– “Hoy fue un día difícil”, dijo Pooh.
-Hubo una pausa.
– “¿Quieres hablar de ello?”, preguntó Piglet.
– “No”, dijo Pooh después de un rato. “No, creo que no quiero”.
– “Está bien”, dijo Piglet y vino y se sentó junto a su amigo.
– “¿Qué estás haciendo?”, preguntó Pooh.
– “Nada realmente”, dijo Piglet.
“Sólo sé cómo son los días difíciles.
A menudo tampoco tengo ganas de hablar de ello en mis días difíciles”.
Sin embargo, -continuó Piglet-
“Los días difíciles son mucho más fáciles cuando sabes que tienes a alguien ahí para ti. Y yo siempre estaré ahí para ti, Pooh”.
Y mientras Pooh permanecía ahí sentado, dando vueltas en su cabeza acerca de su “Día Difícil”, el confiable Piglet sentado junto a él en silencio, solo balanceaba sus pequeñas patas.
Pooh pensó que su mejor amigo nunca había tenido más razón como en ese día.
Esta semana mi perrito se dio un golpe fuerte, calculó mal un espacio y se cayó. He notado que está perdiendo la vista, algo normal a su edad. Ese golpe que se dio me estremeció y he comenzado a notar que otros sentidos, como el olfato, los activa más. Cuando salimos ahora el paseo es un poco más lento, se detiene a oler cuidadosamente el camino y cuando le cambio la ruta se resiste y aunque lo obligo a tomar otros caminos se va temeroso, olfateando las calles para reconocer el camino. También cuando le pongo su merienda debo mostrarle el plato y darle algunas croquetas, pensé que era de consentido, pero la veterinaria me explicó el proceso.
Cuando quería adoptar un perrito lo buscaba que fuera adulto mayor, porque en las fundaciones son los que menos tienen opciones de encontrar una familia por su edad y yo quería uno a quien le pudiera dar amor, cariño y cuidados hasta el final. Se lo que eso implica en todos los sentidos. Sin embargo esta semana que lo he visto así, me ha generado una serie de cuestionamientos, porque todo puede pasar…
He aprendido muchas cosas con Copito, por ejemplo, me encanta su actitud, le digo que salgamos y no le importa si llueve, hace sol, si es en carro o a pie, solo se pone feliz y para donde lo lleve se emociona. A veces salgo de afán porque tengo que volver a casa a trabajar y él se toma su tiempo… se detiene a oler un árbol, una ramita, a saludar a otro perrito y he comenzado a tomar nuestros paseos con más calma… Estos días que el clima ha estado fantástico en Bogotá, hemos salido más veces a caminar a disfrutar el día y a pesar de las carreras, del reloj, del trabajo, he podido disfrutar nuestros paseos y al final hay tiempo para todo y más para lo importante. Al regresar a casa se pone feliz de verme, así me haya ausentado poco tiempo. Cuando estoy triste o he llorado, se sienta en mi regazo, como el Piglet, de la historia. Las veces que he estado con algún quebranto de salud, se hace a mi lado y espera pacientemente que me sienta mejor para sacarlo o para jugar, es como si entendiera que no estoy bien y no podemos salir. Cuando vienen a visitarme se queda siempre a mi lado.
He confirmado lo que siempre pensaba con los seres humanos y ahora más con un ser indefenso como lo es un perrito: Cuidar es una forma de amor. Así como la historia de Pooh y Piglet, para Copito, yo estaré en sus días difíciles, seré sus ojos!
Al final el amor es eso, estar presente, menos palabras, más acciones. Ojalá que todos cuando estemos como Pooh, contemos siempre con un piglet a nuestro lado.
Los días difíciles son mucho más fáciles cuando sabes que tienes a alguien ahí para ti.
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