congreso y exministro Amylkar Acosta Medina, proponente de la Ley 570 de 2000, ha hecho un llamado a las autoridades:

“Es deplorable el estado en el que está hoy, que cumple 125 años de su deceso, la casa-museo en donde nació Luis Antonio, el Negro Robles, en su natal Camarones, en medio del olvido, la dejadez y la desidia.

Está a punto de caerse, no hay quien la vigile, por ello se robaron su busto, nadie le da mantenimiento, no cuenta con batería de baño y aseo. El desgreño es total.

Quiero llamar la atención, para evitar que lo que amenaza ruina se convierta en la crónica del colapso anunciado de la que fue declarada Monumento Nacional por mi Ley 570 de 2000, mediante la cual se le rindieron honores. No hay derecho!”

*Trazador misional de esta publicación de Fundación Color de Colombia: Línea estratégica 1:  Reconocimiento, cultura e integración. Programa:  Memoria histórica de los afrocolombianos en la modernidad nacional.

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