A un amigo le iba muy bien en el trabajo, siempre cumplía las metas que la empresa le trazaba. Tenía mucha responsabilidad sobre sus hombros, gente a su cargo y mucho estrés. Una mañana iba para una reunión y en la calle se desvaneció, comenzó a convulsionar. Por cosas del destino o las casualidades de la vida, la gente que pasaba a su lado reaccionaron de inmediato y pudieron llevarlo a la clínica más cercana en tiempo récord.  Estuvo en coma inducido durante 4 meses. Cuando despertó no recordaba muchas cosas, había olvidado ciertas situaciones, recordaba a su familia pero algunos momentos de su vida los había olvidado. Al despertar preguntó por su trabajo, por aquella reunión y aquel evento tan importante que tenía.  Quería saber cómo había salido. Cómo estaban los compañeros de trabajo, si habían estado pendientes de él…  

Su familia siempre estuvo a su lado y los pocos amigos cercanos que se enteraron no dejaron de estar presentes. Sus compañeros de trabajo los primeros días estuvieron pendientes, llamaban de vez en cuando y poco a poco más esporádicamente…  

Luego de comenzar el tratamiento se reincorporó a trabajar de una manera paulatina, pues había cosas que no recordaba y la persona que fue, que daba el 200% a su empresa, a su trabajo, a sus compañeros, en ese momento no podía con el mismo ritmo. No indicaba que no lo iba a estar, solo que era un proceso.  Al poco tiempo le pasaron la carta con una indemnización: chao, te vi, te cuidas. 

Esto me ha puesto a pensar mucho, en ese desgaste, en ese estrés tan bárbaro que a veces por cumplir nos olvidamos de respirar, nos olvidamos de nosotros mismos. Él me cuenta que cuando estaba con su hijo los fines de semana, estaba de una manera Presente/Ausente, siempre con la cabeza pensando en lo que tenía que hacer el lunes, en la reunión del martes, en el evento del jueves y así… Hoy se pregunta: ¿Valió la pena? 

Esta semana una de mis hermanas cumplió años, nos reunimos a desayunar juntas como siempre y más tarde nos veríamos para almorzar. Yo tenía una reunión inaplazable, sin embargo fui al almuerzo,  viendo el reloj cada 10 minutos, calculando el Waze para regresar a tiempo… No pude compartir con mi hermana como hubiera querido. Estuve presente/ausente. ¿Qué tal que este sea el último cumpleaños de mi hermana o el último donde yo esté presente?…   Terminé ese día muy agotada, aburrida y un poco triste. Hubiera podido planear algo para no estar en ese corre corre y darle la prioridad a lo que es realmente importante sin descuidar las responsabilidades. 

La situación de mi  amigo, aparte que me ha hecho pensar en muchas cosas, en sus compañeros de trabajo, en la persona con la que salía eventualmente, esa frialdad ante esa situación, que nos puede pasar a cualquiera… pendientes los primeros días y ya, como no mejoraba fueron dejando así. ¿Amigos? ¿Compañeros? …. Creo que no.   Me ha hecho pensar mucho en la actitud de la empresa. La empresa no debió sacudirse a su empleado así no más, sino debió ser una empresa humana, que buscará la manera de ayudarlo en su proceso y no soltar la mano. Como quien dice, oye, ¡ya no nos sirves! Sabiendo que ese estrés en gran parte fue provocado por el exceso de trabajo. 

La empresa debió recurrir a un neuropsicólogo ocupacional, para que ayudara a su colaborador a recuperarse. (La neuropsicología es una especialidad de la psicología, que estudia la relación entre los procesos mentales y conductuales y el cerebro. Se ocupa del diagnóstico y el tratamiento de problemas cognitivos, conductuales y emocionales que pueden ser resultado de diferentes procesos que afecten el normal funcionamiento cerebral). Todas las empresas deberían estar capacitadas y contar con charlas periódicas que ayuden frente a estas situaciones. El éxito de una empresa comienza y termina en el talento humano. 

Hablando del estrés que nos pasa a todos en algún momento, a veces por el exceso de trabajo, Mutalis, una empresa de salud mental laboral, en redes sociales lanzó una campaña maravillosa acerca de la importancia de respirar profundamente y de lo mucho que un acto tan simple como respirar ayuda a calmar la mente, el estrés, la ansiedad y tiene unos ejercicios de mindfulness buenísimos que todos deberíamos practicar, además de unas charlas muy interesantes que las empresas deberían tener en cuenta para estar preparados para cualquier eventualidad.  No sabemos, nadie sabe en qué momento nos puede pasar lo mismo que a mi amigo. 

Considero que es importante siempre establecer prioridades y sí, el trabajo es importante y hay que ser responsable pero en su justa medida y ver que si nos ocurriera algo, seremos un puesto vacío en la mesa de nuestra familia, una ausencia para nuestros verdaderos amigos, pero para una empresa seremos un puesto que hay que ocupar. 

Yo le digo a mi amigo, que sé que estará leyendo esto, que no se preocupe, cuando la noche se pone más oscura es porque pronto va a amanecer. Esto que ocurrió es el comienzo de una segunda oportunidad.  

Con el cariño de 13 años de amistad!

 

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