Foto: Juan Carlos Gutierrez. Arq

Eduardo iba en su carro aquella noche después de salir del bar que frecuentaba, iba a alta velocidad aprovechando que la vía principal estaba casi desocupada. Subió el volumen de la radio al escuchar que comenzaba ¿Do You Remember?, de Phil Collins, aquella canción le fascinaba y le recordaba su adolescencia.  Jugaba con sus dedos en el timón al ritmo de la música… y cantaba ¿Do you remember? ohhh ohhhh….  De repente un carro se atravesó y Eduardo no alcanzó a frenar. El carro dio varias vueltas… 

Eduardo despierta y se encuentra en un lugar tranquilo, a lo lejos se veía una puesta de sol, había una brisa tenue acompañada de un profundo silencio. En un instante comienza a ver que se acerca una persona pero no puede verle la cara, apenas ve su ropa, una túnica blanca impoluta que iluminaba al acercarse y cuando ya por fin iba a ver su rostro y saber de quién se trataba, se detuvo… 

-Hola Eduardo, ¡bienvenido!

Un poco asustado al escuchar su voz, responde Eduardo, mirando de un lado a otro para poder ver el rostro de quién le hablaba, pero era tanta la luz que irradiaba que no podía….   

– Hola, ¿dónde estoy? y quién eres?  

-Estás en el cielo, tu vida en la tierra ha concluído. Soy…

-¿Cómo así?- interrumpió Eduardo, – ¿estoy muerto?

– Sí, podría decirse, estás muerto. Tu temporada en la tierra ha llegado a su final. 

– ¿pero cómo así? exclamó Eduardo un poco alterado -Apenas tengo 48 años una vida por delante-

-Cada persona tiene un tiempo estimado en la tierra. ¿Para qué querías más tiempo?- dijo la voz…  

-Quería disfrutar más la vida, había un negocio que me estaba saliendo muy bien. Tenía un viaje planeado en diciembre… un apartamento que había comprado y me lo entregan en noviembre… 

El ser de la túnica blanca lo interrumpe…

-Todos los que llegan aquí, o en su gran mayoría, piensan que les quedó algo por vivir, piensan en lo que les faltó, pocas veces piensan en lo que vivieron y en lo que hicieron… 

¿Qué tal fuiste con las personas y los seres que se cruzaron por tu camino? 

Eduardo bajando la miraba y moviendo un poco su hombro derecho, responde – Bien, yo me porté bien…. –

De un momento a otro el ser de la túnica blanca comienza a alejarse y la luz que irradiaba a ocultarse…  y Eduardo comienza a tener un dolor profundo en el estómago, unas intensas ganas de llorar que le desgarraban el alma, una desilusión que no podía contener… Luego de un tiempo comienza a sentir un dolor profundo en su pierna izquierda. Pensaba que el dolor era tan fuerte que iba a morir… inmediatamente recordaba que ya estaba muerto y no entendía ese dolor que lo hacía retorcerse, sentía que no podía más,  hasta que se quedó dormido. 

Luego un rayo de sol lo despertó y seguía en el mismo lugar, pero sintiendo mucha angustia, que se unía con el dolor de la pierna, su tristeza en el alma, la desilusión… Era un revuelto de sentimientos espantosos que no podía ni ponerse de pie… 

De repente ve de nuevo esa luz, de nuevo la túnica blanca ilumina el lugar y se detiene muy cerca de él… pasa una brisa tenue que mueve la túnica de un lado a otro….   y aparece un gatito negro con pinticas blancas… y lo mira tiernamente. 

El ser de la túnica le vuelve a formular la pregunta: -Eduardo, ¿Qué tal fuiste con las personas y los seres que se cruzaron por tu camino? 

Eduardo no responde y le dice muy alterado casi que suplicando 

– Mire ayudeme quíteme ese dolor tan fuerte que tengo en la pierna, deme algo para el dolor, siento que no puedo más. Siento tristeza, angustia, desilusión, miedo. Ayúdeme!!!!, usted debe ser Dios, ayudeme! 

-¿Qué sientes?- dice el ser de túnica blanca. – Explícame cada sentimiento y dolor que sientes y vamos a ver cómo puedo ayudarte- 

-Tengo un dolor en la pierna, es muy fuerte, siento que no resisto….

-Recuerdas aquella mañana de marzo que ibas de viaje en tu carro, con tus amigos… en una avenida principal… (Eduardo gira la mirada y se abre una imagen en el cielo donde  se ve él por esa avenida, en su carro, con sus amigos) … Recuerdas que atropellaste con tu carro a un pobre e indefenso animal…  ?-

-Si – responde Eduardo e inmediatamente se justifica – Pero qué? yo no podía parar, había muchos carros … 

-Si podías haberte detenido y auxiliar al pobre gatito, buscarlo… pero no, hasta te reiste… y seguiste de largo… Ese dolor que sientes tan intenso en tu pierna, es el que tuvo el gatito al que atropellaste. Ese gatito duró 18 horas retorciéndose del dolor hasta que no pudo más y en unos matorrales murió… 

En ese instante vuelve a pasar una brisa y se levanta un poco la túnica y aparece de nuevo ese gatito tierno mirando a Eduardo… la mano del ser de la túnica lo acaricia tiernamente. 

Eduardo pasa saliva deteniendo las lágrimas que intentan rodar por sus mejillas…. 

-¿Sabes qué me sorprendió Eduardo?  Que al día siguiente de este episodio fuiste a misa y rezabas y repetías las oraciones de siempre….  Yo hubiera preferido que no hubieras ido a misa, pero que hubieras auxiliado a ese pobre gatito al que le hiciste daño. 

Eduardo rompe en llanto, se queda mirando al gatito, lo acaricia y le pide perdón…. En ese instante el dolor de su pierna comienza a desaparecer… 

-¿Qué otro dolor sientes?-Pregunta el ser de la túnica. 

-Siento mucha tristeza, desilusión, dolor en el pecho- Rompe en llanto Eduardo… 

Inmediatamente se abre en el cielo una imagen – y se ve a Eduardo teniendo sexo con una mujer. Luego ve a su novia, con quien llevaba 7 años de relación,  llorando a mares cuando se dio cuenta que él la engañaba. Y vio la imagen cuando él se lo negaba y no hacía más que mentirle.   

-Este dolor que sientes en el pecho, esa desilusión, esa tristeza fue la que tuvo Catalina. Ella te adoraba, te amaba, fue la mujer que más te amó. Fue una lástima la manera en que la hiciste sufrir…

Eduardo interrumpió -Pero con quien la engañé no significó nada para mi-

-Pues es una lástima que con la que la engañaste no haya significado nada, porque eso quiere decir, que perdiste al amor de tu vida por nada- 

-Yo amaba a Catalina, fue la única mujer que realmente amé- dijo Eduardo. -No quería lastimarla, es que yo quería disfrutar más la vida- 

-Las personas en la tierra creen que disfrutar la vida solo se trata del placer. Y no lo es. Es parte de la vida, pero no lo es todo. Tanto así que dura poco. Pero pocos lo entienden. 

-Ojalá Catalina me hubiera perdonado- 

-Te perdonó- Dijo el ser de la túnica blanca – Le costó mucho trabajo, duró mucho tiempo con ese dolor que tu sientes ahora y  esperó que algún día golpearas su puerta y te disculparas, pero como eso nunca pasó ella te perdonó y siguió adelante. Fue la única manera de poder quitarse ese dolor.  Pero nunca dejó de amarte. 

Eduardo rompió en llanto… 

En el cielo estaba la imagen de Catalina… Eduardo se quedó mirándola y le pidió perdón con el alma, con el corazón y dijo -Lamento haberte hecho daño y lamento haberte perdido-.

Eduardo comenzó a sentirse un poco mejor… pero aún seguía con dolor de estómago y con angustia…

El ser de la túnica le dijo, ¿recuerdas a tu amigo César, que hizo negocios contigo y tú lo estafaste?. Pusiste tus intereses por encima de lo correcto…  Él sintió ese dolor de estómago que sientes tú ahora, al ver que su amigo lo había traicionado.  

Eduardo no paraba de llorar… y decía, no sabía el daño que había hecho… 

La voz de la túnica blanca se hizo más fuerte, calmada llena de paz y amor, pero fuerte y le dijo – No entiendo por qué cuando llegan aquí se sorprenden de cosas que hicieron cuando en vida saben qué es lo correcto y qué no.  

La vida no se trata de cuánto dinero tengas, cuantos títulos consigues, de cuan famoso eres, del estrato, de los viajes, de cómo luces, de la cantidad de gente que engañas…. NO! se trata de las relaciones con otros seres sintientes, de las relaciones con otras personas, de  la manera como tratas a otros, como manejas tus relaciones personales, de los valores que le imprimes en el trato con quienes te cruzas en tu camino.  

Lo que le haces a otros, te lo haces a ti mismo…

En ese momento Eduardo sale de su carro, un poco lastimado, con un corte en su muñeca derecha y corre a auxiliar al otro, con el que se estrelló. Se dio cuenta que ambos estaban bien y solo con algunos raspones.   Eduardo abrazo al otro conductor! con lágrimas en los ojos! y mientras esperaba que llegara el tránsito, la ambulancia para revisarlos… se sentó en el andén… saco el celular del bolsillo… buscó el contacto de Cesar y escribió: Hermano lamento haberme aprovechado de usted, le voy a pagar hasta el último peso que le quite en el negocio hace años. Perdóneme. Y luego marca un número :  ¿Catalina?…te habla Eduardo… 

La vida pocas veces da segundas oportunidades. 

Tal vez lo que tenemos que recordar los seres humanos es lo que aprendimos en el jardín de niños: No hagas a los demás lo que no quieras que te hagan a ti. 

Lo que le haces a otros, te lo haces a ti mismo…

 

ANDREA VILLATE

[email protected]

 

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